Decenas de indígenas irrumpen en el edificio de la revista ‘Semana’
Un grupo de personas de los pueblos misak, nasa y pijao llegó a la sede de este medio de comunicación en Bogotá para expresar su descontento con su política editorial
“Vicky Dávila, deje de mentirle al pueblo”, repetían en la tarde de este viernes decenas de indígenas en la recepción del edificio de la revista Semana, en el norte de Bogotá, a la que entraron sin autorización. “Rompieron vidrios de la entrada y agredieron a uno de los vigilantes”, señala la nota de prensa publicada por ese medio. Afuera hacía presencia otro grupo que también pertenecía a la Minga, como se conoce al colectivo de personas indígenas que se reúne para realizar labores colectivas, que incluyen las protestas o movilizaciones. Esperaban sobre la carrera 11, en uno de los buses conocidos como chivas, en los que habían viajado a Bogotá desde el departamento del Cauca para participar de las marchas de este miércoles, convocadas por el presidente Gustavo Petro para expresar el apoyo a las reformas planteadas por su Gobierno.
La Policía, la Fiscalía y gestores de convivencia de la Alcaldía llegaron al lugar y los manifestantes salieron sin oponer resistencia. No sin antes hacer una protesta en el interior del edificio, en el exclusivo barrio bogotano de El Nogal, durante alrededor de una hora. Tras su salida de la sede periodística, los más de 3.000 indígenas que llegaron para las movilizaciones emprendieron el camino de regreso a sus territorios. Las autoridades permanecieron en el edificio para evitar inconvenientes.
“Lo de hoy es una alerta para todos los medios y para la sociedad”, advierte la directora de Semana, Vicky Dávila, a través de un texto que difundió en sus redes sociales. “Está en peligro la libertad de prensa. Aquí está en riesgo la democracia”, añade. “El ataque contra Semana por parte de indígenas que entraron rompiendo todo es producto de la violencia a la que ha sido sometida esta casa periodística durante todo este tiempo”. Dávila hizo un llamado a la comunidad internacional “para que observe lo que sucede en nuestro país con el hostigamiento permanente a los periodistas y medios de comunicación y cómo desde el poder central ese hostigamiento se promueve en cabeza del presidente”.
Durante la hora de la protesta, el vestíbulo del edificio que lleva el nombre del medio de comunicación se convirtió en un atrio de discursos. En redes circulan videos en los que se observa a uno de los líderes del movimiento explicar su irrupción en el lugar. “Hoy nos hemos tomado, pacíficamente, para decir no a la desinformación”, indicaba mientras sostenía las coloridas banderas del pueblo misak, nasa y pijao. “No estamos de acuerdo con estos medios de comunicación perversos, tendenciosos, asesinos y, además de asesinos, mentirosos”, señaló, refiriéndose a los medios en general, aunque enfocado en Semana, que ha publicado la mayoría de los últimos escándalos que han salpicado al presidente Petro.
El hombre se presentó como un líder del Movimiento de las Autoridades Indígenas del Suroccidente colombiano (AISO), que reúne a 52 autoridades tradicionales de ocho departamentos y ha liderado protestas simbólicas muy sonadas, como el derribo —en dos ocasiones— de la estatua del conquistador Sebastián de Belalcázar en Cali, tras un juicio en su contra.
Muchas de las críticas y arengas de quienes protestaban en el edificio de Semana tuvieron como objeto a Vicky Dávila en particular. Sin embargo, también apuntaron a otras casas periodísticas, a las que señalan por ser propiedad de empresarios y, según ellos, servir a sus intereses. “Están mintiendo (...). Es un ‘opinadero’ perverso desde aquí de Bogotá”, dijo el líder de AISO en su intervención. Incluso señaló a los medios de ser un actor del conflicto armado. “Los periodistas disparan al pueblo colombiano, al campesinado. Hoy todo lo que haga Petro es malo para estas empresas privadas, pero no se reconoce a este Gobierno alternativo”. En contraste los medios, según él, han guardado silencio a lo largo de 200 años de corrupción.
Detrás de los torniquetes de acceso que habían sobrepasado, Édgar Velasco, secretario general de la AISO, también hizo fuertes declaraciones: “Hay un monopolio de medios que ha construido una verdad oficial que solamente les sirve a los más poderosos (…) Pero desde este lugar queremos decir: Nunca más medios que le sirvan solamente a los poderosos sino medios que contribuyan al esclarecimiento histórico de este conflicto armado tan largo”. Hombres, mujeres y niños repetían “nunca más”, aunque hablaban la mayoría del tiempo en sus lenguas nativas.
Vicky Dávila ha estado en el foco de la opinión pública: fue quien reveló el escándalo de Laura Sarabia, la exjefa de gabinete de Petro, y quien luego publicó unos audios de Armando Benedetti, el primer embajador en Venezuela de este Gobierno, en los que se sugería una posible financiación ilegal de la campaña presidencial de Petro, que él había liderado. Dávila luego señaló que el dinero que le habían robado a Sarabia ascendía a 3.000 millones de pesos que pertenecerían al presidente, algo que no se ha demostrado.
Al final de la tarde, el presidente reaccionó a los hechos. “Rechazo que se ejerza violencia sobre cualquier medio de comunicación. Toda la sociedad, incluido el presidente, tiene derecho a expresarse sin violencia”, publicó en su popular cuenta de X — antes Twitter—, no sin desaprovechar la ocasión para lanzar una crítica a su antecesor, Iván Duque. “Miren quién violó el derecho a la libre expresión cuando cortó las redes de internet. Eso no debe volver a suceder en Colombia”, escribió, citando una información sobre una sentencia de la Corte Constitucional.
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) se refirió al incidente en sus redes sociales, donde afirmó que, aunque reconoce el derecho ciudadano a protestar y a reclamar a la prensa, no tolera “hechos intimidantes” contra los periodistas, “que son esenciales para garantizar el pluralismo informativo y el debate democrático”. También aclaró: “El rechazo a estos hechos no debe confundirse con una estigmatización contra el movimiento indígena ni una invitación a hacer declaraciones discriminatorias en su contra”. Finalmente hizo una invitación al diálogo entre “todos los sectores de la sociedad colombiana” y pidió a las autoridades investigar lo sucedido.
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