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Tentaciones
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Gladiadores por la Paz: los antitaurinos que se la juegan saltando al ruedo

Hablamos con Óscar del Castillo, el 'espontáneo' que saltó a la plaza de toros de Las Ventas en San Isidro y que asegura haber sido agredido tras ello. Nos cuenta cómo le afecta la Ley Mordaza y las motivaciones de él y otros para meterse en la arena

Sergio C. Fanjul
Una protesta antitaurina en la Puerta del Sol de Madrid.
Una protesta antitaurina en la Puerta del Sol de Madrid.Cordon Press

A principios de mes, en la plaza de toros de Las Ventas, un “espontáneo” saltó a la arena en plena corrida (acababa de torear Luis Miguel Encabo, que dio al cuarto toro una muerte larga y aparatosa, tras numerosas estocadas y descabellos) para protestar contra la tauromaquia, los más de 170 toros “masacrados” en la Feria de San Isidro y recordar a Rompesuelas, el último animal alanceado en la celebración del Toro de la Vega de Tordesillas, aunque recientemente se ha aprobado un decreto-ley en Castilla León que prohíbe matar en público al toro en ese torneo.

La cosa no acabó del todo bien: el activista fue reducido por la cuadrilla del torero y recibió agresiones varias antes de ser expulsado por la policía. No es la primera vez que una acción de este tipo se produce dentro de la lucha contra la tauromaquia, pero ¿quiénes son estos activistas que brincan al ruedo para acabar con el toreo?

En el caso que nos ocupa se trataba de Óscar del Castillo, de 31 años, fundador de la asociación Gladiadores por la Paz, dedicada a realizar estas y otras acciones para concienciar sobre la necesidad del fin de las corridas. “Habíamos solicitado permiso para realizar una protesta legal, pero no la permitieron aduciendo problemas de seguridad”, cuenta el activista, “así que salté al ruedo y fui interceptado por el apoderado y su cuadrilla, que me arrastraron por la arena y se liaron a patadas conmigo. También recibí agresiones de algunos aficionados”. Del trato de la policía no tiene queja.

"Salté al ruedo y fui interceptado por el apoderado y su cuadrilla, que me arrastraron por la arena y se liaron a patadas conmigo”.

El resultado: abrasiones, contusiones, un incisivo roto (de una patada en la boca) y días de collarín. Ya ha presentado una denuncia contra la cuadrilla por lesiones y otra por injurias y calumnias contra los locutores que retransmitían el evento y que dijeron cosas como que estas acciones son financiadas por “ciertos grupos políticos” (cosa que Del Castillo niega rotundamente). “Estos son mercaderes de la violencia y el totalitarismo que se saben protegidos”, fue otra de las frases de los comentaristas. Los saltos siempre se realizan en el intermedio, para no interrumpir la corrida ni poner en peligro la vida del torero. “Yo solo salto con mi camiseta y mi pancarta, ni insulto ni agredo”, afirma el activista.

Del Castillo saltó por primera vez en la plaza de Collado Villalba, donde vive, en 2014. Desde entonces su asociación ha llegado a tener 32.000 seguidores en Facebook y alrededor de un centenar de activistas que, además de estos saltos, organizan concentraciones, sentadas, bloqueos de camiones, encadenamientos y otro tipo de protestas.

“Nos llamamos gladiadores por los esclavos que eran gladiadores en la antigua Roma y que morían para diversión del público. Hoy los que mueren son los toros”, dice el antitaurino, que tiene en la espalda un gran tatuaje con la efigie de Leónidas I, el rey de Esparta en la batalla de las Termópilas, según lo reflejó la película 300. “Pero no solo estamos contra el maltrato animal, sino contra cualquier tipo de violencia, ese el problema de raíz, la violencia que anida en el fondo de nuestra sociedad”.

“Se dice que el toreo genera muchos puestos de trabajo, pero yo les ofrezco una idea: que monten santuarios de toros"

Entre sus quejas está el que se permita a los niños presenciar estos espectáculos (la ONU ya ha señalado que la tauromaquia vulnera la Declaración de Derechos del Niño) y que el negocio del toro reciba subvenciones públicas. “Se dice que el toreo genera muchos puestos de trabajo, pero yo les ofrezco una idea: que monten santuarios de toros, que cuiden las dehesas y las conviertan en referentes turísticos”, apunta, “así generarían empleo y riqueza, y el toro de lidia no se extinguiría. Aunque no deja de ser hipócrita que para mantener una especie haya que torturar a cada uno de sus miembros, como defienden”.

En su trayectoria activista, Del Castillo ya ha sido detenido cinco veces por alteración del orden público, “pero las cinco veces he sido puesto en libertad por el juez, también tengo multas que me han puesto aplicando la Ley Mordaza”, asegura. ¿Sirve de algo todo esto? “Sí”, responde Del Castillo, “acciones como esta tienen mucha repercusión mediática. Es cierto que la mayoría de la sociedad española, sobre todo los más jóvenes, ya está concienciada contra la tauromaquia, pero, como se ve, no es suficiente, hay que generar más debate”.

Algunos partidos no partidarios de los toros, como Podemos, no están por la labor de prohibir el toreo, sino de retirar subvenciones dejar que extinga lentamente, según ha declarado Pablo Iglesias. “Yo creo que hay que prohibirla directamente: durante el tiempo que se sigan celebrando corridas, seguirán muriendo toros torturados. Y también vigilar para que no se sigan realizando corridas ilegales en recintos privados”.

Con este panorama, ¿no da miedo saltar a la plaza? “Pues claro que da miedo, sobre todo viendo lo que le hacen al toro; miedo a que me pase algo (tengo una hija pequeña). Pero no voy a parar, voy a seguir haciéndolo con más fuerza que nunca”.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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