Mi versión sobre la medalla al valor por ganar Pasapalabra
El comisario Luis Esteban explica en esta Carta al Director cómo se jugó la vida "más de 30 veces"
Soy Luis Esteban, el policía que, según ha publicado su periódico, fue condecorado “con una medalla al valor por ganar el rosco de Pasapalabra”. Me veo en la obligación de manifestar lo siguiente:
En mi opinión, la noticia es un cóctel confuso compuesto por medias verdades y trascendentes omisiones de datos. La “medalla al valor” no conlleva un incremento del diez por ciento del sueldo, sino sólo del salario base y trienios, lo que se traduce, en mi caso, en un aumento real del 3,5 por ciento en mis emolumentos. Como señala el periodista, dicha condecoración está ideada para agentes que hayan sido heridos en acto de servicio o que hayan tomado parte en operativos de gran trascendencia policial o en tres o más dispositivos en los que se hubiera evidenciado un serio riesgo para su integridad física. Al hilo de esa atinada observación, resumiré mi trayectoria profesional:
Ingresé en la Policía Nacional hace 22 años. En este tiempo, he recibido más de 170 felicitaciones públicas, cifra abrumadoramente superior a la media. Durante diez años, dirigí el GOES (Grupo de Operaciones Especiales) en Cataluña. Con las mismas manos con las que tecleo esta carta, y junto a los policías que estaban bajo mi mando (a los que aprecio como leales hermanos de armas) detuve a decenas de terroristas, reduje y puse a disposición judicial a innumerables delincuentes armados, asalté algún domicilio infestado de explosivos, perseguí a fugitivos a más de 200 kms por hora y me enfrenté a miembros del crimen organizado que portaban armamento de guerra. Nos jugamos el pellejo no tres veces, como marca la norma, sino muchas más de treinta. Únicamente la profesionalidad de esos hombres valientes a los que tuve el honor de comandar evitó desgracias físicas irremediables. Durante mi etapa como investigador, participé en la resolución de docenas de extorsiones y varios secuestros, en ocasiones con riesgo para nuestras vidas. También tomé parte en la mayor incautación de cocaína (4.500 kilogramos) jamás registrada (en tierra) en la historia policial europea, incautación que prosperó gracias a las informaciones obtenidas por el jefe de grupo y un servidor. Cortaré aquí el resumen de mi singladura policial. Crea que me abochorna hacer esta exhibición, casi obscena, de mis méritos. Jamás lo hice con anterioridad, pero la defensa de mi reputación profesional me fuerza a ello.
En el año 2014, el Jefe Regional de Operaciones de Baleares, hoy jubilado, quiso proponerme para la concesión de la medalla roja, pero habían transcurrido sólo nueve años desde que se me otorgó la blanca, por lo que, tal como prescribe la normativa, decidió posponer la propuesta para el año siguiente. Sin embargo, en el año 2015 gané un concurso televisivo, así que la Superioridad decidió otorgarme la distinción no por mi trayectoria laboral, en la que han abundado el riesgo y la acción, sino por la positiva imagen de la Policía Nacional que, según mis mandos, proyecté durante las retransmisiones.
En lo relativo a condecoraciones, siempre he seguido la máxima castrense: ni se piden, ni se rehúsan. No obstante, si algún agente que no posea la medalla roja cree tener mayor bagaje profesional que quien suscribe, me presto gustoso a una comparación de expedientes. En caso de ser mejor el suyo, renunciaré en el acto a la condecoración pensionada e instaré de la Dirección General de la Policía la adjudicación de la misma al compañero en cuestión. Ahí queda mi compromiso.
Luis Esteban, Comisario de la Policía Nacional.
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