Aunque Daniel Quintero había dicho que no, EPM da un paso para salvar a Tigo
La compañía pública anunció que aportará 75 millones de dólares para asegurar la operación de la empresa de telecomunicaciones, en la que posee la mitad de las acciones
La marea se calma en Tigo, la tercera compañía con más usuarios de telefonía móvil en Colombia. Hace tres semanas el país conoció la difícil situación financiera de la empresa, que necesita 150 millones de dólares para poder asegurar la continuidad de su operación. La responsabilidad recae sobre sus accionistas, que comparten la propiedad en partes iguales: la extranjera Millicom y las Empresas Públicas de Medellín (EPM), del municipio de Medellín. El pasado 11 de septiembre sus directivos se reunieron con Mauricio Lizcano, ministro de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC), para evaluar las soluciones y acordaron que el próximo lunes 9 de octubre sería la fecha límite para decidir. El humo blanco se asoma a pocos días de que se cumpla el plazo.
Con un comunicado público, EPM confirma la intención de capitalizar. El anuncio contradice lo dicho en septiembre por el exalcalde Daniel Quintero, quien renunció este sábado al cargo para hacer campaña por su sucesor: aseguró entonces que descartaba aportar los 75 millones dólares que le correspondería a EPM para salvar a Tigo y mantener sus acciones. La determinación dejaba sobre la mesa dos posibilidades: que Millicom suministrara por su cuenta los 150 millones de dólares, lo que hubiera diluido la participación de EPM en la empresa; o que Tigo ingresara en un proceso de reorganización para pagar sus deudas y asegurar, de este modo, su supervivencia o liquidación sin traumatismos. Luego de semanas de discusión, EPM da un paso al frente y abonará el dinero.
“La junta directiva de EPM, con el propósito fundamental de proteger el patrimonio público, ha tomado la decisión de capitalizar por 300.000 millones de pesos [75 millones de dólares], siempre que se logren las autorizaciones necesarias para habilitar la operación de endeudamiento necesaria para fortalecer el flujo de caja”, se lee en el comunicado.
No obstante, el desembolso de la cifra está supeditado a cuatro condiciones que se pactaron con Millicom. La capitalización se llevará a cabo con la acción a valor de mercado; Tigo recomprará las acciones de EPM una vez salga de la crisis y, de no poder hacerlo, Millicom queda obligada a adquirirlas por un valor acordado; se extenderá hasta 2026 la cláusula de protección al patrimonio público, que permite a EPM canjear sus acciones si desea salir de Tigo; y que EPM entregará los 75 millones de dólares en dos mitades, la primera en octubre y la otra en diciembre de este año.
Iván Mantilla, exviceministro de Conectividad y Digitalización, considera que la determinación de EPM beneficia especialmente a los usuarios. “Es una buena noticia para el país y para el sector. Tigo, independientemente de la situación financiera que tiene, es una empresa que representa un gran activo para la Nación. Tiene una red de telecomunicaciones sólida, de alto rendimiento y que permite que muchos colombianos se conecten a un internet de calidad. Que uno de los mayores jugadores del mercado siga operando asegura mayor competencia y, por tanto, más beneficios para los colombianos, como mejores servicios, calidad y precio”, resaltó.
Respecto a qué podría hacer la compañía para salir de la crisis, señaló que debe seguir el camino que ya tomaron otros actores del mercado. “Todas las empresas de telecomunicaciones tienen desafíos de generación de fuentes de ingresos porque el precio de las telecomunicaciones y el margen de utilidad cada día está más apretado. Eso hace que tengan que ampliar su portafolio y modernizarse, ligándose con otro tipo de servicios como aplicaciones, contenidos, servicios de inteligencia artificial o de computación en la nube. Tigo debería tratar de avanzar en un plan en ese sentido”.
Salvo algún suceso inesperado, la permanencia de los servicios de Tigo parece estar blindada por varios años más. Sus dificultades sirvieron para que Daniel Quintero y sus detractores hicieran política, se acusaran mutuamente y posicionaran en el debate público, en plena temporada electoral, a una compañía que rara vez figuraba por fuera de los diarios económicos.
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