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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Escocia calcula

El petróleo ya no es garantía de prosperidad si gana la independencia; y preocupa la moneda

A un mes del referéndum sobre la independencia de Escocia, el sí a la separación sigue estancado a unos 10 puntos (44% frente a 56%) por detrás de la opción unionista, aunque con un nivel de indecisos bastante alto. La singularidad es que el voto favorable a la independencia es ligeramente mayoritario entre los hombres y el contrario lo es más claramente entre las mujeres. Esto se asocia a una mayor prudencia femenina ante las incertidumbres que abriría la victoria independentista: el futuro de las pensiones, la moneda, la permanencia en la UE, el pago de la parte de deuda pública correspondiente a Escocia. Y el reparto de los ingresos producidos por el petróleo del mar del Norte.

El eje de la campaña de los nacionalistas de Alex Salmond relaciona secesión y prosperidad, que se vincula con los rendimientos del petróleo, tema que fue decisivo en el auge del independentismo. Una novedad es que los habitantes de las islas situadas junto a los campos de petróleo han advertido que si gana el sí ellos pedirán un referéndum para separarse también de Escocia o disfrutar de un estatus especial.

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Los ingresos del petróleo llegaron a suponer en el pasado hasta el equivalente a 36.000 millones de euros. Ahora no superan los 6.500 millones, aunque los nacionalistas plantean un reparto que sea más favorable a Escocia. En todo caso es un ingreso volátil tanto porque la producción será decreciente y más cara, como por las oscilaciones de su precio de venta.

Esta cuestión ha cedido protagonismo en favor del problema de la moneda que tendría el nuevo Estado. De las tres posibilidades (mantener la libra, entrar en el euro, crear una nueva) la primera es la preferida por Salmond, pero los partidos unionistas ya han expresado su oposición. Los nacionalistas han insinuado que si Londres mantuviera el veto a compartir su moneda, ellos podrían negarse a pagar su parte en los intereses de la deuda.

Crear una moneda propia plantearía problemas a la gran banca privada escocesa, que podría decidir trasladarse al sur. Se ha sugerido la posibilidad de una nueva moneda que mantuviera la paridad 1/1 con la libra. Pero eso limitaría la autonomía de decisión que se pretende con la independencia.

Siempre queda el euro, pero ello implica que la Escocia independiente se reincorporase de inmediato a la UE, a lo que se opone Londres. Sería paradójica esa opción, dado que el Reino Unido no forma parte de la moneda única.

Parece, sin embargo, probable que en Escocia gane finalmente el no, opción que ahora incluye el compromiso de los tres principales partidos unionistas (conservadores, laboristas y liberal-demócratas) de negociar la transferencia a Edimburgo de nuevas competencias, especialmente en materia de fiscalidad y de políticas sociales.

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