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MIRADOR
Columna
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Atragantados

Los españoles están dispuestos a creerse cualquier mentira, pero de una en una

David Trueba

En 24 horas los líderes del Partido Popular pusieron en circulación dos versiones contradictorias para afrontar la oleada de corrupción que los salpica. No tiene nada de raro que un partido trate de defenderse del estado de ánimo que genera en la población la riada de noticias. Su empeño es tratar de poner en imágenes una exculpación razonada. Lo sospechoso es cuando las dos versiones se dan al público al mismo tiempo y son contrapuestas. La primera versión pretendía sostener la idea de que se descubren tantos casos de corrupción política gracias a que el Gobierno actual lucha denodadamente por perseguir a los culpables y que ni siquiera se detiene por el hecho de que sean miembros de su partido. Esta es una versión formidable, que todo español se puede poner a aplaudir desde el sillón de casa. Bravo. Ese es el partido que nos gusta tener en el poder y aunque tenga bajo investigación a muchos de sus cargos y gestores, esto es algo positivo.

Lo malo es la segunda versión, soltada nada menos que por el ministro del Interior cuando aún estaba caliente la esforzada explicación anterior. Al ministro, responsable de la seguridad del Estado, le sonaba sospechoso que hubiera tantos cargos de su partido investigados en el eje corrupto Madrid-Valencia. Por lo cual infería que una mano negra judicial estaba conspirando para ensuciar sus siglas justo en el momento en que se negocia una investidura harto trabajosa. Esta versión, que también es formidable y de una rotundidad encomiable, funciona por sí sola, y aunque puede generar pánico en los ciudadanos ante una policía, fiscalía y poder judicial que persiguen por capricho a un partido, ayuda a desactivar el mal rollo de tanta detención y la desmoralización de los cuadros. Por su parte, el presidente Rajoy no tomó partido por ninguna de las dos versiones, sino que aplaudió ambas. Lo cual no se veía desde la final del Mundial del 82 donde íbamos con Italia y contra Italia a la vez.

Aclárense. Si el ministro del Interior sostiene que esto es una conspiración, impidan que sus líderes locales y juveniles repitan que todo culpable debe ir a la cárcel, que están hartos de corruptos que ensucian su partido y hasta pidan las dimisiones de Gómez de la Serna, Granados, Barberá o Aguirre, sin comprender que son víctimas de una persecución organizada desde las altas instancias del poder judicial, un órgano descontrolado y antisistema que actúa bajo los dictados de alguna dictadura bolivariana. Los españoles están dispuestos a creerse cualquier mentira, pero de una en una. Con dos a la vez, se atragantan.

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