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PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA
Tribuna
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Nadie es eterno en el mundo

Gobierno, haga una oferta generosa para los que entiendan que llegó la hora de dejar las armas. Seguro muchos hombres y mujeres del ELN lo están esperando

ELN
Miembros del ELN, en una imagen de archivo.efe

Pero eso lo cree el ELN. Que puede ser eterno. Que con sus premisas de revolución pueden seguir con las armas y con los explosivos para mantenerse vigentes. Y los fracasos en las mesas de diálogos desde hace 30 años les conceden la razón. Cuánta arrogancia han tenido guerrilleros y Gobiernos para no encontrar la rendija para desarmar este ejército sin sentido que se alimenta de las viejas glorias que esgrimían los rebeldes y levantan banderas en nombre de quienes hoy no les reconocen sino el miedo que despiertan.

Hay que simplificar el llamado “enigma de la paz con el ELN”. Sería más fácil poner los puntos sobre las íes y un punto final al argumento sostenido de Antonio García y los viejos comandantes para continuar en la práctica obtusa de la lucha armada. Me incomoda caer en el atajo que descalifica con ligereza la complejidad de un conflicto como el nuestro, pero hasta los más serios y pacientes expertos en la paz y la guerra necesitan ser pragmáticos en determinados momentos de la historia.

No todo puede tener sentido, no todo se puede explicar, y no a todo se le pueden dar largas y justificaciones. En Colombia, la violencia y la corrupción caracterizan un eterno desahucio. Todas las versiones catastróficas se pueden aplicar a nuestra retorcida cotidianidad y, aun así, el accionar de las armas, de todas, sigue siendo la más obtusa forma de buscar conquistar causas, lograr cambios, o ganar liderazgos.

Esto no significa que el ELN sea cualquier cosa. Como su nombre lo define, es un “ejército” que significa que es un cuerpo pensado y diseñado para la guerra. Apelan al terrorismo con explosivos, han sido parte de su identidad y con ellos volaron oleoductos y torres de energía en la época que demandaban soberanía energética. Han realizado atentados y acciones de película, secuestraron aviones, feligreses de las iglesias, comensales de restaurantes; se convencieron de que su mística revolucionaria se debe respetar como a una religión y sus guerrilleros ser vistos como profetas. “Liberación o muerte” han repetido por décadas.

En esta desfachatada caricatura, cabe agregar que es tan elevado el espíritu que anima a los elenos a esperar la llegada de su utopía que no habrá Gobierno local, departamental, o nacional, ni país en el mundo que logre compensar en una agenda de negociación su ambición armada fundacional.

¿Entonces qué hacer? Tomar un camino distinto y acabar con el circulo vicioso de aceptar un ELN eterno. El que se quedó armado esperando la aurora, se quedó.

Un día después de que atentaran contra los soldados en el Catatumbo, se conoció un comunicado del Frente de guerra occidental, que está en el Chocó, en el que dice que “no ve con buenos ojos ese proceso”; que el Gobierno no va a lograr los cambios estructurales, que lo que quieren es una paz neoliberal, que el Clan del Golfo está aliado con los militares, y que lo único que se busca es “el desarme de ELN”.

Es decir, un portazo a la mesa y a la negociación que sus comandantes intentan en la mesa sentados con delegados del primer gobierno de la izquierda que gana unas elecciones en Colombia, lo cual ratifica que habrá siempre, dentro del mundo eleno, los que no tienen la decisión de abandonar la lucha armada. Y ya está bueno.

El Gobierno considera, como los seis anteriores en 30 años, que al ELN le debe creer que aún que es un movimiento guerrillero unido, que tiene control de su estructura y un propósito de llegar a unos acuerdos. Es hora de dudar y actuar como tal en la estrategia de negociación. La oferta de la sociedad por la paz sigue vigente, el Estado trata de compensar sus enormes pequeñeces para cumplir los acuerdos. Sí, y aún hay y habrá desigualdad y discriminación, y clasismo y pobreza y anacronismo. Pero no son los bombazos ni los balazos, los que lograrán cambiar esto. Hoy los cambios los mueve el Twitter.

60 años intentándolo es una eternidad y, como lo dice la canción popular, nada es eterno en el mundo. Gobierno, haga una oferta generosa para los que entiendan que llegó la hora de dejar las armas. Seguro muchos hombres y mujeres del ELN lo están esperando.

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