Abuso sexual y muerte bajo custodia policial: las fallas del Estado colombiano en el caso de Hilary Castro
Una joven de 17 años es violada en el sistema de transporte público de Bogotá por un hombre que ya había sido detenido y puesto en libertad. Él murió bajo vigilancia estatal este domingo
Un caso ha bastado para evidenciar todas las fallas del Estado colombiano cuando se trata de proteger a las víctimas de violencia sexual en Colombia. La historia de Hilary Castro, una joven de 17 años abusada en una estación de Transmilenio, en Bogotá, ha sido el reflejo de lo que se vive en un país donde todavía no se protege a las mujeres y que cuando han sido vulneradas tampoco tiene una respuesta coordinada ni rápida ni efectiva.
A Hilary le fallaron todos. Primero lo hizo un sistema de transporte público que no garantiza la seguridad de las mujeres y que las deja solas. El 31 de octubre, a Hilary la violó un hombre que la intimidó con un cuchillo y la obligó a salir de un bus para violarla en la estación. El abusador, identificado como Juan Pablo González Gómez, lo pudo hacer porque no había nadie que lo impidiera, porque era de noche, porque la policía hace presencia en el sistema de transporte principalmente para sacar a los vendedores ambulantes y para evitar los colados, pero está ausente cuando se trata de garantizar la seguridad de los pasajeros.
Después le falló el sistema de justicia. Si Hilary Castro no hubiera tenido la valentía de grabarse frente a una cámara contando que había sido víctima de una violación sexual, la justicia no se habría esforzado para dar con su agresor. Acudió a las redes sociales como última salida. Ya había intentado varias veces interponer una denuncia, pero nadie la escuchó. Se excusaron con que era menor edad, luego con que el agresor podría ser mayor de edad y ese no era el lugar, y por último le dijeron que era muy tarde. Que después de las cinco de la tarde no recibían denuncias. Le dijeron que su caso no era de urgencia. Intentó comunicarse entonces con la línea policial de Transmilenio, pero estaba fuera de servicio. Fue solo cuando su caso se hizo viral y colectivos feministas protestaron y rompieron vidrios y rayaron buses, que la Fiscalía apareció. Como pocas veces ocurre, dispuso a dos fiscales especializados para investigar el caso y en cuestión de horas, ya estaba identificado el sospechoso, cuatro días después ya había sido capturado. Hilary se enteró por lo que vio en los medios y por las redes sociales. “Las últimas personas en enterarse fuimos mi familia y yo. Cómo se nota que lo que quieren es un boom, una noticia, generar ese impacto de que sí están haciendo algo y limpiar el nombre de la Policía”, dijo en un nuevo video.
Según informó la Policía, Juan Pablo Gómez González ya había sido detenido por acosar a mujeres en el transporte y por tocarse los genitales en público, pero había sido dejado en libertad. También ahí falló el Estado. “El capturado por abusar de Hilary ya había sido capturado por actos sexuales obscenos. La comunidad lo denunció, la Policía lo capturó. Un fiscal de turno lo dejó libre. Diez días después abusó de Hilary. La impunidad es el eslabón perdido de la seguridad”, escribió la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. Las autoridades todavía no explican por qué estaba libre. Tampoco han explicado por qué, cuando estaba a punto de ser enviado a prisión, apareció muerto. También falla el Estado cuando alguien bajo su custodia muere.
El domingo en la tarde, la misma Fiscalía anunció que el hombre fue encontrado sin vida en una celda de una estación de la policía, a donde suelen llevar a imputados por diferentes delitos mientras un juez los envía a una prisión. Hasta el lunes, las autoridades investigaban si había sido un suicidio o un homicidio. El martes, la Fiscalía le confirmó a W Radio que fue un homicidio. Según Medicina Legal, su muerte fue provocada por golpes.
Gómez González murió sin ser juzgado con el debido proceso. Después de todo, el crimen del que fue víctima Hilary Castro sigue impune.
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