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La conmovedora carta de la viuda de Robin Williams

“No tenía poder para ayudarle a ver su propia genialidad", dice Susan Schneider sobre los síntomas de la demencia con cuerpos de Lewy que sufría el actor

Robin Williams y su mujer, Susan Schneider, en 2009.
Robin Williams y su mujer, Susan Schneider, en 2009.cordon press

Desde que Robin Williams se quitara la vida en agosto de 2014, son pocas las veces que su viuda ha hablado sobre él en público. Ahora, Susan Schneider ha publicado una conmovedora carta en la revista Neurology sobre la enfermedad neuronal que padecía el actor, y que fue uno de los motivos que le llevaron a suicidarse a los 63 años. Titulada El terrorista dentro del cerebro de mi marido, la artista habla sobre la demencia con cuerpos de Lewy, un desorden neurodegenerativo que afecta a la memoria y a las capacidades motoras, y que destruyó la vida de uno de los intérpretes más queridos de Hollywood, quien, además, sufría párkinson.

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“La demencia con cuerpos de Lewy es lo que mató a Robin”, sentencia la artista, que no descubrió que su marido padecía esta enfermedad hasta que le dieron el informe completo de la autopsia tres meses después de su muerte. La enfermedad le causaba al actor “paranoia, alucinaciones, insomnio, fallos de memoria” así como “respuestas emocionales que nada tenían que ver con su carácter”, relata en el escrito que ha publicado en la revista oficial de la Academia de Neurología de Estados Unidos. Tanto Williams como Schneider desconocían las causas de esos síntomas, y por eso el último año de vida del oscarizado intérprete vivieron rodeados de frustración. Y, según cuenta Schneider, él solía decir: “Solo quiero reiniciar mi cerebro”.

“Nunca sabré la verdadera profundidad de su sufrimiento o lo duro que estaba luchando. Pero desde mi posición, vi al hombre más valiente del mundo interpretando el rol más difícil de su vida”. En la carta, Schneider, pareja del actor durante siete años, también aprovecha para descartar que Williams estuviera sufriendo una depresión, como se dijo en el momento de su muerte. “Robin estaba limpio y sobrio, y, de alguna manera, rociamos esos meses de verano con felicidad, alegría y las cosas simples que amábamos: comidas y celebraciones de cumpleaños con la familia y amigos, meditar juntos, masajes y películas, pero, por encima de todo, simplemente coger la mano del otro”.

Susan Schneider y Robin Williams, en un estreno en Los Ángeles en 2010.
Susan Schneider y Robin Williams, en un estreno en Los Ángeles en 2010.cordon press

Aunque en sus bonitos recuerdos también hay espacio para conceder que en los últimos meses de su vida mostró algunos síntomas de depresión y episodios de ansiedad, y lo duro que era para ambos verle lúcido y, solo cinco minutos después, totalmente perdido. “No tenía poder para ayudarle a ver su propia genialidad… Por primera vez, mis razonamientos no tenían ningún efecto para que mi marido encontrara la luz en los túneles del miedo en los que estaba metido”.

Según el relato, Schneider conoció la enfermedad neuronal de Robin Williams tres meses después de su muerte, y desde entonces estuvo un año encontrándose con profesionales médicos para tratar de entenderla. Y aunque lamenta que no se hubiera diagnosticado correctamente al actor, “el terrorista iba a matarlo de todas formas. No hay ninguna cura y el rápido declive de Robin estaba asegurado”. Desde entonces, Susan Schneider trabaja con la asociación estadounidense de esta enfermedad para darle una mayor visibilidad para poder ayudar en su diagnóstico. Un propósito que la ha llevado ahora a escribir una carta tan personal. Y una misión que se ha tomado en serio, pues consciente del interés que suscitaba su testimonio la primera vez que habló en televisión sobre la muerte de su marido ya lo hizo para hablar de esta enfermedad.

Robin Williams, entre su mujer y su hija Zelda, en 2011.
Robin Williams, entre su mujer y su hija Zelda, en 2011.cordon press

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