La oposición le recuerda a Petro que la calle no es de la izquierda
Las marchas contra las reformas movilizaron este miércoles casi al doble de personas que las arengadas por el presidente
El estallido social de 2021 que acorraló al Gobierno de Iván Duque y sacó a miles de colombianos a protestar por todo el país marcó el futuro político de Colombia. Gustavo Petro reconoció este martes que ganó la Presidencia gracias a que la juventud salió entonces a la calle y quiere recuperar ese impulso. Los meses de paz política que acompañaron su llegada al poder el pasado agosto se dan por agotados. La oposición ha elevado el tono contra el Gobierno y empieza a enseñar los dientes. Petro quiere a los suyos enchufados a su proyecto, pero la oposición se niega a dejarle el escenario de la calle. Las marchas contra Petro movilizaron este miércoles casi al doble de personas que las arengadas por el presidente.
Las dos manifestaciones que marcaron la semana mostraron una imagen de lo que está sucediendo en el país. Por un lado, una oposición sin líderes claros que se quedó noqueada tras las presidenciales de 2022, cuando sus partidos tradicionales fueron barridos en la primera vuelta, pero que empieza a despertar del mal sueño de las urnas. La marcha contra Petro mostró que cada vez hay más gente molesta con el Gobierno y un plan de reformas que en las últimas semanas ha cogido velocidad, con la presentación de la sanitaria y la próxima llegada de la pensional y la laboral. La marcha, sin discursos, arrancó y terminó puntual. Los manifestantes casi llenaron la Plaza de Bolívar y, convencidos de su victoria frente a la del día anterior, se dispersaron a la hora del almuerzo.
Petro es un animal político de la plaza pública. Su figura como líder se forjó en los escenarios, ante miles de personas que desde hace años escuchan sus largos discursos entre extasiadas y adormecidas por la buena oratoria del presidente. La izquierda, por la propia historia del país, está más acostumbrada a salir a la calle a la contra que a favor. Incluso cuando acompañaron a Petro durante la campaña electoral detrás existía una forma de protesta contra el statu quo. El presidente convocó a los suyos el martes para mostrar su apoyo a las reformas, pero el plato fuerte de la jornada no era la marcha, sino su discurso final.
La movilización, aunque contaba con mayor organización que la de la oposición, comenzó temprano y acabó tarde. En todo el día no se llegó a ver una columna de gente como la que se juntó el miércoles. Petro había citado a los suyos a las cuatro en la Plaza de Armas, que nunca llegó a llenarse del todo. Él apareció en el balcón de la Casa de Nariño hacia las cinco y mantuvo su discurso durante hora y media. Su tono fue más parecido al de la campaña que al de los primeros meses de la presidencia. Un mensaje más duro, el que lo conecta con sus bases.
A Petro le interesa trasladar la pelea política a la calle. En medio de tantas reformas y tantos frentes abiertos que tiene el presidente, además de una comunicación institucional que tiende al desorden y a la multiplicidad de voces, el mensaje que le llega a la ciudadanía es confuso. El objetivo de la marcha del martes era, en esencia, explicar la reforma sanitaria, aunque al final habló de todo y más. Con un programa de reformas tan amplio, la tensión y la incertidumbre empieza a cundir entre un sector cada vez más numeroso, al que el presidente se refiere como los reacios al cambio.
Estos son los que empiezan a protestar contra el Gobierno. No parecen desacostumbrados a la calle. En Colombia la protesta, como en otros países como el vecino Perú, no es sinónimo de la izquierda. Las marchas contra el proceso de paz del presidente Juan Manuel Santos con las FARC fueron, no solo masivas, sino efectivas. La campaña de la oposición al proceso logró imponer el no a los acuerdos en el plebiscito que promovió el entonces presidente, en uno de los resultados electorales más inesperados que se recuerdan.
En el horizonte no están solo los meses que marcarán el mandato de Petro, con su éxito o no a la hora de aprobar las reformas, sino una cita electoral que configurará el poder territorial. El presidente necesita consolidar su victoria en las urnas en 2022 extendiendo sus apoyos en las elecciones locales y regionales de octubre. Para eso necesita movilizar a su partido, desdibujado desde que llegó a la presidencia y abogó por un gabinete amplio y diverso, que recibió el aplauso de parte de sus detractores, pero dejó fríos a sus acérrimos.
La política colombiana, esa que siempre vive como en una eterna campaña electoral, huele ya las urnas. En octubre la derecha se juega su supervivencia y la izquierda la fuerza de su proyecto. Unos y otros se medirán hasta entonces en las calles.
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