13 fotosCaminando entre ‘kallawayas’Estos habitantes de las montañas, depositarios de una sabiduría ancestral, recorren Bolivia repartiendo remedios para dolencias físicas y espirituales 11 may 2016 - 08:45CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceEn el Apolobamba la vida es un ritual que se repite exacto y regular como un metrónomo: octubre es para esquilar las alpacas, noviembre para recoger la cosecha de patatas, las lluvias de diciembre son tiempo de buscar plantas para los herbolarios... Y así hasta que llegan los meses de verano, donde la falta de tareas permite abandonar la cordillera y emprender viaje. Enrique VaquerizoDoña Margarita, la hermana de don Ildefonso, sobrevive a sus 80 años en la cordillera gracias a la lana y la carne de sus alpacas. Como ella, la mayoría de habitantes de Caluyo pasan de los setenta años y contemplan como los jóvenes emigran en busca de nuevas oportunidades. Enrique VaquerizoRuinas de Chullpapata. Los habitantes de todas las comunidades de la cordillera se reúnen aquí en la festividad de La Calendaria para celebrar el fin de la estación de lluvias. Si por casualidad estas tardan más de la cuenta en detenerse, los kallawayas conocen un truco. Abren los pequeños túmulos del complejo y desentierran las calaveras milenarias de sus antiguos moradores, después las sacan al aire, “para que soleen” y celebran una ceremonia en su honor con bailes y abundante bebida. Cuando deja de llover, vuelven a enterrarlas hasta la próxima ocasión en que las necesiten. Enrique VaquerizoDon Ildefonso muesta unas semillas de llantén en su huerto. Los kallawayas son expertos herbolarios. Recolectan de plantas medicinales (hojas, raíces, flores, semillas, resinas) y las combinan para elaborar ungüentos, cataplasmas e infusiones, que utilizan en la curación de diferentes dolencias físicas. Enrique VaquerizoRamiro muestra los usos terapéuticos de la col, que los kallawayas utilizan para sanar afecciones como el alcoholismo. Las dolencias del cuerpo y el alma tienen una estrecha relación para ellos y deben ser tratadas de forma conjunta. Enrique VaquerizoCamino a Charazani. El Apolobamba es una región que abarca varios ecosistemas: desde cordilleras nevadas que alcanzan los 6.000 metros de altura hasta valles tropicales como el de Charazani, que se pierden en la Amazonía. Enrique VaquerizoLas mujeres en la cultura kallawaya también poseen conocimientos de farmacopea y son las encargadas de tejer los paños que se utilizan en los ritos, cuyos motivos y adornos evocan una cosmovisión propia. La técnica de tejido se realiza a mano y es tan complicada que un simple poncho puede tomar tres años de trabajo. Enrique VaquerizoEulogio y Marcos caminan en dirección a Caluyo. Los kallawayas emprenden viajes por Apolobamba por toda Bolivia. Establecen contactos (amistad, parentesco, compadrazgo) que les permiten recorrer grandes distancias utilizándo los mismos caminos. Por sus servicios reciben pagos ya sea monetarios o a través del intercambio de favores.Enrique VaquerizoCeremonia tradicional: Los kallawayas realizan sus rituales de curación, preparación y de agradecimiento a la Pachamama en los que intervienen plantas, sangre o fetos de animales como la llama de llama, grasa de oveja o alcohol.Enrique VaquerizoLas deidades kallawayas o machulas son fundamentalmente montañas o cerros que se encargan de nutrir a las plantas que serán utilizadas para la elaboración de remedios o medicinas naturales y que más tarde se utilizarán en las ceremonias. Enrique VaquerizoPomadas fabricadas por Ramiro. Gracias a sus plantas, los kallawayas preparan cremas, jarabes y ungüentos que luego envasan y venden en sus viajes por todas Bolivia. Han empezado a realizar cursos de capacitación para transmitir esos conocimientos a los más jóvenes, envasarlos de una manera más profesional y evitar que sus conocimientos se pierdan. Enrique VaquerizoEl ritual en el que se quema un feto de llama u otro objetos es una parte importante de las ceremonias.Enrique VaquerizoLa música juega un papel fundamental en las ceremonias, como vehículo de comunicación con la naturaleza. Destacan instrumentos de viento como la zampoña y la quena Enrique Vaquerizo