Permiso intransferible
Equiparar la baja de paternidad y maternidad sería valorar por igual a ambos progenitores
El 18 de octubre el pleno del Congreso de los Diputados aprobó por mayoría una proposición no de ley (PNL) que insta al Gobierno a reformar los permisos de maternidad y paternidad con el fin de equipararlos (173 diputados a favor, dos rechazos y 164 abstenciones). Una parte de las abstenciones se debe a que hay divergencia de opiniones sobre si los progenitores deberían poder transferirse los permisos parentales de uno al otro. Ciudadanos propone un permiso más largo, pero con distribución opcional entre padre y madre, es decir, transferible, mientras que la PNL apoyada por la mayoría del Congreso pide un permiso de paternidad intransferible.
Actualmente las madres apenas transfieren el permiso de maternidad al padre (pueden pasarle 10 semanas), porque este es de solo 16 semanas y ese tiempo es usado para cuidar y, frecuentemente también, amamantar (el 54% de los bebés de tres meses son alimentados en exclusiva con leche materna). Podríamos pensar que, como los hombres no amamantan, transferirán su permiso a la madre para que esta prolongue el tiempo de lactancia. En la actualidad, el 72% de los bebés de seis meses son alimentados con leche artificial o mixta, porque a partir del quinto mes se empiezan a introducir otros alimentos. Si el padre transfiriese su permiso a la madre, esta prolongaría la ausencia de su empleo y aumentaría el riesgo de ser penalizada por ello. En cambio, si él se hiciese cargo a partir de ese momento del niño, esto se evitaría. Cuando los permisos son transferibles, los hombres no se los suelen coger, como muestra la experiencia internacional, porque reciben muchas presiones desde el ámbito laboral. La transferibilidad del permiso de paternidad refuerza la idea de que no importa que las madres se ausenten de sus empleos más tiempo, mientras que los hombres se consideran imprescindibles o sus empleos parecen más valiosos que los de ellas.
En los países con permisos de tres meses los hombres sí se los toman cuando estos son individuales, están remunerados al 100% y son intransferibles
La ampliación del permiso de paternidad puede hacerse cumpliendo o incumpliendo la promesa de igualdad consagrada en nuestro ordenamiento jurídico. Si se iguala el permiso de paternidad al de maternidad, sin que se pueda transferir, entonces ambos progenitores serán valorados como iguales. Si se establece un permiso más largo pero transferible, invocando la libertad de elección de la pareja, en realidad se reforzará la especialización y la dependencia económica de las mujeres.
En los países con permisos de tres meses los hombres sí se los toman cuando estos son individuales, están remunerados al 100% y son intransferibles. Un permiso es individual e intransferible si el titular lo pierde en el caso de no hacer uso de él. Con un permiso intransferible los padres adquieren mayor legitimidad en sus empresas para tomarse el permiso, crear un vínculo fuerte con sus hijos y ofrecer a sus parejas la posibilidad de reincorporarse al empleo dejando al niño en buenas manos. Desgraciadamente, la libertad de elección asociada a la transferibilidad es una trampa para las mujeres, porque se ven empujadas hacia la especialización en las tareas del hogar y en los cuidados. Esto marca a las mujeres como empleadas de segunda categoría y fomenta su dependencia económica. A las mujeres les hemos prometido igualdad de oportunidades, pero en el momento de convertirse en madres las desengañamos. Ellas quieren ser buenas madres y buenas trabajadoras, pero no encuentran el apoyo de las políticas. Estas fomentan la desigualdad formal (permiso de paternidad más corto que el de maternidad) o la desigualdad en la práctica (permiso de igual duración pero transferible).
En las parejas hombres y mujeres prometen cuidarse mutuamente, pero la llegada del primer hijo crea tensiones en la mayoría de las mujeres cuando intentan conciliar empleo y familia. Normalmente las madres se adaptan, pero otras veces los malestares producen la ruptura matrimonial. A muchas personas les parece que su divorcio obedece a razones estrictamente personales. Ciertamente hay razones personales y diversas en los divorcios. Eso no es óbice para que las políticas también influyan en estos: divorciarse como consecuencia del desencuentro entre las expectativas de ella y las de él. Las políticas y regulaciones actuales no satisfacen las expectativas de igualdad que tienen las mujeres, porque o se convierten en supermujeres o renuncian a sus empleos o condiciones laborales anteriores. El permiso de paternidad intransferible permitirá la incorporación de los padres a la conciliación y esta dejará de ser vista como algo de las mujeres.
Teresa Jurado Guerrero es profesora titular de Sociología en la UNED.
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