Debemos salvar la COP27
Frente a un ambiente geopolítico enrarecido, mayores tensiones entre EE UU y China, y la coincidencia de la COP con las elecciones de medio término en EE UU, el protagonismo deberá ser asumido por los países de ingreso medio y los países en vía de desarrollo
El próximo 6 de noviembre y hasta el 16 del mismo mes el mundo acudirá a la Cumbre Climática número 27, donde jefes de Estado, líderes del sector privado, organizaciones no gubernamentales y toda suerte de activistas, discutirán sobre las acciones que deben implementarse para contener la alarmante crisis climática que afecta a nuestro planeta.
Este año la reunión tendrá lugar en Egipto y desde ya se avizora un panorama lleno de dificultades. La crisis energética desatada por la irracional y deleznable acción de Rusia contra Ucrania, la creciente inflación que afecta a la gran mayoría de países del mundo, las devaluaciones estrepitosas de las monedas de mercados emergentes y las disputas fiscales al interior de los gabinetes, permiten sugerir que la COP 27 no tendrá mayores avances en acciones ambiciosas por parte de las principales potencias del mundo para reducir sus emisiones de gases efecto invernadero.
Son muchos los países que ante la crisis energética, han preferido privilegiar el acceso al carbón o a los hidrocarburos para generación térmica, mientras otros con el potencial desarrollado, acudirán a la energía nuclear. ¿Cuál es la razón? Sencillamente que la energía más costosa es con la que no se cuenta y es preferible la seguridad energética al debilitamiento estructural de las finanzas públicas y la pérdida masiva de calidad de vida colectiva. Luego, acceder de manera inmediata a energía barata significa prevenir una peligrosa situación de desbordado descontento social.
Para muchos esta línea de argumentación hace sentido y sugieren que los países actúen en esta COP, como si se tratara de una reunión de trámite en la que no se logran mayores acuerdos globales. Lo que ocurre es que este camino sería un verdadero fiasco para contener la crisis climática que año tras año se torna más implacable.
¿Cómo puede entonces salvarse la COP? La COP requiere avances concretos y compromisos de acción climática ineludibles por parte de las naciones más poderosas, pero como esto no ocurrirá en un ambiente geopolítico enrarecido, mayores tensiones entre EE UU y China, y la coincidencia de la COP con las elecciones de medio término en EE UU, el protagonismo deberá ser asumido por los países de ingreso medio y los países en vía de desarrollo, por supuesto, mediante mecanismos de financiación efectivos que apoyen sus esfuerzos.
En Egipto se debe alcanzar que una gran mayoría de países se unan a la gran Coalición Global de Conservación ―High Ambition Coalition― que tiene como propósito lograr que para el año 2030 tengamos en los países un 30% de áreas protegidas. Esta medida no solo es necesaria para reducir las emisiones derivadas del mal uso de la tierra, sino para armonizar los objetivos de neutralidad de carbono (carbon neutrality) con los de contar con medidas positivas de conservación (nature positive) que también son la piedra angular de los avances esperados para la COP15 de Biodiversidad que tendrá lugar en Montreal en el mes de diciembre.
También la COP27 debe ser el lugar donde se anuncie la creación dinámica de un mercado voluntario de créditos de carbono para África, con la creación de un Fondo inicial de 500 millones de dólares para financiar proyectos en un continente donde solo 5 países generan el 65% de los créditos existentes. Una iniciativa de esta dimensión es la mejor luz de esperanza para que se modernicen los sistemas regulatorios y se empiece a dar una generación permanente de proyectos elegibles.
Por supuesto el otro gran protagonista de la COP27 será el sistema filantrópico privado que aportara a lograr muchas de estas iniciativas. Las alianzas entre el Bezos Earth Fund, Conservation International, World Resources Institute, World Wide Fund for Nature, Nature Conservancy y NatGeo, entre otros, para atraer los aportes de donantes en todo el planeta y acompañar a los países en los esfuerzos mencionados, están llamadas a dar ejemplo a las naciones más poderosas para desembolsar los recursos que año tras año se han anunciado.
La COP27 no será la anhelada cumbre de grandes acuerdos entre naciones poderosas para de una vez por todas asumir responsabilidad frente a la neutralidad de carbono en el menor tiempo posible. Lo que sí puede y debe ser es el escenario ideal para que los países en desarrollo le muestren al mundo de lo mucho que se puede lograr cuando existe voluntad política. Si esto no ocurre, la acción climática será otra víctima más de Vladímir Putin o de un mundo polarizado.
Iván Duque Márquez es expresidente de Colombia.
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