La paz total: no a cualquier precio
Petro ha puesto límites a la negociación con los grupos armados al romper el alto el fuego con Clan del Golfo
La paz total no se va a llevar a cabo a cualquier precio. Gustavo Petro llevaba semanas recibiendo quejas por su política de seguridad. Le acusaban de ser demasiado laxo a la hora de combatir el crimen, todo por llegar a acuerdos con los grupos armados. Había desmoralizado a los militares, le decían. Humillaba a la fuerza pública con su pasividad, le acusaban. La paciencia del presidente, sin embargo, se ha agotado.
Petro anunció la tarde del domingo que suspendía el cese al fuego bilateral con el Clan del Golfo. No más. El grupo, una herencia del paramilitarismo, seguía imponiendo el terror en los territorios en los que opera y no daba ninguna impresión de que estuviera preparado para un diálogo de paz. Exigía una mesa negociación similar a la del ELN o a la que va a tener el Estado Mayor Central, una de las disidencias de las FARC, pero nunca estuvo cerca de conseguirla. El Gobierno no le reconocía estatus político, sencillamente le ofrecía someterse a la justicia con algunos beneficios penitenciarios. Al final, todo ha saltado por los aires.
El presidente, eso sí, continúa con otras tres negociaciones abiertas, con el ELN, el Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia. Este es el estado de las negociaciones:
El ELN, piano piano si arriva lontano
Poco a poco se llega lejos. El proceso de paz con el ELN es el más sólido de todos, detrás hay una historia y una serie de intentos que han marcado el camino. El Gobierno y la guerrilla acordaron en el segundo ciclo de diálogos, que se celebró en la Ciudad de México, una agenda que empezará a desarrollarse en La Habana, Cuba. Ahí se plasma un futuro alto el fuego, la eliminación del ELN como grupo armado organizado y la discusión sobre en lo que debe mutar la guerrilla, seguramente en un partido político con más intereses regionales que nacionales. El Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, y el senador Iván Cepeda, dos figuras políticas que se juegan mucho en esta negociación, se han felicitado por los avances y la disposición de los guerrilleros a entenderse y buscar una salida a la violencia.
Eso sí, con sus tiempos. Petro es un negociador ágil, con golpes de efecto, muy al estilo de la guerrilla en la que él militó, el M-19. El reloj interno del ELN, sin embargo, es otro. Lleva 60 años en la selva y muchos de sus cuadros nunca han sido detenidos. Les sobra paciencia. Los anteriores negociadores con las FARC que dejaron otra agenda anterior para negociar con el ELN, Sergio Jaramillo y Humberto de la Calle, han salido a criticar la nueva hoja de ruta. “El ELN le metió todos los goles” al Gobierno de Gustavo Petro, lo que abre la puerta a “una negociación sin fin”, dijo Jaramillo. De la Calle sostiene que el lenguaje es vago cuando se habla de la dejación de armas. “Puede suceder que el ELN busque mantener las armas durante un plazo posterior al acuerdo final, o incluso negarse a su dejación, cuando muchos de los acuerdos ya habrán sido convenidos”, dice el ahora senador. A ellos también les han llovido críticas. Les han recordado que la izquierda, a la que cuestionan ahora, los respaldó sin peros a ellos cuando negociaban algo tan complejo como un acuerdo de paz con las FARC, un documento que cambió la historia del país y sin el cual seguramente Petro no hubiera llegado al poder.
Las disidencias del Estado Mayor Central, el siguiente diálogo
Después de la mesa con el ELN, este es el siguiente proceso de paz que ha anunciado el Gobierno de Gustavo Petro. El grupo, que se autodenomina Estado Mayor Central, es el nuevo nombre con el que se conoce a las disidencias de las extintas FARC, agrupadas bajo la figura de Gentil Duarte y de Iván Mordisco, quien reapareció después de ser dado por muerto por el presidente Iván Duque.
Aunque no precisa una fecha, Danilo Rueda ha dicho que la mesa con este grupo empezará en los próximos días. Tampoco confirma dónde se harán las conversaciones oficiales, ni si existirá o no una zona de concentración para los armados. “Es casi seguro que será en Colombia”, le dijo Rueda a la agencia EFE. Fiel a su estilo de anunciar antes de que ocurran hechos concretos, el Gobierno ha dicho que los mandos de ese grupo se reunirán en los próximos días y ahí ”ellos definen quiénes son sus delegados de mesa y el Gobierno quién es su delegación y se iniciará una agenda, una metodología y una arquitectura”, agregó el Comisionado de Paz.
Sin embargo, la negociación política con ese grupo armado ha causado temor y críticas de los firmantes del Acuerdo de paz de La Habana. Los más de 13.000 exguerrilleros que se desarmaron en 2016 alertan al Gobierno de Petro que va a negociar con disidentes que siguen atacando a los firmantes que sí le cumplieron a la paz. Se quejan de asesinatos y de desplazamientos. “Las organizaciones con las que se pretende negociar la ‘Paz Total’ nos han hecho blanco de sus acciones y su gobierno no atiende nuestros llamados”, le escribió Rodrigo Londoño, Timochenko, exjefe de las antiguas FARC al presidente Petro.
La Segunda Marquetalia, la gran duda
He aquí la gran incógnita de la paz total: ¿Recibirá estatus político este grupo disidente de las FARC o será tratado como una simple organización criminal? La discusión técnica es compleja. Los guerrilleros del Estado Mayor nunca se acogieron al proceso de paz anterior, el de 2016, por lo que ahora pueden iniciar uno nuevo sin la carga del pasado. Sin embargo, la Segunda Marquetalia la componen combatientes que sí lo hicieron, pero que desertaron por el camino. La cuestión radica en si son merecedores de una segunda oportunidad. Hay opiniones para todos los gustos. Timochenko, el que culminó el proceso de paz de esa guerrilla rural y sangrienta, ha salido a pedir que la Segunda Marquetalia también tenga una negociación y no se quede en la estacada.
Este grupo lo lidera un personaje de novela, Iván Márquez, al que se le presupone hospitalizado en Caracas. En julio del año pasado sufrió un atentado del lado venezolano de la frontera en el que perdió varios dedos y una parte del rostro, según una fuente de seguridad. Muchos le dieron por muerto, pero en realidad sobrevivió. Amante del tabaco cubano, sus atacantes le colocaron un explosivo en un puro que se encendió ese día. El propio Márquez es un desertor. Fue jefe negociador de las FARC en La Habana y puedo llegar a ser senador, pero la justicia lo persiguió por delitos de narcotráfico. Después se esfumó y reapareció en un vídeo grabado en mitad de la selva en la que anunciaba que retomaba su lucha armada.
Después del atentado, en algún lugar que no han dado a conocer, Márquez mantuvo en octubre una reunión con Danilo Rueda. Ese fue el inicio de las conversaciones. Desde entonces ha habido muchos vaivenes, no queda del todo claro cuál va a ser el modo de negociar con ellos. “Si la Segunda Marquetalia no tiene estatus político podría acogerse a esta ley (la de sometimiento) si es voluntad de ellos, pero se pueden explorar otras posibilidades. No se descarta la posibilidad de darle estatus político”, ha dicho esta semana el ministro de Justicia, Néstor Osuna. La Segunda Marquetalia ha hecho algunos gestos de buena voluntad, como la liberación estos días de dos secuestrados en Nariño.
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