El GEA frena la maniobra de los Gilinski para tomar el control de sus empresas matrices
Un 58,4% de los accionistas de Grupo Sura aprobó que sus directivos voten en las asambleas de otras sociedades del conglomerado paisa
“Esta guerra hay que pararla porque así no se pueden hacer negocios”, manifestó airado la mañana del viernes el expresidente de Bancolombia Carlos Raúl Yepes, durante la segunda reunión de la asamblea de accionistas del Grupo Sura celebrada en Medellín. “Nadie me obligó a venir aquí”, continuó el empresario paisa, “pero no me podía quedar callado”. Se refería a las últimas maniobras de la batalla corporativa más enconada en décadas, que enfrenta en Colombia, desde noviembre de 2021, a decenas de pequeños accionistas con la familia Gilinski, una de las más ricas del país. El objetivo final es el control del llamado Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), el conglomerado más poderoso del país.
Una hora antes de que Yepes pronunciara sus palabras en Medellín, sobre las 7.55 de la mañana, ya había empezado otra asamblea extraordinaria del mismo grupo y en el mismo lugar. La primera reunión había sido convocada por la revisoría fiscal, a cargo de la firma de consultoría Ernst & Young, tras una demanda presentada ante la Supersociedades, encargada de auditar a la mayoría de empresas del país, por Jaime Gilinski.
El objetivo de la demanda del tercer hombre más rico de Colombia era evitar que los representantes legales de Sura votaran en la asamblea de Nutresa, otra de las tres compañías matrices del GEA, lo que dejaría a los magnates caleños con los votos suficientes para definir la mayoría de puestos de la junta directiva y así controlar a Nutresa. Esa reunión, en la que la compañía de alimentos elegirá su junta directiva, se celebrará el lunes 11 de abril. La Superintendencia había suspendido cautelarmente el derecho a voto, con una salvedad bastante laxa: en caso de que los directivos lo autorizaran explícitamente, los apoderados podrían recuperar la votación.
Lo cierto es que ni siquiera hubo quórum para la esperada primera reunión. Gilinski no se presentó en el Centro de Convenciones Plaza Mayor, y con los asistentes solo se sumaba el 1,1% de las acciones de la compañía. Para la segunda reunión, esta vez con un 99,7% de quórum, la asamblea de Sura votó con un 58,4% a favor de mantener intacta la representación de sus delegados en las reuniones de accionistas de las otras sociedades del enroque paisa.
La Supersociedades deberá pronunciarse de fondo sobre la demanda, en la que los Gilinski se declaraban perjudicados bajo el argumento de que, debido a la estructura cruzada del accionariado del GEA, se configura un posible conflicto de intereses: las juntas directivas de las empresas terminan eligiendo a su vez a sus jefes en otras sociedades. El Grupo Sura, por su parte, recusó al superintendente delegado de supervisión societaria, Carlos Mantilla, el funcionario que firmó la decisión de aceptar la demanda y suspender preventivamente el derecho a voto. Tras las dos asambleas de Sura, sumadas a las conclusiones similares cosechadas el jueves tras la asamblea de Argos, la tercera matriz, los resultados podrían interpretarse como derrotas parciales para los Gilinski.
“Quiero agradecer a las 100.000 personas que trabajan en la organización”, afirmó en la mañana del viernes un sosegado Jaime Gilinski, “y 30.000 en Grupo Sura por todos los esfuerzos que han hecho en los últimos 12 meses”. Desde su llegada al grupo, añadió, “las acciones de Sura han subido más de 100%. Creo que ese es un reflejo que ha valorizado las acciones de todos los accionistas”. Y en la misma línea del expresidente de Bancolombia, a quien agradeció sus palabras, hizo un llamado a “tratar de evitar los conflictos” y a seguir “adelante” porque todos tienen “un compromiso con Colombia”.
La familia, tras haber desembolsado más de 2.900 millones de dólares en año y medio, solo ha logrado hacerse con el control del 39% del Grupo Sura y el 31% de Nutresa, una de las multilatinas de alimentos más grandes de la región. Con el respaldo financiero del jeque Tahnoon Bin Zayed, de Emiratos Árabes Unidos, una figura sigilosa que ha puesto el capital de trabajo. Ante la imposibilidad de los Gilinski de lograr sus metas, el analista financiero Daniel Guardiola opina que quedaron en una posición de no retorno.
“No tiene muchas opciones distintas a seguir adelante”, explica el también director de análisis de renta variable del banco de inversión BTG Pactual. De la misma manera recuerda que la “joya de la corona” en toda esta batalla es Bancolombia, la entidad financiera más grande del país y que es filial de Grupo Sura.
Un asunto que no es nuevo. La familia Gilinski fue dueña de ese banco, pero en 1997 le vendió el 51% a los antioqueños y luego se desató la tormenta. La transacción terminó con acusaciones de engaños y malos manejos de parte y parte. Un abrebocas para el actual conflicto, un cuarto de siglo más tarde.
De hecho, Carlos Raúl Yepes, con cierto tono de hartazgo por la situación, se remontó este viernes en su discurso de 10 minutos ante la asamblea de Sura a los sucesos de finales de los noventa: “Yo lo que quiero es darle mi testimonio, doctor Gilinski. A usted lo respeto y usted me respeta. Nos conocemos hace muchos años, por allá en una época nos dio por comprar una parte mayoritaria del Banco de Colombia. En 1997 el abogado del señor Gilinski en Estados Unidos nos dijo que nosotros los habíamos estafado, y ahí empezó la guerra... Fueron 12 años de sufrimiento donde no vi crecer a mis hijos, solucionábamos una demanda y nos llegaban tres. A los 33 años me reventé, me tuvieron que operar del corazón”.
Tras la ofensiva económica de las ocho ofertas públicas de adquisición (OPA) lanzadas en el transcurso del último año y medio por los Gilinski, la estrategia de este año basculó hacia lo jurídico, frente a los entes de control y los tribunales. Por eso son pocos los observadores que se animan a plantear una posible solución que logre despejar el conflicto. Guardiola recuerda incluso que algunas familias de accionistas tradicionales paisas han viajado a los Emiratos Árabes Unidos, precisamente, para reunirse con delegados del príncipe, muy interesado en Nutresa debido a las ventajas que supondría para un país desértico y con graves complicaciones en materia de seguridad alimentaria.
“Una alternativa para desbloquear la situación”, señala Guardiola, “sería que apareciera un tercero que finalmente incline la balanza para un lado. Todas las familias paisas, miembros de la junta, están muy en contra de Gilinski. Esa persona que destrabe el negocio podría ser el jeque. Él puede ser una salida para evitar el muro contra el que se están chocando los Gilinski al no encontrar vendedores”.
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