La gloriosa ciudad colonial hoy es destino para miles de trabajadores, muchos de ellos niños, que buscan mejorar su vida como mineros artesanales en el cerro
Una mujer palliri junto a sus hijos en uno de los caminos al cerro.Álvaro FuenteGrupos de trabajadores esperan por el transporte para acceder a las explotaciones mineras.Álvaro FuenteFamilia de mineros. Viven a pie de la explotación y la mujer ejerce de vigilante en las noches.Álvaro FuenteCada vez es más habitual que los niños accedan a la escuela dedicando su tiempo libre a trabajar junto a sus padres en las minas.Álvaro FuenteUn grupo de niños acceden desde su casa, situada en la entrada de la mina, al camino para ir a la escuela.Álvaro FuenteRetrato de una niña en la ladera de la montaña con un campamento minero en el fondo.Álvaro FuenteHabitáculo a pie de bocamina donde los mineros guardan sus herramientas y ropas.Álvaro FuenteUn grupo de mineros mastica coca antes de entrar en la mina.Álvaro FuenteTrabajadores comenzando su jornada laboral en una pequeña explotación.Álvaro FuenteUn joven muestra la galería que da acceso a la zona de extracción.Álvaro FuenteLos más jóvenes tienen la tarea de sacar el material extraído desde la galería para su selección posterior.Álvaro FuenteUn minero sale de la boca mina mientras sus compañeros sacan el último vagón del día.Álvaro FuenteDespués de su turno laboral, los que asisten a la escuela realizan sus tareas.Álvaro FuenteDos niños con su perro sobre un escarpado promontorio de Cerro Rico al atardecer.Álvaro Fuente
