La secta satánica detrás de la desaparición de un niño en Colombia
La madre, el abuelo y el padrastro de Maximiliano Tabares fueron capturados como presuntos responsables del crimen
La búsqueda de Maximiliano Tabares Caro, un niño de seis años que desapareció hace un mes en Remedios, un municipio del nordeste de Antioquia, ha dado un giro. Este jueves, la Policía de Infancia y Adolescencia capturó a su madre, padrastro, abuela y a otras tres personas como presuntos responsables de la desaparición del menor.
La Policía ha dicho que todos hacían parte de una “secta satánica” llamada Los Carneros. La madre de Maximiliano, Sandra Patricia Caro Pérez, era conocida en ese grupo como La cacica. Las autoridades dijeron que la mujer dio declaraciones contradictorias sobre lo ocurrido con su hijo y por eso enfilaron la investigación hacia ella. Según la madre, ella envió al niño a comprar unas arepas a las siete de la mañana de ese miércoles y nunca volvió.
Pero el testimonio de la mujer generó sospechas entre los familiares paternos del niño y los habitantes del municipio. “Nos dijeron que esa gente hacía rituales en la casa y que el niño estaba ahí”, narra Elkin Tabares, tío paterno de Maximiliano. Tabares fue a verificar a la vivienda, pero no encontró nada. Al parecer la mujer había escondido las evidencias.
Sin embargo, un mes después, la Policía sí halló evidencias de los rituales. Hicieron allanamientos en Remedios y también en Bello, al norte de Medellín, la capital de Antioquia. Encontraron libros de brujería y magia, un muñeco que parece ser de vudú y un arma blanca. Determinaron que tres familiares del niño, junto a otras tres personas de Remedios, integraban la secta.
El padrastro del pequeño, Fabio Carmona, era el líder. Además de la madre y el padrastro, hacían parte del grupo Damaris Pérez, la abuela del niño; así como Susana Ceballos, alias Discípula; Fabián Alberto Monsalve, conocido como El Meditador; y Robinson Esmit Arboleda, alias Orejas.
Según las autoridades, todos ellos buscaban oro en Remedios y la vecina Segovia, en el nordeste de Antioquia, una zona que ha vivido de la minería desde tiempos coloniales. Lo hacían a través de rituales en los que Orejas actuaba como médium para encontrar guacas (entierros indígenas) con piezas de oro.
Uno de los hombres habría convencido a la madre de que el menor estaba “poseído” y por eso no hallaban guacas. Luego lo habrían torturado, asesinado y desaparecido.
Ante las sospechas de la comunidad, la policía interceptó comunicaciones e hizo entrevistas y reconocimiento fotográfico para la captura que ocurrió el 20 de octubre. Y tras el anuncio, la madre tuvo que ser trasladada a Medellín para evitar que fuera linchada.
El gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria Correa, afirmó que el caso no merece sino el rechazo “más contundente y unánime de la institucionalidad y la sociedad”. “Consternación nos generan los detalles que se conocen sobre el caso del niño Maximiliano Caro”, dijo a través de Twitter e insistió en continuar la búsqueda del menor.
Los seis detenidos se encuentran en Medellín. La Fiscalía les imputó los delitos de concierto para delinquir, desaparición forzada, tortura agravada, encubrimiento por tortura y agresiones personales, mientras continúa la búsqueda del cuerpo del niño.
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