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Birangonas: mujeres valientes Unas 200.000 mujeres fueron víctimas de violencia sexual durante la guerra de secesión de Bangladesh. Cuatro décadas después, el Gobierno les concede por fin el reconocimiento de víctimas y, con ello, una pensión Rajavala Dei tiene hoy 80 años. Perdió a un hijo de mes y medio en la guerra y fue agredida por un grupo de soldados en un bosque de bambú junto a su aldea. Pertenece a la minoría hindú, que fue especialmente perseguida durante un conflicto que tuvo un importante componente religioso. IGOR G. BARBERO Tras ser forzada por los militares en el conflicto, durante el que no tenía todavía la mayoría de edad, Shamsun Nahar fue abandonada por su marido y tuvo que deja su aldea huyendo del rechazo de los vecinos. "La gente me acusó de haber querido estar con los soldados paquistaníes por voluntad propia", recuerda. El Gobierno de Bangladesh ha aprobado recientemente un programa de ayuda para las 'birangonas', que contempla la concesión de una pensión mensual y otro tipo de asistencia, así como elevar su estatuto al de "luchadoras de la libertad". IGOR G. BARBERO La mayor parte de las masivas violaciones que se cometieron durante la guerra ocurrieron en zonas rurales de Bangladesh. Los soldados eran a menudo guiados por milicias locales de apoyo hacia las aldeas en las que consideraban que se ocultaban los guerrilleros. IGOR G. BARBERO Bangladesh es un país eminentemente agrícola, en el que proliferan las plantaciones de arroz. Los guerrilleros, conocidos institucionalmente como luchadores de la libertad, solían refugiarse por el día en las aldeas y atacar cuando caía la noche a las tropas enemigas, con las que estaban en inferioridad de armamento. Hacia el final de la guerra la intervención del Ejército indio resultó decisiva para que Bangladesh consiguiera la independencia. IGOR G. BARBERO A Surjo Begum, que hoy tiene unos 70 años de edad, también la abandonó su marido tras el conflicto, aunque luego regresó a ella convencido por un líder local y porque estaba enfermo de tuberculosis y requería de cuidados. "Me cuesta dormir por las noches todavía hoy. La imagen viene una y otra vez a mi mente y no la puedo borrar", dice Surjo. IGOR G. BARBERO Nur, a la izquierda, y Rahila, derecha, son otras dos mujeres que sufrieron las zarpas de los militares durante el conflicto. En su caso además se produce el agravante de que el Gobierno de Bangladesh aún no las ha reconocido oficialmente como beneficiarias del programa de ayuda. IGOR G. BARBERO Otra birangona, Mahela, solo espera que su situación mejore a partir de ahora mediante la iniciativa gubernamental que promete darles amparo. IGOR G. BARBERO