12 fotosHistorias desde dentro de la guerraEl fotoperiodista Ricardo García Vilanova se mueve mejor en las distancias cortas. Aquí comenta él mismo algunas de sus fotografías en Siria, Libia o Afganistán.Lola HierroMadrid - 26 oct 2014 - 17:39CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEsta escena ocurre en Bengasi, en la plaza principal del puerto, durante el asedio que sufrió la ciudad al principio de la guerra en 2011. Se trata de una manifestación en la que las mujeres se pusieron a rezar para que las fuerzas de Gadafi no tomaran la ciudad. En el prólogo del libro ‘Lybia Close Up’ se explica la situación de ese momento. Solo hay mujeres en la imagen porque ellas y los hombres se manifestaban separados. La que está enfocada se encuentra como en trance, en medio de una plegaria. Había muchísimas, como unas 300; son muchas si tenemos en cuenta que la mitad de las personas se habían ido ya de la ciudad… Esto fue cuando los franceses llegaron a bombardear con los tanques a la ciudad, en febrero de 2011. Toda la ciudad estaba asediada y los gadafistas estaban a dos kilómetros. Los franceses llegaron en el último momento, bombardearon y salvaron a toda esta gente.Ricardo García VilanovaEsta foto muestra a dos niños soldado en el frente, en la batalla final que sucedió en Sirte, donde pillaron a Gadafi. La expresión de su rostro refleja mucha tensión y es porque estaban disparando, estaban flipados, era la primera vez en su vida que vivían algo así, que manejaban un arma. Había muchos chavales jovencitos, tengo varias imágenes en las que salen niños de 14 o 15 años, y tengo incluso una foto de un crío de 11 años sujetando un arma, aunque ese no disparaba. También había muchos niños heridos por explosiones, por heridas de bala… Algunos luchaban y otros eran civiles. En esta foto en concreto, el chico de atrás no llegaba a los 20 años.Ricardo García VilanovaEsta imagen tiene una historia muy dramática. La hice en una plaza en la que publicaban las fotos de los desaparecidos. Se los llevaba la policía y no se volvía a saber nada de ellos. Este es el panel de cristal bajo el que las ponían; sobre él se reflejan los rostros de esas personas. En esta foto, se ve en primer plano el retrato de uno de los desaparecidos. El niño y los hombres que se ven reflejados habían ido hasta allí a ver las imágenes y averiguar si tenían algún pariente o amigo entre ellos. Me interesaba sacar que el niño estaba con el adulto mirando la fotografía de una persona. Esta era una zona muy castigada de Bengasi, que fue la ciudad donde prendió la revolución. Me impresiona que la gente no se vuelva loca en situaciones así; son mucho más fuertes que en Europa.Ricardo García VilanovaEsta imagen es muy conmovedora por la sangre pero, realmente, los niños no estaban muy graves en comparación con otros heridos que veías por allí. Se les había introducido metralla en el cuerpo y se ve cómo un médico la extrae de la pierna de uno con ayuda de unas pinzas pero, por suerte, no sufrieron ninguna amputación ni nada más grave; de haber sido así, no hubiera tomado la fotografía. A pesar de todo, la imagen es muy espectacular, me pareció muy significativa y un ejemplo de lo que se veía a diario en Siria: la camisa ensangrentada del padre, la mano de la madre que sujeta la de su hijo… Esto ocurrió el 19 de junio de 2011; fue el día que las tropas de Asad bombardearon tres panaderías en Alepo. Mataron a 50 personas e hirieron a 197.Ricardo García VilanovaEl cadáver que se ve en primer término es el de un padre de familia que estaba atravesando la calle en la ciudad de Al-Qusayr (Siria) cuando le cayó un mortero y le mató. Su hija pequeña está dándole un último beso antes de enterrarlo. Los otros son un hermano y un primo. La escena ocurre en la casa familiar, a dónde lo llevaron antes de darle sepultura. Llegaron los niños y lo besaron para despedirse de él. Luego se lo llevaron los adultos. Los entierros eran muy rápidos porque los bombardeos eran constantes, así que era peligroso estar en el exterior. Los muertos eran sepultados en cinco minutos, sin tiempo casi para que la familia se despidiera. Pude hacer esta foto con permiso de los parientes, ya que allí todo el mundo me conocía, era el único extranjero de la ciudad. Otra