Todo el drama colombiano en un estadio
El secuestro del padre del futbolista Luis Díaz y el desenlace de la historia condensa de cierta manera la realidad del país
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Buenos días, lectores,
Tal vez es un frívolo atrevimiento, o como poco un cliché, decir que la selección de fútbol es de los pocos símbolos patrios que realmente unen a un país en estos tiempos de naciones rotas por todo el mundo. Sin embargo, hay ocasiones en las que los hechos nos recuerdan esta realidad y es imposible de ignorar – aunque el efecto pueda ser efímero y endeble. Algo así ha sucedido en Colombia en las últimas semanas. Un drama de novela marca colombiana: con guerrilla, secuestros, errores de cálculo, tensión, fútbol y un desenlace representado por la figura de Mane Díaz – ya convertida en meme – al borde del éxtasis absoluto en las gradas del Estadio Metropolitano de Barranquilla, después de que su hijo anotara dos goles en cuestión de minutos para remontar el partido contra Brasil, dándole a la sele su primera victoria contra el pentacampeón del mundo en la historia de las eliminatorias para el Mundial.
El arco narrativo que de cierta manera condensa el aparentemente interminable drama colombiano comenzó días antes con el secuestro de los padres de la estrella deportiva del momento, el goleador Luis Díaz. Liberaron a la madre ese mismo día, pero no al padre. En un instante, el trauma colectivo que han supuesto los secuestros en nuestro país se reabría con un rapto de alto perfil, causándole ese dolor que tanto conocemos a una de las pocas personas que generan simpatía y cariño unánime en el país.
Con la tragedia llegaba también el primer momento de cohesión sin que siquiera hubiese rodado un balón: el repudio al ELN – la guerrilla responsable del secuestro a pesar de estar sentada en una mesa de negociación y con un alto al fuego en rigor – y la solidaridad con Luchito. Hasta los secuestradores admitieron, increíble o cínicamente según quien lo mire, que ese secuestro había sido un error, pues nunca harían algo para herir al ídolo del país. Luego, la macabra marca del secuestro: la zozobra y las especulaciones, viejos conocidos de la atormentada psique colombiana. Que si estaba en Venezuela, que si estaban esperando un pago para soltarlo, que si sí, que si no… No se supo nada durante días. Luis Díaz anotó en Inglaterra, se subió la camiseta y pidió “Libertad Para Papá”. Y el país entero conmovido. Lo que hace un relato sencillo, con buenos y malos, sin incómodos grises en el medio.
Cuando por fin lo liberaron, el pasado 9 de noviembre, después de 12 días de cautiverio, se acabó la pesadilla de Luis Díaz y su familia, y también de todos los colombianos que compartieron su angustia. Pero no se acabó esta historia. No solo por las decenas de secuestrados que siguen sufriendo, sino por el fútbol. El reencuentro familiar ya se había dado con el viaje de la familia Díaz a Liverpool, pero ese no fue el éxtasis. La felicidad se consumó de vuelta en Barranquilla, en la misma cancha en la que Luchito brilló por primera vez con el Junior antes de comenzar su travesía europea.
Colombia empezó el partido el 16 de noviembre perdiendo tras un gol tempranero de Brasil. La jerarquía futbolística nos ponía en nuestro lugar, pero la manifestación del destino todavía faltaba. Tras un partido más bien poco emocionante, sería en el minuto 75 de juego: gol de cabeza de Luis Díaz. Locura nacional. Cuatro minutos después: segundo gol de cabeza de Luis Díaz. Victoria, psicosis colectiva y, ahora sí, culminada la travesía de nuestro héroe atormentado.
Ojalá la realidad decidiera detener su avance implacable en momentos así, pero así solo acaban las leyendas. Salimos del hechizo que produce un relato de redención vestido con la camiseta de la selección casi de inmediato. En el público estaba la hija menor del presidente Petro, Antonella, que tras recibir una avalancha de abusos e insultos, le tocó irse; la polarización virulenta del país, reflejada de manera desafortunada. También el ELN advirtió de que son “pobres” y que, aunque hayan devuelto a Mané y aceptado que su secuestro fue un error, no nos ilusionemos con el fin de la práctica. Con esas declaraciones, gran parte del proyecto de paz que es marca de un presidente que prometía un cambio profundo queda en entredicho.
En fin, que seguimos en las mismas a pesar de la alegría que nos dio y compartió Luchito. Así que mejor quedémonos en el mundo del futbol, que ahí las cosas parecen estar yendo mejor. Con otra victoria contra Paraguay ayer, 0-1 en Asunción, Colombia queda tercera en la tabla de clasificaciones para el Mundial 2026. Y de la mano de Luis Díaz sí se vale soñar.
Otras historias
Antes de despedirme, aquí les dejo unos cuantos artículos que hemos publicado en la semana y que no se pueden perder:
- Primero, la agenda reciente del presidente Petro. Por un lado, su reunión en Caracas con Nicolás Maduro, tras la cual anunciaron planes para explorar de manera conjunta campos de gas y petróleo en Venezuela. Y, por otro, su reunión en Cartagena con los empresarios de más peso en el país, los llamados “cacaos”, para definir los “ejes” sobre los cuales consolidar el acuerdo nacional que persigue su Gobierno.
- Luego vamos con esta entrevista con Jorge Enrique Robledo, en la que el exsenador, cofundador del Polo Democrático Alternativo junto a Petro, con quien tiene una relación rota desde 2010, acusa al presidente de comportarse como un opositor y aliarse con la derecha: “Petro le está haciendo un daño espantoso a la izquierda”.
- En este artículo, Juan Esteban Lewin hace memoria y regresa a los cuatro años de un paro nacional que cambió la historia de Colombia, el 21 de noviembre de 2019, cuando comenzó un proceso de movilizaciones sociales que duró dos años, puso en jaque el Gobierno y llevó a un candidato de izquierda al poder por primera vez en la historia contemporánea del país.
- En este reportaje, Emma Jaramillo Bernat se adentra en la historia de Diego Fernando Castaño, el joven de Buenaventura que desafió a las probabilidades y sacó un Icfes perfecto, apoyado en Youtube y en otras redes sociales.
- Finalmente, este otro reportaje firmado por Jules Ownby y con video de Chelo Camacho, sobre el club nocturno de Medellín que se ha vuelto tan famoso que Bad Bunny publicó una canción que lleva su nombre como título: Bienvenido a Perro Negro, el tempo del perreo.
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