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Elecciones Colombia
Columna
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¿Es la política un mercado de valores?

Antes del día de los comicios, los partidos apuestan unidos por una persona. Similar a los compradores de acciones, pero en el ámbito de la competencia electoral

elecciones regionales en el norte de Bogotá
Una papeleta de la elección por la Alcaldía de Bogotá dentro de una urna, el pasado 29 de octubre.Diego Cuevas

El diario El Siglo publicó una descripción de los resultados de las elecciones del 29 de octubre, que plantea temas interesantes sobre cómo funciona la política hoy en día. Tomemos dos ejemplos:

1) El Departamento del Tolima: La excongresista Adriana Magali Matiz ganó con el aval del Partido Conservador y el co-aval de Centro Democrático, Cambio Radical, ASI, ADA y Colombia Renaciente.

2) Departamento de Bolívar: El excongresista Yamil Arana Padaui ganó con el aval del Partido Conservador y co-aval del Partido Liberal, Alianza Social Independiente, Cambio Radical, La U, Centro Democrático, Fuerza de la Paz y Colombia Renaciente.

La lista de gobernadores y alcaldes ganadores en las la elecciones regiones por casi todos los partidos tienen las mismas características. El sistema de avales y coavales para los candidatos parece ahora una bolsa de valores. Antes de lo que podría denominarse “la OPA política” (Oferta Pública de Acciones), es decir, el día de las elecciones, los partidos apuestan unidos por una persona. Similar a los compradores de acciones, pero en el ámbito de la competencia política.

Llevando el símil más allá, los candidatos emiten “acciones políticas” a compradores preferenciales, que los partidos “compran”. ¿Los partidos podrían comprar acciones de dos candidatos diferentes? Eso iría en contra del sentido común; sin embargo, la política no es necesariamente el ámbito del sentido común. Después de la OPA (día de las elecciones), se pueden vender más acciones a los partidos perdedores, si quieren formar parte de la coalición gobernante.

El público, a su manera, adquiere con su voto una “acción” del candidato, con la esperanza de que fructifique en una mejor vida para ellos en los cuatro años que dura el gobierno. Los que eligieron al ganador se sienten partícipes de un buen desempeño, o decepcionados si resulta ser un descalabro, un corrupto o simplemente un inepto (o todas las anteriores).

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¿Es un mal sistema, comparado con uno de respaldo puro y unipartidista a un solo candidato? No parece malo per se, ya que 1) siendo realistas, hoy en día el respaldo de un solo partido no sería suficiente para ganar, dada la fragmentación del sistema político; y 2) una vez en el gobierno, el ganador necesitará una gran coalición de partidos para gobernar. Por lo tanto, es bueno que esa coalición se haya formado previamente, para elegir al candidato.

La crítica puede ser que la ideología política no importa y prevalece la mera conveniencia fría, derivada de cálculos de poder, convirtiendo al sistema político simplemente en un sistema transaccional de microempresas políticas, que participan en elecciones para después hacerse con el presupuesto y los contratos de obras públicas.

Adicionalmente, se puede criticar que lo que se negocia son no solo las “acciones políticas”, que representan el respaldo a un candidato y a un programa, sino los valores mismos de una visión política, la ética y la democracia. Eso, por supuesto, es muy pernicioso, y no se puede decir que no sucede. No siempre ocurre, pero con suficiente y lamentable frecuencia.

Esta crítica, sin embargo, también aplicaría al sistema de respaldo unipartidista. La solución debe ser una lucha eficaz contra la corrupción, y no necesariamente prohibir el sistema de avales y coavales multipartidistas.

Además, se podría argumentar (cosa que se debe demostrar mediante investigaciones serias) que, en general, partidos con alguna similitud política se unen para apoyar a un candidato. Por supuesto, en algunos casos hay liberales y conservadores que apoyan a candidatos, algo que hubiera sido impensable hace 50 años.

Aquí hay algo bueno. La política en las regiones colombianas se está convirtiendo más en una cuestión práctica que religiosa, como era el caso hace 60 años, por la cual los de un partido podrían empezar a matar a los del otro.

Sin embargo, en relación con los co-avales, es aconsejable cierto grado de afinidad ideológica. Se podría decir que los candidatos de extrema izquierda o derecha tienden a tener coaliciones de partidos con ideas afines. Ese fue el caso del Pacto Histórico en las elecciones presidenciales de 2022, cuando Colombia Humana unió fuerzas con el Partido Comunista, Comunes, Unión Patriótica, Fuerza Ciudadana, Polo Democrático, entre otros.

Sin embargo, hoy en día las fronteras entre partidos son porosas y borrosas, y los enemigos se unen en ciertas regiones, lo cual también es bueno. Ese sistema podría interpretarse como una forma de reducir el riesgo político. Cuando esas decisiones políticas se agregan a los largo de todo el país, se obtiene un sistema político más estable. Menos propenso a los cambios drásticos de rumbo y las ideologías extremas, pues se tiene que negociar con mucha gente cuando se gobierna.

Es cierto que la lógica de las elecciones regionales no se traslada a las nacionales, pero la microfísica del poder, para usar una expresión popularizada por el filósofo francés Michel Foucault, importa en todo tipo de elecciones.

La política colombiana está funcionando de manera similar a un mercado de valores y, gústenos o no, eso es crucial para la estabilidad institucional, la prevalencia y supervivencia de los actores políticos individuales y para el diseño de las campañas.

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