Hace un tiempo me pidieron que diera una charla a unos alumnos de primaria españoles sobre el trabajo humanitario que llevo realizando algo más de una década. El objetivo era concienciarlos sobre algunos aspectos de la pobreza y la cooperación, pero sobre todo quise enfatizar que, a pesar de las aparentes diferencias entre culturas, existen muchas más similitudes e intereses comunes. Es indudable que la guerra, la pobreza y las limitaciones más básicas dejan un impacto indeleble en la vida de cualquier persona. Los niños, desde luego, no viven ajenos a estas crudas realidades. Y sin embargo… siguen siendo niños y ¡también quieren jugar! En esta selección de imágenes que comparto a diario en mi Twitter @diegofgphoto he querido destacar ese aspecto de la vida de niñas y niños en paralelo a los conflictos. Afganistán, 2011. Y por alguna misteriosa razón algo que atrae a los críos de cualquier cultura es subirse a los árboles... Antes de mostrarles esta foto y la siguiente a los alumnos de primaria, les pregunté si ellos lo habían hecho alguna vez, a lo que la respuesta unánime fue, claro está, que sí… La imagen se tomó durante un viaje al terreno para visitar un proyecto de alimentos por trabajo en Dehdadi, al norte de Afganistán.