En Diffa se están registrando muchos casos de niños no acompañados y separados de sus familiares que han llegado desde Nigeria u otras zonas de Níger buscando refugio. El cambio repentino e imprevisto de su entorno de vida afecta psicológicamente a jóvenes y niños. En la imagen, un crío empuja un carro acompañado por un familiar en el asentamiento informal de Kidjendji, Diffa (Níger), octubre de 2016.Lola HierroUna niña vende galletas en el campo de refugiados de Sayam Forage, en Diffa (Níger), octubre de 2016. Es difícil poner cifras a las necesidades de los menores en la zona. Las estimaciones de Unicef indican que hay alrededor de 360.000 personas refugiadas, desplazadas y retornadas, pero calculan que son más de 400.000 los niños menores de cinco años con desnutrición aguda. Se han registrado 307 casos de niños no acompañados, de los cuales 300 han sido reunidos con sus familias.Lola HierroEl terrorismo de Boko Haram no solo afecta a la salud mental de los niños, también a su integridad física. Omar (nombre ficticio) está vivo de milagro. Le alcanzó la metralla de una bomba en su cabeza a mediados de octubre en Tomour, en la región de Diffa. En el hospital regional le han salvado la vida pero ha perdido la movilidad en el lado izquierdo de su cuerpo. También le ha sido amputado el dedo meñique de su mano izquierda, se lo llevó un disparo. Omar se recupera en el hospital en compañía de su padre, que dice que el chico presenta buen ánimo pese a las circunstancias.Lola HierroExisten algunas estrategias para ayudar a la recuperación psicológica de los niños afectados por el conflicto. Una de ellas son las aulas de recreo que ha puesto en marcha la ONG Coopi con el apoyo de Unicef. Se llaman dispositivos móviles de apoyo psicosocial (DIAP) y sirven para dar un seguimiento y apoyo psicosocial, proporcionar un hogar marco seguro, escuchar, conocer y dejar a los niños y adolescentes que compartan sus experiencias si lo desean. En la imagen, un animador sociocultural de Coopi canta una canción con los niños del asentamiento informal de Kidjendji, en Diffa, Níger. Octubre de 2016.Lola HierroUnicef estima que alrededor de 40.000 niños afectados por el conflictos se han beneficiado ya del acceso a espacios adaptados para la socialización, el juego y el aprendizaje, y protegidos de la violencia, el abuso y la explotación. En la imagen, unos niños en el Diap de Kidjendji, Diffa (Níger).Lola HierroLas actividades deportivas tienen un lugar clave en los DIAP. Son una manera perfecta para atraer a jóvenes y marcar el punto de entrada en el dispositivo de soporte psicosocial. Deportes como el fútbol, voleibol, baloncesto, atletismo y el disco volador son habituales. En la imagen, unos niños juegan al fútbol en Kidjendji.Lola HierroMoustapha Mohamed, de ocho años, es uno de los usuarios habituales del DIAP de Kidjendji. El niño juega, ríe y se comporta con sus compañeros con aparente normalidad. Él es refugiado nigeriano y vive con su familia en el asentamiento.Lola HierroLos DIAP son el primer paso en la atención psicosocial a los menores en Diffa, y es en estos centros donde la mayoría de los niños super sus problemas. En el caso de traumas mayores, no obstante, los niños son derivados a psicólogos en los distintos centros de salud de Diffa, unos 85. Si el problema es todavía más profundo, son enviados al hospital de la capital, donde son atendidos por profesionales más especializados.Lola HierroLos niños más pequeños tienen más facilidad para dejar traumas atrás, pues en cuanto tienen cubiertas sus necesidades básicas cubiertas y están entretenidos dejan de pensar en sus traumas. Los adolescentes son más conscientes de su entorno y para ellos es más complicado recuperarse. En la imagen, una adolescente sostiene a una niña en Kidjendji, Diffa.Lola HierroUn niño que ha sufrido la violencia en sus carnes cambia de comportamiento. Según especialistas de Coopi, pueden padecer estrés postraumático, aislamiento, agresividad, duermen mal y tienen pesadillas. En los DIAP piden a los pequeños que dibujen pues a través de sus trazos se puede saber qué les preocupa o les asusta. Este niño de Kidjendji muestra una ilustración hecha por él mismo. Se ven aviones, helicópteros y gente metida en autobuses, supuestamente huyendo.Lola HierroCuando los menores llevan un tiempo recibiendo atención psicosocial, sus dibujos se vuelven más acordes a su edad y a lo que un niño debe tener en mente. Estos del DIAP de Kidjendji reflejan pensamientos alegres.Lola HierroA la mayoría de los niños y adolescentes les suela costar hablar de sus experiencias. Es el caso de Mallam, de 15 años, refugiado nigeriano que ha estado huyendo los últimos tres años de un lugar a otro hasta llegar a Kidjendji. Mallam aprecia las actividades del DIAP, pero es reacio a contar sus experiencias de la huida.Lola HierroEl tío de Mallam se llama Abdelkader y cuida de él desde antes de que tuvieran que huir de su ciudad de origen, en Nigeria. Abdelkader explica que cuando la abandonaron, los niños estaban como si se hubieran vuelto locos, pero desde que se encuentran en Kidjendji se sienten más seguro y ahora están bien. "Estos niños sí vieron episodios violentos, fueron testigos de los ataques a las aldeas y asesinatos", asegura en referencia a su sobrino y sus hijos pequeños, como la niña que duerme en sus brazos.Lola HierroSer mujer y menor de edad es un handicap en Diffa. Las adolescentes de Assaga, otro asentamiento informal, cuentan que uno de sus mayores problemas es la inseguridad cuando salen a buscar leña. Afirman que en ocasiones las roban y las golpean para quitarles la carga. Temen el abuso sexual y los matrimonios tempranos. Ellas aseguran que no conocen ningún caso pero lo cierto es que en Níger todavía es una lacra que persiste.Lola HierroLos niños son la mejor ayuda para ellos mismos. Un sistema que ha puesto en marcha COOPI en lugares como el asentamiento de Assaga son los comités de niños y niñas, comandados por un grupo de seis o siete que tiene un presidente o líder. Estos se encargan de difundir las actividades de tiempo libre que se realizan y, sobre todo, de detectar posibles casos de menores no acompañados o de niños que presentan un comportamiento anormal debido a un posible trauma. También recogen quejas y preocupaciones de otros compañeros y dan toda esta información a adultos encargados de los problemas de apoyo psicosocial para actuar de la manera más adecuada. En la imagen, el grupo de líderes del comité de Gagam ríe durante una entrevista.Lola Hierro