16 fotosCuando la pobreza se respiraNíger es el país más pobre del mundo y tiene la tasa de fecundidad más alta. En el interior del país, esta combinación es letal Niamey - 16 sept 2014 - 10:19CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceHuertos de cebollas cerca de Zangarata en la provincia de Keita. Acción contra el Hambre ayuda con su programa “cash for work” a la recuperación de tierras baldías. De este modo se consiguen dos cosas; dinero para los que trabajan y mejora en las tierras cultivables incluida la subida del nivel de agua en los acuíferos.Alfredo CálizMujer regando las coles del huerto de Albaraka, financiado por Acción Contra el Hambre.. El terreno es propiedad de Mahé Na Allah, que cede la tierra gratuitamente a las mujeres para gestionarlas a cambio. La cosecha de las lluvias es asunto de los hombres. Ahora, de este cultivo que produce en temporada seca, se encargan las mujeres.Alfredo CálizCaravana de camellos a su paso por Toumboulana. Los tuareg transportan paja para dar de comer a los animales y para venderla en Taoua, ciudad a la que se dirigen.Alfredo CálizMadres esperando en la recepción del Centro de Recuperación y Educación Nutricional del hospital de Madaoua, gestionado por Médicos Sin Fronteras.Alfredo CálizMujeres ingresando a sus hijos en el pabellón reservado para los niños malnutridos en fase uno. Se trata de niños que han sido estabilizados previamente pero que necesitan constante vigilancia.Alfredo CálizMujeres ingresando a sus hijos en el pabellón reservado para los niños malnutridos en fase uno. Se trata de menores que han sido estabilizados previamente pero que requieren de constante vigilancia.Alfredo CálizGran parte de los niños que han sufrido malnutrición presentan patologías asociadas como diarreas, malaria e infecciones respiratorias. Estas enfermedades afectan al crecimiento y desarrollo de los menores.Alfredo CálizHospital de Madaoua. La niña Raikia, de tan solo tres semanas, recién ingresada en la sala de admisión del Centro de Recuperación y Educación Nutricional infantil gestionado por MSF. Tenía una desnutrición severa complicada con diarrea y un episodio de malaria, y acababa de entrar en fase de hipotermia. Murió diez minutos más tarde. Alfredo CálizPabellón de los niños malnutridos en fase uno. En algunas ocasiones, es necesario alimentar a los niños mediante una sonda dadas las dificultades en este estado para alimentarse por si mismo.Alfredo CálizLas mujeres permanecen siempre con sus hijos en el proceso de recuperación lo que supone la desaparición del hogar dejándolo a cargo de sus otros hijos o marido. La media de estancia en el hospital es de una semana.Alfredo CálizNiño con amuletos tradicionales. Antes de recurrir al hospital, las madres utilizan la medicina tradicional para intentar curar a sus hijos. Los tratan con hierbas medicinales y fetiches. Los médicos consideran fundamental estar alerta en caso de que los remedios tradicionales no alcancen a solucionar el problema y desplazarse al hospital a tiempo de poder tratarlo con más medios.Alfredo CálizDos niños en el camino del pueblo de Albaraka hacia el pozo. Las idas y venidas al pozo es para los niños parte de su vida cotidiana desde edades muy tempranas. Todos deben colaborar en el mantenimiento del hogar.Alfredo CálizMujeres a la puerta del departamento de Medicina General del Centro de Salud de Sabon Guide.Alfredo CálizMujeres haciendo cola esperando la comida en el hospital de Madaoua. MSF reparte y garantiza la alimentación de las madres que tienen a sus hijos ingresados en este centro.Alfredo CálizCentro de salud de Sabon Guida en Tahoua. En este centro se lleva a cabo una revisión semanal en temas de malnutrición y malaria. Forma parte del sistema público de salud de Níger.Alfredo CálizPueblo de Koumassa. Todos los niños menores de cinco años recibieron tratamiento de quimioprofilaxis contra la malaria en el verano de 2013 suministrado por MSF, lo que ha permitido reducir la incidencia de esta enfermedad en un 70%. En la imagen, Mamou Abdou con tres de sus cinco hijos: Faruk en brazos, Farira y Balkisa.Alfredo Cáliz