Petro organizará un foro con la oposición venezolana para desatascar la negociación con Maduro
El presidente se ha arrogado el papel de mediador en la empantanada mesa de México con la intención de organizar unas elecciones presidenciales transparentes en 2024
Tras haberse reunido estos días en Caracas con Nicolás Maduro, Gustavo Petro quiere hacerle un guiño a la oposición venezolana. El presidente organizará un foro en Bogotá en el que reunirá a los opositores al Gobierno chavista, según fuentes gubernamentales. El presidente se ha arrogado el papel de mediador en la crisis política venezolana jugando a tres bandas, con Maduro, los antichavistas y Washington. La comunidad internacional ha empujado para lograr que el año que viene se celebren elecciones presidencias libres y justas que salgan de un acuerdo de la mesa de México, pero la negociación está ahora mismo completamente estancada.
La oposición venezolana no pasa por sus mejores momentos. Sin rumbo, enfrentada, ha visto como Maduro ha vuelto a la escena internacional después de dos años de aislamiento. La mayoría de partidos opositores estuvo de acuerdo en eliminar la presidencia interina de Juan Guaidó y desmantelar así la estrategia apoyada por Estados Unidos y un gran número de países latinoamericanos y europeos para forzar la caída de Maduro. Eso nunca ocurrió, la realidad se impuso: el sucesor de Chávez es el presidente de Venezuela.
Frente a este panorama desolador, los opositores han convocado primarias en octubre para escoger a un candidato único que enfrente a Maduro en unas elecciones que deben celebrarse en 2024. El Gobierno de Joe Biden se acercó al chavismo tras el inicio de la invasión rusa en Ucrania en busca de alternativas energéticas al gas de Moscú. De ese acercamiento sorprendente e inesperado salió un acuerdo para que la petrolera Chevron pudiera saltarse las sanciones internacionales y operara en Venezuela. Washington, a cambio, pedía que Maduro volviera a negociar con la oposición en la mesa de México y diera muestras inequívocas de querer normalizar la vida política venezolana.
En noviembre del año pasado todo parecía haber echado andar. El presidente de la Asamblea de Venezuela, Jorge Rodríguez, mano derecha de Maduro, acordó con la oposición desbloquear los activos venezolanos en el extranjero, que se cuentan por varios miles de millones de dólares. Ese dinero suponía una inyección importante para el chavismo. Hubo apretón de manos entre las partes y la promesa de volverse a reunirse en breve. Un acuerdo humanitario que ayudase a los millones de venezolanos que han abandonado el país se gestaba en paralelo. Sin embargo, el chavismo no se ha vuelto a sentar a dialogar porque asegura que la Casa Blanca no ha cumplido con su palabra y no ha liberado el dinero estancado en instituciones como el Banco de Inglaterra y las cuentas en Nueva York del Banco Central de Venezuela.
La cuerda parecía a punto de romperse. Rodríguez endureció el tono hace dos semanas al condicionar el diálogo al levantamiento de sanciones de Estados Unidos —Caracas culpa de sus estrecheces económicas a las más de 700 sanciones que pesan sobre el país—. Washington no lo va a hacer bajo ningún concepto, ya que considera que el chavismo sigue inmóvil y no tiene ninguna intención de abrir la mano. “Los chavistas siempre ponen alguna excusa para no cumplir, es la misma historia de siempre”, señala una fuente del Gobierno norteamericano.
Con esas posiciones férreas, la gran perjudicada es la oposición. Es ahí donde entra Petro. Aunque el país mediador es Noruega, ha sido el presidente de México el que ha llevado la iniciativa en los últimos meses. La idea de Petro es abrir un espacio de diálogo en Bogotá con los partidos de la oposición. Guaidó y otros dirigentes opositores han criticado con dureza al mandatario colombiano por restablecer relaciones con Maduro, al que consideran un presidente autoritario. Esta será la oportunidad para salvar esas rencillas y consensuar un mensaje común con el que convencer al chavismo de regresar a México. Petro está convencido de que su éxito en política exterior pasa por instaurar una democracia liberal —así la llama él— en Venezuela, semejante a la de otros países de la región.
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