Pere Navarro: “El carné por puntos fue la palanca que puso en marcha todo”
El exdirector de la DGT considera una “historia de éxito” la implantación de esta reforma hace una década: “Todos remábamos, por una vez en la vida, en la misma dirección"
Cuando Pere Navarro (Barcelona, 1952) aterrizó en la DGT, casi 5.000 personas se dejaban la vida en la carretera cada año. Cuando se fue, había conseguido reducir esa cifra hasta casi las 2.000. Estuvo ocho años al frente de la Dirección General de Tráfico (DGT), entre 2004 y 2012, y se encargó de impulsar el carné por puntos. Fue su gran legado. Este viernes se cumplen 10 años de la entrada en vigor de la medida
Pregunta: ¿Qué supuso la implantación del carné por puntos?
Respuesta: Fue un antes y un después en la política de seguridad vial española. Probablemente, puso en marcha toda una revolución. Porque una medida atrae a otras. Nos sirvió, también, para poner en marcha la reforma del Código Penal —había que hacer algo con los que conducían sin permiso o con aquellos que lo perdían, pero seguían conduciendo—. Y nos llevó a la revisión del procedimiento sancionador, porque se tardaba entre seis meses y un año en que las sanciones fueran firmes. El carné por puntos movió y engrasó. Fue la palanca que puso en marcha todo esto.
P: ¿Cómo se consiguió?
R: Es una historia de éxito. Por una vez en la vida, encajaron todas las piezas. Fue importante el consenso. No fue una medida ni de izquierdas ni de derechas. Y eso ayudó porque sacó el permiso del debate político. Además, los automóviles club lo entendieron. Las asociaciones selectivas también estaban con nosotros. Y se fueron sumando fundaciones. A su vez, creo que se explicó bien. Es importante tener un buen discurso. Y se hizo un discurso sencillo y pedagógico, que el ciudadano entendió. Y si el discurso se entiende, las acciones son coherentes con el discurso.
P: ¿Con qué dificultades se toparon?
R: La primera dificultad fue que en Francia dieron tres años para su puesta en marcha. En España, la ley solo daba un plazo de un año. Esto generó mucha presión. También, el entramado informático era un tema muy complejo y no podíamos permitirnos errores. Además, en Francia había habido problemas con los profesionales [del transporte]: no es lo mismo quitarle el carné a un ciudadano normal que a un profesional. Pero, al final, hablamos con ellos y se llegó a un acuerdo: [en caso de retirada], ellos tenían la mitad del tiempo sin permiso y la mitad de tiempo para recuperar puntos. Fue un acuerdo razonable.
P: ¿Fue la medida más importante en materia de siniestralidad que se tomó durante los años que estuvo al frente de la DGT?
R: Desde luego. Aunque antes ya habían empezado a bajar los accidentes. Íbamos a Europa y nos preguntaban cómo lo estábamos haciendo. De pronto, pasamos a Francia en el ranking europeo, luego a Alemania... Otra de las lecciones que nos dejó es que, si las cosas se explican bien, el ciudadano responde. Aquello se explicó bien, se hizo bien y el ciudadano lo entendió.
P: ¿Y se implicaron las instituciones?
R: El 1 de julio de 2006, el ministro del Interior salió a la carretera —y todos los delegados y subdelegados del gobierno salieron a la carretera—, junto con la guardia civil, y pararon a los coches para informar a los conductores de que entraba en vigor el permiso por puntos. La imagen es de una potencia inédita. De un compromiso del Gobierno con una política y una medida.
P: Y de respaldo.
Exacto. El respaldo político es básico y fundamental. Al final, todo iba encajando. Los partidos políticos, la comisión de Seguridad Vial, la fiscalía... Todos remábamos, por una vez en la vida, en la misma dirección. Y este es un país en el que cuesta mucho sumar y construir. Esta es una prueba de lo que se puede hacer sumando y construyendo.
P: ¿Cómo ve ahora la siniestralidad en España?
Primero, desde luego, el ciudadano y el país tienen ahora otros problemas que preocupan más que los siniestros de tráfico. Aquello se hizo en un entorno económicamente favorable. El futuro ahora se afronta en dos vías: una primera, de la movilidad. La condición previa para una buena política de seguridad es la de una buena política de movilidad. Ahora toca hablar de movilidad: de la forma y modo de desplazarnos, de ordenarlo de una manera sostenible, razonable y segura. Y luego, la segunda vía, son las ciudades. Son los grandes protagonistas del siglo XXI. Y en seguridad vial también.
Pero que no nos pase como con la Constitución del 78. Que era tan buena, que no nos atrevimos a tocarla y ahora resulta que no es tan buena. Diez años después, quizá, valga la pena parar un poco, reflexionar y actualizar alguna cosa. Un aniversario es una buena oportunidad.
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