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Mujeres en eterna espera Fary, Mbayam, Aminata y Seinabou son cuatro mujeres senegalesas con algo en común esposas de emigrantes, su vida es una espera eterna de un marido ausente En 2013, más de medio millón de súbditos senegaleses vivían allende las fronteras de su país, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). En el departamento de Saint Louis, con sus casi 250.000 habitantes, y en la capital colonial del mismo nombre, el fenómeno cobra si cabe mayor relevancia porque desde los ochenta es una tierra de tradición migrante. En la imagen, unos hombres empujan un cayuco hasta el mar en la playa del barrio de Guet Ndar, en Saint Louis. Marta Moreiras Fary Diagne, vecina de Guet Ndar, se casó con su marido antes de que él decidiera marcharse a trabajar fuera. Cuando le comunicó su decisión, a ella no le gustó, pero no tuvo más remedio que aceptar, dice. Va a visitarla una vez al año y se queda unos cuatro meses. Fary es una de tantas esposas de migrantes que a diario hacen frente a la soledad y a la lucha por la independencia económica en un país donde el 31% de mujeres ya son consideradas las cabezas de familia. Marta Moreiras Fary Diagne posa con parte de su familia: sus padres, dos de sus tres hijos, hermanas, sobrinos... Asegura que es ella quien gestiona y toma decisiones porque es a ella a quien su marido envía dinero cada mes. Pese a que en Senegal es muy habitual que las esposas vivan con su familia política, cada vez hay más casos, como este de Fary, en los que las mujeres pueden decidir vivir con sus parientes carnales. Marta Moreiras Seinabou Sarr, vecina de Guet Ndar, corre con sus mellizos por uno de los patios de la vivienda de sus padres. Ella no ve a su marido desde 2016 y dice que en los peores momentos piensa en el amor por él y en sus hijos para levantarse el ánimo. Marta Moreiras Seinabou Sarr, sentada en la puerta de una de las habitaciones de la casa de sus padres. Pese a que trabaja en un puesto de caramelos y que su marido le envía remesas mensualmente, reconoce que no se siente muy independiente ni empoderada porque no llega a fin de mes. Lola Hierro Parte de la familia de Seinabou Sarr en la casa de los padres de esta. Seinabou también vive con sus progenitores, pero solo por el día. Tiene una habitación alquilada en el mismo barrio, el de Guet Ndar, de Saint Louis, donde va solamente para dormir, con sus mellizos. Marta Moreiras Una de las calles del barrio de Guet Ndar, donde la mayoría de sus habitantes trabajan en la pesca y donde Fary Diagne y Seinabou Sarr residen. También muchos han emigrado desde aquí en cayuco hacia Mauritania, Canarias y la Península ibérica y sus esposas que viven esperando que el océano les devuelva a sus maridos. Marta Moreiras Seinabou Sarr responde un WhatsApp a su marido, con quien habla por esta vía a diario. Le gustaría marcharse a España para reunirse con él, pero no puede, principalmente porque no tienen dinero para costear los vuelos de ella y sus mellizos. Lola Hierro Una de las viviendas de Gandiol, en la región de San Luis. Aquí, como en todo el país, la familia polinuclear sigue siendo el modelo dominante por razones de solidaridad familiar y protección social. Solo el 16,9 % de los hogares consta de un solo núcleo (marido, esposa e hijos), mientras que el resto tiene a partir de dos y en el medio rural, el 61 % es de tres o más. Se trata de hogares compuestos por abuelos, padres, hijos que también son nietos, hermanos y hermanas con sus respectivos cónyuges y descendientes... Lola Hierro Mbayam Diop, vecina de Gandiol, acaricia a su hija Mamita en el salón de su casa familiar. Mbayam está divorciada y, desde 2017, casada en segundas nupcias con Ibrahima, que trabaja en España. En la trastienda de la casa de sus padres ha abierto una peluquería. Lola Hierro Un taxi atraviesa uno de los caminos de arena de Gandiol, una localidad pesquera del departamento de Saint Louis que vive junto al Atlántico. En este pueblo las casas humildes se mezclan con otras más suntuosas, que suelen pertenecer a familias que tienen a alguno de sus miembros trabajando en el extranjero, como es el caso del marido de Aminata y Awá, pescador en Mauritania. Lola Hierro Mbayam Diop y su amiga Aïbatou son amigas desde la escuela y hoy viven en ciudades distintas pero su realidad es similar, porque ambas son esposas de migrantes que trabajan en España. Ambas dicen que mantener la relación a distancia es duro, y que echan de menos a sus esposos, pero entienden que no hay otro remedio por ahora. Lola Hierro Mbayam Diop y su amiga Aïbatou, de pie en el patio de la casa familiar de la primera. Sentadas, una vecina trenza el pelo de una de las niñas de la casa. En la región de San Luis, la media de personas por hogar es ocho. Lola Hierro Desde esta playa, en Gandiol, cientos de hombres se han hecho a la mar con la idea de no volver, especialmente desde 2005,cuando se convirtió en un punto clave de salida de cayucos hacia Canarias por su proximidad y la tradición marinera de la región. Según la OIM, el 9,6 % de quienes marchan provienen del departamento de Saint Louis. Lola Hierro