Detenido en Brasil Jaime Saade, el colombiano que huyó durante 30 años tras asesinar a una joven en Barranquilla
El condenado, cuya extradición fue aprobada hace dos semanas, estaba prófugo y fue localizado en una pensión de Alagoas, a 2.000 kilómetros de su domicilio en los últimos años
La huida eterna del colombiano Jaime Saade acabó este lunes. El pasado se le ha echado encima. El condenado por la violación y la muerte de Nancy Mariana Mestre, que llevaba 29 años burlando a la justicia, fue detenido por la policía de Brasil, en su último intento de escapar, según confirmó a este diario la Policía Federal de Alagoas. Saade llevaba tres días prófugo cuando fue localizado por los agentes en una pensión a 2.000 kilómetros de Belo Horizonte, la ciudad brasileña en la que vivió los últimos años con una identidad falsa, esposa e hijos. El Tribunal Supremo de Brasil aprobó hace dos semanas su extradición a Colombia, pero él estaba en libertad cuando se dictó el fallo, lo que abría la posibilidad de una nueva huida. Esta vez no tuvo éxito, tres décadas después del crimen, Saade está más cerca que nunca de ser entregado a la justicia colombiana. Como con cualquier otra extradición, la decisión última será del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
“Estoy muy emocionado, al fin se va a hacer justicia”, dijo a EL PAÍS el padre de la joven, Martín Mestre, después de recibir la noticia del arresto. No hay un solo día desde el 1 de enero de 1994 en que este padre haya dejado de buscar al asesino de su hija, al que nadie volvió a ver en Barranquilla desde entonces. Fue su empeño el que motivó una búsqueda de película en la que la última parte tendrá que escribirse ahora en Colombia, con la entrada de Saade en la cárcel. Mestre ha estado muchas veces ante la oportunidad de ver al asesino de su hija entre rejas, pero nunca hasta ahora lo había tenido tan cerca. A pesar de la decena de reveses que se ha encontrado en el camino, siempre se negó a dar el caso por perdido.
La Interpol había emitido una alerta roja estos días titulada “prófugo de la justicia colombiana” para reactivar la búsqueda de Saade con el fin de entregarlo a Colombia para cumplir condena, y Mestre ya había advertido de su temor a que volviera a escaparse y desapareciera para siempre, porque el crimen prescribe en breve.
El asesino de su hija fue localizado este lunes por la mañana en una pensión de Marechal Deodoro, una ciudad cercana a Maceio, capital de Alagoas, por un equipo conjunto de la Policía federal y de la Policía Militar expresamente llegado desde Belo Horizonte, ha explicado por teléfono el agente Ricardo José desde la comisaría de Maceio, donde ha quedado detenido. Los agentes le siguieron el rastro desde la ciudad donde se construyó una nueva vida y la ciudad donde buscó refugió para evitar ser devuelto a su patria para cumplir condena.
“Me ha dicho que llevaba tres días prófugo”, añade el policía. Dice también que Saade intentó huir en un primer momento al verse descubierto, pero que inmediatamente se entregó sin oponer resistencia. Estaba solo en el momento del arresto y se encuentra tranquilo. Los siguientes pasos son que el asesino se someta a una audiencia de custodia en Alagoas este lunes o el martes antes de ser trasladado a Belo Horizonte, donde proseguirán los trámites para su entrega a la justicia colombiana.
La última vez que Mestre vio a Saade fue la madrugada del primer día del año 1994. El joven pasó por su casa a recoger a Nancy Mariana, que tenía 18 años, para celebrar juntos el año nuevo. Se habían conocido hacía pocos meses y habían salido un par de veces. Su padre le había pedido a su hija que regresara en un par de horas, pero cuando se despertó, cuatro horas después, Nancy no estaba en casa. La encontró poco después en un hospital de Barranquilla, un tiro le había atravesado la cabeza. Murió a los nueve días, sin salir nunca del coma.
A su acompañante no se le volvió a ver nunca más. Un juez lo condenó en ausencia a 27 años por el homicidio y la violación de la joven. Mestre se propuso no parar de buscarlo hasta dar con él. Lo hizo 26 años después, en 2020. Para entonces, Mestre ya era un experto investigador. Había hecho cursos y se había pegado a policías y comandantes para que el caso no se olvidara. “He sido como Forrest Gump, que se sentaba en la parada del autobús y le contaba su cuento al que llegaba”, decía hace unos días a este diario. A través de varios perfiles falsos en redes sociales, las pistas lo llevaron a Brasil, concretamente a la ciudad de Belo Horizonte, donde lo encontró la policía.
En esta ciudad brasileña con un clima parecido a su natal Barranquilla, Saade se había convertido en Henrique dos Santos Abdala. Se había casado y tenía dos hijos, vivía como un ciudadano cualquiera, pero ocultando su pasado criminal. El día de la detención, cuando Mestre recibió la noticia salió al jardín de su despacho y se arrodilló en el suelo para dar gracias a dios. Pensó que ya lo tenía. Pero se equivocaba.
Colombia solicitó la extradición pero la Corte Suprema de Brasil, contra todo pronóstico, falló en contra. Dos jueces votaron a favor y dos consideraron que el delito ya había prescrito. Un quinto magistrado se encontraba ausente ese día y se decidió que el empate beneficiaba al condenado. Saade volvió a ser libre.
Todo parecía perdido otra vez hasta que un despacho de abogados en Washington se interesó por el caso. La abogada barranquillera Margarita R. Sánchez, socia de Miller & Chevalier (Washington), se enteró de la historia a través de una amiga y se puso a trabajar en el asunto, sin cobrarle ni un peso a la familia Mestre. El caso era tan complicado como conseguir que la Corte anulara su fallo anterior y volviera a debatir la extradición, algo que nunca había pasado antes. Alegaron que el empate no era válido para resolver un tema como este y que el delito no había prescrito. La Corte no solo aceptó la demanda, sino que invalidó su primer fallo y aprobó la entrega del condenado a Colombia en medio de un poderoso alegato en contra de la violencia machista.
Desde entonces han pasado dos semanas, en las que Martín y el resto de la familia ha contenido la respiración, imaginando a Saade huyendo otra vez. No iban desencaminados, eso intentaba el prófugo una vez más. La huida acaba de terminar.
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