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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

RTVE necesita un plan

La mala gestión de la televisión pública ahuyenta a los espectadores y lleva a la irrelevancia digital

José Antonio Sánchez, presidente de RTVE
José Antonio Sánchez, presidente de RTVEÁlvaro García

RTVE se encuentra en una delicada situación económica, industrial y profesional. Un informe —que hoy publica EL PAÍS— de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), el grupo público que mantiene el 98% de la propiedad, advierte ahora sobre la situación crítica de la televisión pública. El análisis de la SEPI puede resumirse en dos carencias que pueden llevar al colapso a la televisión: una mala posición competitiva respecto a los grupos privados (Mediaset, A3TV) y una capacidad en entredicho para afrontar la renovación estratégica e industrial que sitúe a la televisión española en el mercado digital.

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El informe objetiviza las sospechas de cualquier observador: la cuota de pantalla es baja (16,7%); las pérdidas se acumulan y no parece haber esperanza de mejora en el horizonte, aunque RTVE asegura que para 2017 el presupuesto presenta unas cuentas equilibradas. Los directivos atribuyen la culpa al modelo de financiación aprobado por el PSOE que suprimió la publicidad e impuso a cambio tasas a los operadores de telecomunicaciones y a la televisión privada, y la SEPI les da la razón al considerarlo inestable, poco transparente e incapaz de facilitar decisiones operativas a largo plazo. Pero el problema no es solamente financiero.

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La SEPI avisa que RTVE ha perdido también el tren de la modernización digital. Los gustos de los espectadores cambian con celeridad y en la actualidad hay que dominar los canales de acceso a los contenidos. La dejadez concede ventaja competitiva a las cadenas privadas y condena a la televisión pública.

Sí, RTVE necesita un Plan Estratégico; pero la incapacidad del Gobierno para definir un modelo televisivo, las malas decisiones anteriores, las guerras intestinas y las dificultades para adaptarse a la economía digital hacen dudar de que ese plan sea posible.

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