El primer alcalde de Comunes: “Por más trágico que sea administrar un municipio pobre, no será tan duro como fue vivir en la montaña”
Armel Caracas pasó de ser un guerrillero de mando medio a dirigir Cumaribo, el municipio más extenso y el segundo más pobre de Colombia
En la elección presidencial de 2022, al candidato Rodolfo Hernández le pidieron enviarle un mensaje al Vichada. “¿Qué es eso?”, contestó, a pesar a que se trata de uno de los 32 departamentos de Colombia, que se suelen aprender en la primaria. Lo que se convirtió en un chiste —que no impidió a Hernández ser el segundo aspirante más votado—, refleja lo que viven los 117.000 vichadenses, relegados de los escenarios de discusión política y económica y con la tasa más alta de pobreza multidimensional del país. Pero fue allí, en municipio más extenso de Colombia, que el pasado 29 de octubre fue electo por primera vez como alcalde un militante de Comunes, el partido político que surgió de las extintas FARC. Armel Caracas Viveros (Caquetá, 46 años) era un guerrillero de mando medio que firmó el acuerdo de paz en 2016 y decidió volver al territorio donde había operado, para cambiar las balas por votos. Ocho años después, lo logró.
Más del 55% de los habitantes de Vichada pertenecen a un pueblo originario. Su nombre, en lengua Sikuani, significa “donde la sabana se convierte en selva”. Fueron esas mismas sabanas y selvas las que recorrió Caracas por 20 años, como guerrillero del antiguo Bloque Oriental. Aunque tuvo diferentes tareas, principalmente tuvieron que ver con la llamada “organización de masas”, el trabajo político y de influencia. Ahora enfrenta el enorme reto de administrar un municipio de unos 85.000 habitantes en un territorio dos veces más grande que Bélgica, y en el que para 2018 el 91,4% de los habitantes vivían en la pobreza según el DANE. Recibe la entrevista de EL PAÍS en la sede del Partido Comunes, en Bogotá.
Pregunta: ¿Cómo se siente tras la victoria?
Respuesta: Me siento tranquilo. He sentido felicidad porque el triunfo es un espaldarazo al esfuerzo dado. Hicimos un gran trabajo con el partido y aquí están los resultados. Muchos me dicen “usted no sabe a lo que se enfrenta”, y les respondo que por más trágica que sea la administración, no será tan dura como fue vivir en la montaña y enfrentarse al sistema. Vamos a hacer una buena gestión.
P. ¿Cómo terminó en las filas de las FARC?
R. Inicié en mi natal Caquetá, en las milicias bolivarianas. En 1996 ya ingresé a la guerrilla propiamente dicha, al frente 14 del Bloque Oriental. En 1999 pasé al frente 16, que operaba en Vichada, Guainía y Vaupés. Hice la dejación de armas en 2016 en Charras, en el Guaviare.
P. ¿Cuál fue su papel en esa guerrilla?
R. Durante mi paso por la insurgencia tuve varias tareas, principalmente en temas de organización de masas. Después estuve en la guardia del antiguo secretariado de las FARC.
P. ¿Por qué no continuó su proceso de reincorporación en el Guaviare, donde hizo dejación de armas, sino que regresó al Vichada?
R. Un hermano mío vive en Barranco minas [municipio al norte del Guainía, que hace frontera con Cumaribo, en Vichada] y tengo arraigo familiar en esa zona. Siempre anhelé volver a la zona que caminé por años. Entonces entré a participar del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos. Me delegaron en Cumaribo por él y allí me quedé. Tres años después inicié mi candidatura: me lancé en el 2019 a la Alcaldía por el Partido Comunes, pero no quedamos.
P. Hace cuatro años obtuvo 1.228 votos y el cuarto lugar. ¿Qué cambió para ahora sumar 2.642 y haber ganado la elección?
R. En ese tiempo había mucha estigmatización, si usted supiera las cosas que me decían... aun así no hicimos caso, terminó la campaña y continuamos trabajando con las comunidades en algunos proyectos sociales. La gente aprendió a conocernos por eso, pudo ver que somos personas serias, que respetamos desde al más niño hasta al más viejo. Reconocieron la experiencia y deseos de aportar a la sociedad.
P. ¿En qué momento decidió que quería ser alcalde?
R. Como organización alzada en arma tuvimos la ilusión de crear una transformación social que beneficiara al conjunto de las familias colombianas. Así que quisimos hacerlo en el marco del punto dos de los Acuerdos de la Habana, que habla de apertura democrática y participación política. Como yo tenía esa experiencia de trabajo con organizaciones, pues quise aprovecharla.
P. Menciona una estigmatización por ser excombatiente. ¿Cómo la vivió?
R. Una parte de la población ya me conocía, entonces no estaba tan desprestigiado. Cuando me lanzo e inicio la campaña, algunas personas sí me dijeron cosas terribles, lo que murmuraban sobre mí me daba susto hasta a mí mismo. Sin embargo, con el tiempo la gente me fue conociendo. En 2022 impulsamos diez clubes y una liga de microfútbol. Logramos sacar delegaciones a otros departamentos. Y a inicios de este año hicimos un torneo en Cumaribo al que fueron delegaciones de seis departamentos y en el que participó la entonces ministra de Deporte, María Isabel Urrutia. Eso no se había visto antes allá y empezó a generar que la gente pensara que, si habíamos logrado generar eso sin ser parte de la administración, qué más podíamos lograr de haber estado en ella. Nos abrió muchos espacios.
P. ¿Cuáles son sus planes para Cumaribo?
R. Una de mis principales propuestas es impulsar el cumplimiento de los acuerdos de paz de 2016, al igual que apoyar el proyecto del Gobierno nacional de la paz total. Otra tiene que ver con construir una nueva realidad social en Cumaribo, que permita el goce pleno de los derechos básicos. Aquí hay comunidades que fueron fundadas hace más de un siglo y nunca han tenido agua potable. La idea es que podamos gozar, al menos, de servicios públicos.
P. Precisamente, el DANE indica que el Vichada fue el departamento con más pobreza multidimensional en 2022. ¿A qué se debe?
R: Son varios factores. La corrupción, por una parte. Por otra, la concentración de las oportunidades en el centro del país, lo que ha tenido un impacto negativo en el departamento y nos ha llevado al atraso. Yo diría que el Vichada puede tener los índices más altos de niños muertos por desnutrición y de mujeres que han fallecido por preeclampsia, por encima de La Guajira, pues hay casos que ni siquiera son reportados. Es una situación muy trágica. Por eso quiero llevar la electricidad a esas zonas apartadas. Ya es hora de voltear a mirar al Vichada.
P. Usted le apostó a la paz. ¿Cuál es el primer paso para hacerlo en una región tan compleja en términos de conflicto?
R. Para impulsar la paz tenemos que construir un municipio productivo, solucionar problemas fundamentales como las vías. Se dice que la economía se mueve en ruedas y Cumaribo no tiene un kilómetro de carretera pavimentada. Eso va generando condiciones para que la misma población empiece a respaldar con mayor fuerza estos proyectos.
Si queremos un cambio, el primer paso que tenemos que dar es hacia la construcción de la paz. No es un camino fácil, pero tampoco imposible. Soy de los que sueño con la construcción de una escuela de líderes para que desde allí se entienda el impacto negativo que genera la guerra, y que ellos le puedan transmitir eso a sus comunidades. Todo está por construir.
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