La unidad de las víctimas aplaca 10 años de fractura por las mentiras del 11-M
Rouco apura su último día en el cargo con los coletazos de la conspiración El cardenal arzobispo de Madrid atribuye la matanza a “oscuros objetivos de poder” Políticos y asociaciones huyeron de la polémica
Lo hablaron hace meses. Ni Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, ni Ángeles Pedraza, de la AVT, querían que el titular de hoy fuera el de la división de las víctimas. Deseaban que el décimo aniversario de los atentados en los que murieron 191 personas, entre ellos sus hijos, Daniel, de 20 años y Miryam, de 25, fuera el de la unidad. Y por eso este martes hicieron un esfuerzo y acudieron juntas, tras diez años separadas por los bulos del 11-M, a la misa de homenaje celebrada en la catedral de La Almudena. Pero la teoría de la conspiración estuvo presente. No la introdujeron las víctimas, ni los políticos. Vino desde el púlpito.
Estaba escrita en la homilía del cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, quien apuró los coletazos del bulo en su último día como presidente de la Conferencia Episcopal y en medio de la solemne ceremonia, ante los Reyes, la Princesa —el Príncipe estaba en Chile en la toma de posesión de la presidenta Bachelet—, la infanta Elena, 350 víctimas, 500 ciudadanos, 150 autoridades..., dijo: “Murieron porque hubo personas que, con una premeditación escalofriante, estaban dispuestas a matar a inocentes a fin de conseguir oscuros objetivos de poder. Porque hay individuos y grupos, sin escrúpulo alguno, que desprecian el valor de la vida humana y su carácter inviolable, subordinándolo a la obtención de sus intereses económicos, sociales y políticos”.
La teoría de José María Aznar de por qué murieron las 191 víctimas del 11-M se parece mucho a la de Rouco Varela. El expresidente del Gobierno mantiene que el fin de los atentados era arrebatarle el poder al PP. En su intervención en la comisión de investigación sobre los atentados en el Congreso declaró: “Me he preguntado qué hubiese ocurrido si yo hubiese convocado las elecciones el día 7 de marzo [en lugar del 14]. Y he llegado a la conclusión de que los atentados se hubiesen producido el día 4 porque esos atentados no solamente buscaban causar víctimas. Lo que buscaban era volcar las elecciones”. A continuación, aseguró que quienes habían elegido “ese día, precisamente ese día” para poner las bombas no estaban “en desiertos lejanos o montañas remotas”.
En su homilía, Rouco se refirió también a “los instigadores” —de la muerte de Jesús de Nazaret— y a “la búsqueda de la verdad y la justicia diez años después del atentado”. También pidió hacer “examen de conciencia” sobre el trato a las víctimas. “¿Cómo nos hemos comportado con ellos en estos durísimos años?”, preguntó.
Manjón, que habría preferido un acto laico, porque el 34% de los fallecidos y heridos del 11-M eran inmigrantes que profesan otras religiones, acudió a la misa para mostrar esa unidad de las víctimas. Y cuando, dos horas más tarde, en Atocha, le preguntaron qué le había parecido la homilía de Rouco y en concreto la alusión a los “oscuros objetivos de poder”, respondió, magnánima: “Sobre eso no tengo nada que decir. Sí quiero valorar que se haya invitado al resto de las confesiones que están en nuestro país”.
“Hay que hacer hincapié en la unión”, añadió. “Hoy nos acompaña Joaquín Vidal, presidente de la federación autonómica de víctimas del terrorismo. Qué mejor muestra de unidad que tener una víctima de ETA con nosotros en el escenario” (Vidal resultó herido en un atentado de la banda en 1991). Manjón se declaró contenta de ver que mucha gente “no se ha bajado de los trenes”.
La arropaban, como otros años, decenas de víctimas, la Unión General de Actores y los secretarios generales de CC OO y UGT en Madrid, Jaime Cedrún y José Ricardo Martínez, respectivamente, que también reivindicaron que este aniversario fuera “distinto”, que marcase “el fin del hostigamiento a las víctimas” a cuenta de las teorías de la conspiración por las que madres como Manjón tuvieron que sufrir “amenazas e insultos”.
También el discurso de Pedraza, este en el Bosque del Recuerdo, en el Retiro, fue conciliador: “Hoy no quiero que sea un día de reproches. No tiene que ser un día para enfrentarnos los unos con los otros. No tiene que ser un aniversario marcado por la polémica. Hoy no. Hoy tenemos que tener un objetivo sencillo: honrarles a todos y a cada uno de ellos”. Ni una palabra sobre los “oscuros objetivos de poder”. En el mismo lugar, dos años antes, Pedraza declaró: “El 11-M es un caso abierto y ahora más que nunca”.
