Yo soy científico, pero mi país no lo es

Soy exestudiante de uno de los tantos grados en Matemáticas repartidos por toda España; hay, aproximadamente, una veintena. Ese dato numérico es especialmente relevante, puesto que no llegan ni a 20 las becas predoctorales FPU que el Ministerio de Educación destina a esta área. En pocas palabras, España es un país que ni siquiera apuesta por el mejor alumno de cada promoción. De hecho, un análisis más sesudo llevaría a que, de cuando en cuando, ni apuestan por el mejor alumno de cada dos promociones dado el afán por parte del ministerio de sacar convocatorias anuales cada 15 meses. Nos echamos las manos a la cabeza cuando genios científicos españoles logran éxitos tremendos fuera. Esa vergüenza torera nacional no es nueva para los más mayores si recuerdan a un recién nacionalizado estadounidense Severo Ochoa recibiendo el Premio Nobel. Es una evidencia que el Gobierno ve a los jóvenes científicos como un gasto, en vez de como una inversión. Intuyo que no será muy difícil para nuestros dirigentes imaginar cómo los vemos nosotros a ellos; más aún tras las últimas revelaciones que delatan su bajeza moral.— Daniel Cao Labora.