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Números rojos en temporada alta: el turismo colombiano sin Viva y sin Ultra

El mercado aéreo se prepara para una menor oferta de sillas bajo coste, y los hoteles y restaurantes para recibir menos clientes

Camilo Sánchez
Calles vacías de Cartagena de Indias.
Calles vacías de Cartagena de Indias.

Mientras las aerolíneas de bajo coste Viva Air y Ultra aguardan en sala de espera para su probable liquidación, la temporada alta de vacaciones de mitad de año se acerca, y la crisis amenaza al turismo local. De hecho, a pesar de que en el primer trimestre de este año la cifra de viajeros movilizados creció el 5% frente al mismo periodo de 2022, el registro de pasajeros para traslados nacionales ya muestra un retroceso de -5.4%, según datos de la Aerocivil. Entre las rutas que se han visto más afectadas, según cálculos de la Asociación Nacional de Agencias de Viaje y Turismo (ANATO), se hallan destinos del Caribe como Sincelejo, San Andrés o Santa Marta.

Los daños que ha dejado la crisis de las aerolíneas low cost tensarán las cuerdas durante los tres meses de temporada alta que se aproximan. En especial con la llegada masiva de extranjeros, que durante el primer trimestre de este año ya se ha incrementado en un 49%, alcanzando 1,4 millones de visitantes. Una de las primeras preguntas que se abren es si las aerolíneas tradicionales serán capaces de absorber los pasajeros que movilizaba Viva, que llegó a ser la segunda por número de rutas operadas y viajeros transportados en el mercado local antes de la pandemia.

Entre Viva y Ultra, de hecho, copaban un 25% del mercado nacional. Juan Camilo Pardo, analista de la financiera Corficolombiana, advierte sobre un probable incremento de precios de los tiquetes a raíz de la reducida oferta: “Ese encarecimiento de los precios tiene un impacto directo sobre el sector hotelero y el sector turístico del país. El segmento de la población que viajaba en las aerolíneas de bajo costo tendrá menos incentivos para viajar y seguramente se lo pensará dos veces antes de comprar tiquetes más costosos en aerolíneas tradicionales”.

Y Paula Cortés, presidenta de ANATO, se muestra escéptica de que la situación cambie a corto plazo: “Las afectaciones son muy grandes para el consumidor, las agencias de viaje, el sector turístico”. La directiva recuerda que el 65% de las ventas de pasajes de Viva se efectuaba directamente con la compañía, pero el 35% restante se canalizaba a través de las agencias de viajes. “Sobre todo en grupos, en excursiones, que son muy frecuentes en junio y julio con las vacaciones de colegio y cuando las familias más salen”, dice. Cortés llama la atención sobre la falta de claridad en la suerte de las compras ya realizadas a través de agencias. A día de hoy, dice, no queda claro que vayan a ser reembolsados.

Cartagena, Medellín y San Andrés, señala a su vez Juan Camilo Pardo, serán las tres ciudades más afectadas del país: “Ya se vio de forma palpable en las cifras de semana santa en San Andrés. Al revisar la proporción que representa el turismo sobre el PIB de cada una de estas ciudades, es evidente que se avecina un panorama de contracción en el sector de alojamiento y restaurantes de aproximadamente un 0,8%”. Esa proyección contrasta con el 1% de crecimiento estimado por Corficolombiana antes del cese de operaciones de las dos líneas aéreas.

La experta en el sector Claudia Velásquez vaticina por su parte un pulso intenso entre las aerolíneas restantes para sacar el mejor provecho de la coyuntura. “Recordemos que una de las grandes molestias recientes surgió a raíz de que Latam incorporó cinco aeronaves de la flota de Viva y contrató personal de la empresa, precisamente para empezar a prepararse a hacer de la situación que viene”, explica. Fuentes del sector aseguran que tanto Avianca como Latam, los dos grandes jugadores del mercado aéreo nacional, se encuentran en el proceso de buscar métodos para aumentar sus frecuencias y rutas y así ocupar el espacio abandonado.

Es una situación paradójica en el caso de la aerolínea bandera de Colombia, que desde hace semanas ha rechazado las condiciones impuestas por los entes reguladores para oficializar, finalmente, su accidentada fusión empresarial con Viva. La respuesta de Avianca, que había adquirido desde el año pasado la totalidad de las acciones de la low cost paisa, es que los requisitos hacen inviable la operación. El chileno Adrian Neuheuser, presidente de Avianca, declaró en una entrevista con el diario Portafolio que Viva estaba “condenada a perder hasta 100 millones al año” y que, de haber aceptado los términos de la Aerocivil, la empresa estaba abocada a perder cientos de millones de dólares anuales.

Ultra tenía un 6% de participación en el mercado y con su posible liquidación penden de una puntilla unos 1.941 empleos, que se suman a los más de 4.000 de Viva. ANATO, con información cruzada de las agencias de viajes, ha tasado en más de 30 mil millones de pesos las posibles pérdidas para este año por cuenta de los depósitos de ventas de las dos aerolíneas en vía de desaparición. “El mercado está muy golpeado y la confianza del consumidor está muy golpeada”, explica Paula Cortés, “hoy los que quieren viajar, o pueden viajar, están buscando a las aerolíneas nacionales e internacionales más reconocidas”.

¿Cómo recobrar la confianza? Responde Cortés: “Lo que hay que buscar es que, en adelante, las superintendencias y la Aeronáutica, junto al Ministerio de Transporte, ejerzan una verificación a lo largo del año del estado financiero de cada una de ellas. Tenemos un gran reto para seguir jalonando la industria turística y que no haya repercusiones mayores en lo que queda de un año ya de por sí muy convulsionado”.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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