cosa sorprendente es que, cuando alguien caía muerto o herido en la calle, todo el mundo se acercaba a ayudar, aunque fuera peligroso. La guerra saca lo peor y lo mejor del ser humano.Ricardo García VilanovaEstos niños vivían en unas cuevas en Idlib (norte de Siria) con sus familias. En total eran unas 400 personas y, la mitad eran críos. Estaban allí refugiados porque debido a los bombardeos habían perdido sus casas, pero allí no tenían ni agua, ni electricidad, ni comida, ni absolutamente nada. Se alimentaban de aceitunas, de latas de sardinas… En la foto salen con las manos en alto porque estaban jugando; los niños estaban bien dentro de lo que cabe, ellos al final no siempre se enteran demasiado de lo que está pasando. A ciertas edades no es muy traumático par ellos, pero luego sí.Ricardo García VilanovaEstos son niños de la República Centroafricana que tienen malaria o están desnutridos. En RCA nacen muchos bebés de forma prematura a causa del estrés que se genera en sus madres por el conflicto armado que azota el país desde diciembre de 2013. MSF tiene en Bangui un hospital para tratar de salvarles la vida, ya que nacen muchas semanas antes de tiempo y cuando llegan al mundo son diminutos y muy frágiles. La mujer de esta foto se llama Diana, tiene 26 años y aquí se olvidó completamente de que yo estaba, se la ve como en trance. No quería ponerle nombre a su hijo de momento, no hasta que cumpla 12 meses porque entonces sus posibilidades de sobrevivir aumentarán.Ricardo García VilanovaEn esta imagen el color no se ha retocado, salió así por el sol, por cómo entraba la luz a esa hora del día. La hice en una iglesia de República Centroafricana donde se había refugiado un grupo de unas 200 personas porque la milicia séléka estaba matando a la gente, quemando y destrozando casas… Esta iglesia está dentro de un recinto religioso donde también había un hospital. Todos los refugiados dormían en el interior del templo; habían retirado todos los bancos para hacer sitio.Ricardo García VilanovaEsta fotografía corresponde al brote de cólera que vivió Haití durante el año 2010 y que costó la vida a más de 8.000 personas. El lugar es un hospital de campaña de Médicos sin Fronteras situado muy cerca de la capital, Puerto Príncipe. Estaba lleno de enfermos que iban siendo atendidos poco a poco por médicos cubanos. El niño que mira a cámara estaba enfermo, pero no era de los más graves. La mujer de azul que se ve detrás era su madre, y al fondo se distingue otro paciente.Ricardo García VilanovaEn primer término vemos los pies de un niño que tienen una especia de palo en la mano; estaba jugando con él. La escena corresponde al año 2004, un momento en que Haití estaba lleno de bandas organizadas y grupos guerrilleros, así que las Naciones Unidas mandaros un contingente de 7.000 militares para desmontarlas y pacificar el país. Los dos soldados que se ven al fondo provenían de Sri Lanka.Ricardo García VilanovaFue tomada en el 2006, a las puertas de un hospital de Kabul (Afganistán) que trata a personas que han perdido alguna extremidad por las minas antipersona. Lo fundó Alberto Cairo, un hombre que lleva 25 años allí y ha visto todo: la revolución, la invasión de los rusos, la llegada de los talibanes al poder, la entrada de los americanos… Él decidió montar el hospital y recibió la ayuda de la Cruz Roja Internacional. Su trabajo consiste, fundamentalmente, en colocar prótesis a quienes han sufrido amputaciones.Ricardo García VilanovaEsta otra imagen que refleja la dura realidad de las personas que han sufrido amputaciones después de que les estallara una mina. En este caso nos encontramos en una casa de Kandahar (Afganistán) en la que un médico del hospital coloca una prótesis a una chica. Las mujeres tienen muchos derechos restringidos en Afganistán, así que, en vez de ir al hospital, va el médico a sus casas a visitarlas y revisar su estado de salud. En este caso, el doctor estaba haciendo un segundo reconocimiento porque la joven no estaba cómoda con la primera prótesis que le habían colocado, así que estaban probando con otra. El padre está a la izquierda de la foto, se le puede distinguir con un pañuelo blanco. El hermano pequeño está a la derecha, observando el proceso.Ricardo García Vilanova