La mañana había dejado una foto de unidad: las presidentas de la Fundación de Víctimas del Terrorismo —y miembro del PP— Marimar Blanco; de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, Pilar Manjón; de la AVT, Ángeles Pedraza, y de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, Ángeles Domínguez, juntas. Y nadie quiso estropear esa foto a lo largo del día. Nadie del PP ni del PSOE quiso opinar sobre la polémica frase de Rouco Varela, pese a que en privado algunos socialistas sí confesaban su malestar.
Eso sí, cada asociación celebró sus propios actos, con sus respectivos apoyos, después de mostrar la unidad en el acto central, conjunto, en la catedral de La Almudena, al que asistieron el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la vicepresidenta, los ministros de Justicia e Interior, y el líder del PSOE, entre otras autoridades.
Al homenaje convocado por la AVT en el Bosque del Recuerdo acudieron los ministros Jorge Fernández Díaz y Alberto Ruiz-Gallardón, así como el presidente madrileño, Ignacio González, la alcaldesa, Ana Botella, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal y la líder de UPyD, Rosa Díez.
Al acto que Manjón convocó en Atocha asistieron, además de los sindicatos, el líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Jaime Lissavetzky, y el coordinador general de IU, Cayo Lara, entre otros, que leyeron los 191 nombres, edades y nacionalidad de las víctimas del 11-M. La más joven, un bebé de 7 meses que murió en los trenes, como su padre. Manuel Rodríguez, de CC OO, ofreció un dato impresionante sobre todos ellos: “Los asesinos les arrebataron más de 7.000 años que les quedaban por vivir”.
El homenaje en Santa Eugenia y el Pozo
En Santa Eugenia, donde murieron 14 personas, y en El Pozo, donde las víctimas fueron 65, se ha recordado también el décimo aniversario de la tragedia del 11-M. El primer acto ha sido organizado por el Ayuntamiento de Madrid y el segundo por la Asociación de Afectados 11-M, presidida por Pilar Manjón. A ambos se ha desplazado Manjón, que esta mañana hacía hincapié la unidad de todas las asociaciones de víctimas y que esta tarde continuaba haciéndolo, eso sí, admitiendo que tienen “discrepancias”.
Frente a la estación de cercanías de Santa Eugenia, unas 150 personas rodeaban el monumento La ilusión truncada, en recuerdo de las víctimas del atentado. Dos violonchelistas entonaban El cant dels ocells de Pau Casals, mientras dos agrupaciones vecinales -la Asociación de Vecinos La Colmena y la Mancomunidad de Vecinos Santa Eugenia -, la Asociación de Afectados 11-M y la Asociación de Víctimas del Terrorismo, sin su presidenta, Ángeles Pedraza, hacían la ofrenda floral a los fallecidos en la tragedia.
La presencia de esta última formación ha provocado reacciones molestas entre los presentes. “Me parece una invasión esto y lo de esta mañana en el Bosque del Recuerdo en el Retiro", ha criticado Amparo Imedio, que perdió a su hijo en la estación de Atocha y acudía este martes acompañada de su hija y de su nieto. “Solo pido que nos dejen ya tranquilos en nuestros homenajes. Me parece una vergüenza que sigan hablando de investigar los hechos cuando ya tienen a los culpables”.
Cuando el sol dejaba en sombra el lugar y era el momento de que la banda de la Cuerpo Nacional de Policía tocara el himno español, Mercedes se ha despedido rápida y airada de sus amigas: “Me voy. Adiós”. Ellas han comentado, sin querer dar sus nombres: “Nos gustaría saber dónde han estado todo este tiempo las autoridades aquí presentes”.
En El Pozo, que registró el mayor número de personas fallecidas el 11 de marzo de 2004, una bandada de pájaros surcaba el cielo ya primaveral. Algunos vecinos lo comentan: “Parece que estaba preparado”. Aquí son varios centenares de personas las concentradas alrededor del monumento de granito construido en memoria de las víctimas. El ambiente parece más distendido. La coral Vallekanta entona un canto góspel. Hay ancianos, jóvenes, padres, madres y niños.
Hasta que Gabriel del Puerto, presidente de la Asociación de Vecinos del Pozo del Tío Raimundo, ha comenzado su discurso. “Hace diez años, diversos fanatismos nos llevaron a llorar la muerte de 192 personas”. Y ha proseguido: “El fanatismo de los que se inmolan y el fanatismo de otros con cara descubierta que nos llevaron a la injusta guerra de Irak. Y Aznar y su maldita foto en las Azores”.
Comienza la lectura de los nombres, la nacionalidad y la edad de las víctimas del atentado. Se encienden cigarrillos para escucharlos, se sacan pañuelos para enjugar las lágrimas. Al acabar la lectura, Paco, que intenta acudir cada año a este evento por la muerte del hermano de un compañero, "porque lo siento mucho y lo tengo muy presente", se queja de que aún "no se sepa quiénes son los culpables". Y añade: "Me parece sospechoso que fuese unos días antes de las elecciones y que justo ganara Zapatero".
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