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Cachas, unisex y ambiguo: así es el nuevo 'it-boy' del rap

Candy Ken tiene, definitivamente, un 'look' estridente. Y muchos ven en él a la nueva musa del mundo de la moda.

Enrique Alpañés

Con un pseudónimo pegadizo, Candy Ken, y un Instagram que engrosa seguidores a ritmo vertiginoso, este rapero y modelo austriaco está conquistando el mundo de la moda. Nicola Formichetti -ex diseñador de Lady Gaga y director creativo de Diesel- lo descubrió. El polémico Terry Richardson lo fotografió, pero su popularidad dista mucho de haber tocado techo. Tiene un disco en camino y una fama creciente en Asia. Y tiene ganas de comerse el mundo. Así es Candy Ken.

Cuando era pequeño, Jakob Kasimir tenía unas zapatillas con flores. Le encantaban esas zapatillas. Al pequeño Kasimir le gustaban muchas cosas, pero tuvo que renunciar a ellas al entrar en el colegio. Dejó de pintarse las uñas, escondió sus camisetas más estridentes y se deshizo de sus zapatillas con flores. Kasimir se disfrazó de persona normal para que el bullying no fuera peor de lo que ya era.

Son precisamente estos elementos, los que este joven austriaco tuvo que esconder durante su infancia y adolescencia, los que lo han convertido, con apenas 22 años, en un icono en ciernes. Candy Ken es un hijo de la cultura pop, una amalgama de influencias estéticas y filosóficas que entroncan con la teoría queer, el manga, el erotismo y la egolatría desprejuiciada de las redes sociales. Resumiendo, es el nuevo it-boy. Él agradece la etiqueta, pero no sabe si encaja del todo en ella. “Es muy agradable que te digan que eres un it-boy”, concede. “Hace unos años habrían dicho que soy un loco del que es mejor estar alejado, pero las cosas han cambiado”. Aún así, Candy Ken encuentra divertido este adjetivo y se considera tan it-boy como podría serlo Caitlyn Jenner. “Me veo a mi mismo como unisex”, aclara. “Todo es unisex, en realidad. ¿Sabes eso de que el rosa es un color para chicas?”, pregunta casi para sí mismo, “es estúpido. Los colores bonitos son para todo el mundo”.

Candy Ken ha ido así apropiándose de rasgos distintivos de diferentes subculturas y géneros para crear un lenguaje propio. “Me gusta mezclar cosas que no suelen ir juntas, como Hello Kitties y músculos, rosa y masculinidad, dientes de oro y chicos blancos”, enumera, “mezclas todas estas cosas y puedes crear tu propia historia, la gente no te puede clasificar”, defiende. “Eso es lo que me gusta”.

Eso es lo que le ha gustado siempre, pero tardó un tiempo en descubrirlo. Entre aquel día que Kasimir tiró sus zapatillas de flores y el día en el que se convirtió en Candy Ken hubo una época que, tirando de analogía cromática, podríamos definir como gris. Kasimir era fotógrafo, pero no acababa de sentirse realizado con su trabajo. “He hecho vídeos y fotos de gente que no tenía nada que decir”, recuerda. Buscaba algo diferente, algo arriesgado. Hasta que un día lo encontró en un espejo. “Fue en un gimnasio, en Berlín”, recuerda, “Estaba escuchando música y tenía el pelo muy largo, un poco como de loco. Me ví en el espejo y pensé, ‘igual debería….’”. Subió una foto a su Instagram. Así nació Candy Ken.

Sus redes sociales están plagadas de fotos con poca ropa y mucha pose. La carne cotiza al alza en mercados como Instagram, pero Ken (pide a su interlocutor que llame así, casi como dando un toque familiar a su nombre artístico) defiende sus fotos subidas de tono diciendo que él ama su cuerpo, que todos deberíamos hacer lo mismo. “Yo siempre he estado acomplejado”, reconoce. “no me gustaban mis dientes, soy bajito, no soy perfecto. Por eso he estado escondido tanto tiempo detrás de la cámara”, explica.

Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Ken explica que quiere convertirse en un modelo para todos los chicos acomplejados, para aquellos que no pueden ir al colegio con unas zapatillas con flores, para los que odian su cuerpo. “Por eso mi look es tan extremo”, argumenta. “Para llamar la atención sobre un problema real”. Esta idea de forzar las reglas establecidas, de romper los tabúes y llevarlos al extremo, parece ser casi una seña de identidad en su carrera. Es el mismo motivo que explica su desnudo integral en la sesión de fotos con Terry Richardson. “La gente me decía que si estaba loco, que cómo iba a hacer eso”, recuerda. “Y creo que ese punto de vista es dañino. Todos nacemos desnudos, todos tenemos lo mismo, no es algo horrible ni algo de lo que avergonzarse”, esgrime.

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“Deberíamos amar nuestra sexualidad, hacer el amor, el 69… Pero creo que no es así y que estamos yendo hacia atrás en estos temas y la política de Facebook e Instagram, donde no puedes ni enseñar un pezón, no está ayudando”. Candy Ken desafía esa política con cada foto. Y mientras su carrera como modelo empieza a despegar sigue sacando singles y prepara un nuevo disco. Sus sonidos remiten a gente como Riff Raff, CL Brooke o Die Antwoord. Sus letras, a vivencias personales. No es de extrañar que su mayor éxito se titule Basic Bitches.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar

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