La última jugada de Jaime Saade para evitar la extradición a Colombia, en manos de un juez imputado por corrupción
El Gobierno colombiano asegura que la solicitud para que el condenado cumpla su pena en el país se ha trasladado al Ministerio de Exteriores de Brasil
Se suele decir que la justicia es lenta, pero 29 años parecen demasiados. A Martín Mestre le empieza a pesar cada día que pasa. Después de tres décadas persiguiendo al asesino de su hija, el 1 de mayo de este año, el condenado Jaime Saade fue detenido en la que hasta ahora ha sido su última huida. Fue localizado en una pensión en Brasil, el país donde se había ocultado con una identidad falsa y llevaba una vida en apariencia normal, casado y con dos hijos. Días antes, la Suprema Corte había fallado a favor de su extradición a Colombia. Solo quedaban los trámites entre los dos países, pero Saade, desde una prisión brasileña, sigue luchando para evitar la cárcel. Su última petición es que un juez colombiano dé por prescrita la condena. La medida desesperada ha caído en manos de un magistrado de Barranquilla imputado por corrupción. Mestre se lleva las manos a la cabeza. Lo que le faltaba a esta historia interminable es un juez cuestionado.
El Gobierno de Colombia asegura que desde el primer día está trabajando en la solicitud de extradición, a la espera de que Brasil oficialice los pasos a seguir. Como con cualquier otra extradición, la decisión última es del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. La Cancillería colombiana, en un comunicado, asegura que Saade “debe ser enviado a Colombia para el cumplimiento de la pena impuesta por el delito de homicidio en concurso con acceso carnal violento. Este pedido ha sido reiterado al Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, canal de comunicación diplomático para estos efectos”.
Por ese lado, aunque hayan pasado ya tres semanas desde su detención, Mestre y sus abogados están tranquilos. Los casos de extradición nunca son inmediatos, así que esperan que tarde o temprano Saade será trasladado a Colombia para empezar a cumplir su condena. Ese es el único deseo de Mestre desde que enterró a su hija en los primeros días de 1994, cuando el principal sospechoso de su muerte y violación había desaparecido de Barranquilla sin dejar rastro. Sin embargo, este último cartucho legal del condenado los mantiene intranquilos.
La relación del juez barranquillero Jorge Eliécer Mola Capera con el caso se remonta a 2021. Entonces, Saade acababa de ser detenido en Brasil, gracias a la labor de detective que desarrolló Mestre a lo largo de tres décadas y que dio con él en la ciudad de Belo Horizonte. Fue entonces cuando la Suprema Corte, en un polémico fallo, rechazó la extradición por considerar que el caso había prescrito en Brasil y dejó libre al condenado por el homicidio y la violación de Nancy Mariana. Al juzgado de Barranquilla había llegado en esos meses una solicitud de la defensa de Saade para rebajar su condena. El magistrado Mola decidió rebajarla de 27 a 24 años. Ahora, ese mismo juez podría dictar la prescripción de la sentencia.
En enero de este año, la Fiscalía General de la Nación le imputó a Mola Capera los delitos de fraude procesal y prevaricato por acción por usar su cargo para favorecer de forma irregular a terceros en un caso de una herencia. El abogado y apoderado de Martín Mestre Raúl, Rafael Romero del Río, ha solicitado la recusación del magistrado, pero por el momento el juez no ha respondido a la petición. “En Derecho todos sabemos que eso no ha prescrito, estamos tranquilos, pero la incertidumbre es que esté en manos de este magistrado”, explica el letrado.
La abogada barranquillera Margarita R. Sánchez, socia de Miller & Chevalier (Washington), que ha apoyado a Mestre en los últimos años, después de que la Corte Suprema brasileña negara la extradición por primera vez, también está inquieta. Sánchez y un equipo de abogados desde EE UU y Brasil lograron que la Corte revirtiera ese fallo, algo que nunca había ocurrido hasta ahora en un caso de extradición. “Sería absurdo jurídicamente hablando, pero si este juez declara la prescripción, Saade quedaría libre”, sostiene Sánchez. Ella, en varias cartas, ya ha alertado al Gobierno colombiano de la situación.
Mestre se ha acostumbrado a vivir con la intranquilidad siempre presente desde que Nancy Mariana salió de casa en compañía de Saade para celebrar el año nuevo de 1994. Los dos jóvenes se conocían desde hacía algún tiempo y habían quedado un par de veces. En la madrugada de aquel día, Nancy fue trasladada en un coche de la familia Saade a una clínica con un disparo en la cabeza, alegaron que había intentado suicidarse. A Jaime nadie lo volvió a ver por Barranquilla, se lo tragó la tierra sin dar una explicación. La joven, de 18 años, murió a los nueve días.
Un juez condenó a Saade en ausencia a 27 años. Desde entonces, Martín ha dedicado su vida a encontrarlo. Lo localizó, lo detuvieron, la Corte Suprema negó su extradición, volvió a quedar libre, la Corte Suprema revocó su decisión y aprobó su traslado a Colombia, Saade intentó escapar una última vez, pero su huida no duró mucho. Desde el 1 de mayo está en prisión esperando a ser enviado a una cárcel colombiana. Ese fue uno de los últimos días felices de Martín, al que la tristeza lo acompaña desde hace tres décadas.
Parece que la suya es una carrera sin final, en la que ahora se ha cruzado un juez imputado al que considera impredecible. Las palabras de la Cancillería este martes es a lo que se agarra este padre incansable: “Este Ministerio continúa atento a la notificación oficial por parte de las autoridades brasileñas sobre la fecha efectiva en que será concedida la extradición solicitada por Colombia”. Si ese día llega, Martín Mestre volverá a dormir tranquilo.
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