El contraataque de Gustavo Petro
Tras dos semanas de aturdimiento, el regreso del ‘caso Odebrecht’ a los titulares llevó a su zona de confort a un presidente que ha hecho carrera como político crítico del establecimiento
“La mejor defensa es el ataque”, dice un viejo refrán, una de esas frases comodín que a veces explican una situación. En este caso, refleja el cambio de actitud del presidente Gustavo Petro frente a las revelaciones de la supuesta financiación ilegal de su campaña en 2022. Tras dos semanas de atonía, en las que el primer mandatario de izquierdas de la Colombia contemporánea se mostró aturdido por el anuncio de su hijo primogénito de que probará ese ingreso de dineros ante la Fiscalía, regresó el crítico activo. El presidente retomó fuerza no como mandatario, sino con la faceta con la que hizo su carrera y llegó a la presidencia: la de un político opositor del establecimiento y de la derecha. Regresó a su zona de confort.
El giro inició gracias a un hecho externo: el anuncio de un acuerdo entre el Grupo Aval, el gran conglomerado financiero y de construcción de propiedad del magnate Luis Carlos Sarmiento Angulo, y las autoridades de Estados Unidos. En el pacto, Aval acepta su responsabilidad por el pago de sobornos para adicionar la vía Ocaña – Gamarra a una concesión vial que ya tenía junto con la brasileña Odebrecht, la de la doble calzada llamada Ruta del Sol 2. Petro reaccionó a la noticia con fiereza: pidió a todos los políticos devolver la financiación que hubieran recibido de Aval, un grupo sólido, con trayectoria de décadas y que incluso cotiza acciones y títulos de deuda en Nueva York.
El presidente fue más allá y este jueves acusó a la Fiscalía de haber permitido que escaparan los directivos brasileños involucrados y de no hacer su labor investigativa en Colombia por sus relaciones con los políticos tradicionales. “Los intermediarios, la mayoría, están libres, pero no sabemos a dónde llegó la plata. Y no sabemos a dónde llegó la plata porque la plata llegó a los del poder político”, dijo en un encuentro internacional sobre lucha contra la corrupción. Ya el martes señaló que el caso no puede quedarse en la justicia estadounidense, por lo que pidió a la Fiscalía que investigue a los destinatarios de las coimas y ordenó que la Cancillería colabore con Estados Unidos y Brasil para establecer los daños que el Grupo Aval y Odebrecht le han generado al Estado colombiano. “Los brasileros que incurrieron en delitos en Colombia gozan de total impunidad y Odebrecht no ha pagado un peso de las multas impuestas en Colombia”, lamentó.
En el pasado, Petro ha sido fuerte crítico de Aval, de Sarmiento y de Martínez. Como senador, él mismo hizo sonados debates de control político por el caso Odebrecht. Así lo recordaron esta semana tanto él mismo desde su cuenta de X- o Twitter- como la página oficial de la Presidencia de la República. Las críticas de Petro no se limitan al escándalo judicial, pues también ha señalado que Aval concentra mucho poder por manejar una de las dos grandes administradoras de fondos privados de pensiones, bancos que suman el 25% de ese mercado y varias concesiones viales importantes.
El contraataque del presidente, sin embargo, no se ha limitado al caso Odebrecht y a sus protagonistas. En el mismo encuentro de este jueves, por ejemplo, amplió ese horizonte. Al referirse a los pocos avances de la justicia transicional creada en el Acuerdo con las FARC frente a los terceros civiles responsables de delitos en el conflicto, dijo que no ha avanzado porque ellos tienen el poder en Colombia. “Ellos son los dueños del Estado. ¿Y entonces? Eso es lo que se llama un régimen de corrupción. Ese régimen de corrupción no se desbarata si no hay una transformación de la misma sociedad”.
En los días previos, Petro dio más declaraciones o hizo otros anuncios que muestran esta nueva fase y su regreso a una retórica que tiende a la exageración para probar sus puntos. El miércoles, en un encuentro de caficultores en Pitalito, dijo que no se puede cultivar maíz en Colombia por el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos —el país importa alrededor del 79% del maíz que consume, pero produce el otro 231%, según la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales. Para el presidente, cultivarlo podría producir 1,2 millones de empleos, una cifra sumamente optimista, pues hoy toda la agricultura, ganadería y pesca emplea a 3,2 millones de personas, según el DANE, y el gremio calcula que produciría unos 120.000 trabajos. Más allá de las hipérboles, el contraataque era claro: como consecuencia de eso, el presidente anunció “que aquí comienza la renegociación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos”. Esa postergada propuesta de campaña, compleja y demorada de llevar a cabo, refuerza la imagen del crítico del establecimiento.
En ese mismo evento, el presidente lanzó otro desafío, esta vez contra la Federación Nacional de Cafeteros, un gremio privado de caficultores que tiene una relación muy imbricada con el Gobierno. Petro ha mantenido distancia con ella desde que pidió la renuncia al gerente anterior, Roberto Vélez, e intentó poner una de su cuerda, pero fracasó. En su lugar, la junta directiva, en la que se sientan dirigentes cafeteros de 15 departamentos, eligió a Germán Bahamón, un empresario que ha pasado por lo público de la mano del opositor partido de centroderecha Cambio Radical. En el evento, Petro recordó que el vínculo entre la Federación y el Estado pasa por el manejo de una bolsa de recursos pública, el Fondo Nacional del Café. Y, como buen contraataque, lanzó una amenaza: “Si la Federación Nacional de Cafeteros no se reestructura de acuerdo a la base cafetera, se acaba el Fondo Nacional del Café”.
Para el analista Andrés Mejía Vergnaud, Petro no está a la ofensiva porque sea una estratagema, sino porque es la manifestación de quién es el presidente. “El papel de denuncia es el que mejor sabe hacer y en el que se siente más cómodo. En este caos, además, incluye objetivos de su lucha de años atrás, como las críticas a Sarmiento Angulo y a Néstor Humberto Martínez. Es posible que eso le sirva para tratar de desviar la atención, pero tiendo a pensar que la motivación original es auténtica. Es coherente además con su mensaje (que seguramente veremos aumentar) de lucha contra la impunidad, que es tan auténtico como estratégico”, explica. “Al final, es una reacción natural, lo cual no impide que sus asesores de comunicaciones celebren el efecto que produce”.
Petro regresó a su zona de confort, la de la denuncia de los poderes establecidos. Su visión, según explicaba hace pocas semanas en una entrevista con María Jimena Duzán, es que ser presidente no equivale a tener el poder, que a su juicio reside en estructuras económicas o políticas ya establecidas. La pregunta es si hacer críticas a esos poderes tiene la misma fuerza estando en la oposición, como estuvo él durante décadas, a cuando se está en el solio presidencial y tiene en su mano la enorme fuerza del mandatario en un país presidencialista.
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