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Reformas en Colombia
Columna
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Grandes reformas en año electoral

Ya se notan grietas en la coalición que pasó como aplanadora los proyectos oficiales en la anterior legislatura

Gustavo Petro
El presidente de Colombia, Gustavo Petro (i), acompañado del presidente del Senado, Roy Barreras (c), y el presidente de la Cámara de Representantes, David Racero (d).Carlos Ortega (EFE)

El año de las grandes reformas del Gobierno de Gustavo Petro comienza también como el año en el que se notan grietas en la coalición que pasó como aplanadora los proyectos oficiales en la anterior legislatura. ¿Podrán hacerlo ahora? Es difícil cuando se suman varios fenómenos políticos que pueden complicar el proceso.

Uno de los más complicados es que se trata de un año de elecciones regionales y en ese escenario cada partido buscará proteger su feudo. Otro reto que tal vez va de la mano con el anterior es la distancia que está tomando el senador y presidente del Congreso Roy Barreras, hombre clave a la hora de alinear a una bancada plural que tiene muchas diferencias en temas claves.

El senador ha sido crítico ante los anuncios de reforma a la salud y transición energética con lo cual se enfrenta a dos ministras que hoy están en el ojo del huracán: la de Salud Carolina Corcho, por una reforma que ha dado mucho de qué hablar sin que se conozca todavía el texto final que se debatirá en el Congreso, y la de Minas y Energía Irene Vélez, quien ha tenido salidas en falso complicadas en los anuncios de la política de transición energética y está acusada de mentir en un documento público usado para argumentar la necesidad de no otorgar más contratos de exploración. El senador Barreras, que ha pasado por las toldas uribistas y santistas, llegó al petrismo como uno de los grandes pilares políticos de la campaña y motor de la bancada en el Congreso. Ahora lentamente toma distancia y al hacerlo puede golpear a la coalición.

El presidente enfrenta también el debate en su gabinete sobre las reformas. Es bien conocida la posición del ministro de Educación Alejandro Gaviria y los reparos que tiene sobre un cambio muy radical en el sistema de salud. Estuvo en ese ministerio seis años y se le reconoce en Colombia por ser uno de los mayores conocedores del sector. Ha dicho que “el sistema de salud debe mejorarse pero no acabarse” y que en el debate no va a ir en contra de sus convicciones. Se sabe también de las diferencias internas en torno a la transición energética y otras reformas. Es un gabinete plural en lo ideológico y lo político y la discrepancia es normal en una democracia. Sin embargo, se puede complicar si el Gobierno no logra sumar en la diferencia y en el camino pierde apoyos importantes.

Cabe preguntarse si el presidente Gustavo Petro se va a radicalizar para defender a capa y espada sus reformas estructurales tal y como las quiere, o si va a mantener el pragmatismo político que aplicó en el comienzo de su mandato y abrirá la puerta a sumar matices a sus ideas. Vale recordar que sorprendió a muchos en los primeros meses de su Gobierno a la hora de armar gabinete y promover la bancada oficial. Mostró una capacidad de ajedrecista para sumar apoyos y tener en su círculo cercano a figuras de diferentes perfiles para acercar a distintos sectores. El suyo, elegido como el primer Gobierno de izquierda, resultó ser en los primeros meses un Gobierno de amplia coalición que no teme repartir burocracia para ganar gobernabilidad. ¿Aguantará esa coalición tan variopinta el debate de grandes reformas en un año de elecciones regionales?

En los últimos días, el presidente llamó “a discutir en las calles las reformas que se avecinan”. Ya no está en campaña, pero sabe que su maquinaria fundamental está ahí. ¿Buscará en la gente el respaldo necesario si llega la hora de pasar de la alianza política amplia a tratar de hacer reformas con menos apoyo de partidos? Lo cierto es que en el Congreso se necesitan los votos y mantener las mayorías es un reto. Hasta el momento ha logrado sacar sus proyectos, pero lo de fondo apenas comienza y en año electoral todos tienen sus intereses, también el Gobierno.

Es claro que el país necesita cambios para superar la inequidad y los inmensos problemas que enfrenta. Cuáles deben ser las prioridades, de qué tamaño debe ser el cambio, a qué velocidad, a qué costo… todo eso genera discrepancias. Ahí cada ideología da respuestas diferentes y tramitar las discrepancias democráticamente no ha sido un talento de la colombianidad.

A Petro y al país les puede servir más sacar reformas posibles que se logren con mayor consenso y construir sobre lo construido, en vez de alimentar confrontaciones parapetadas en posiciones ideológicas inamovibles. A nadie le conviene una radicalización del Gobierno aunque hay sectores que hacen votos porque le vaya mal y algunos hasta hablan de quiebres institucionales. Tampoco es bueno que se radicalice la oposición. Después de décadas de guerra sin acabar de cerrar a Colombia le sirve que gobiernos de derecha, de izquierda, de centro y de todos los colores puedan rotar en el poder dentro del juego democrático y que en el Congreso se debatan todos los temas buscando acuerdos. Por eso creo que es mejor el Petro pragmático que convoca mayorías más allá de la izquierda, dialoga con opositores y busca acuerdos.

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