_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Coto a los violadores

Marruecos sigue legislando para erradicar las tradiciones que oprimen a las mujeres

El País

Las tradiciones medievales que deparaban tanta crueldad e injusticia a las mujeres siguen retrocediendo en Marruecos. El Parlamento ha reformado el código penal para que los violadores de menores no puedan evitar la cárcel casándose con sus víctimas. Este importante cambio legislativo —insuficiente para los promotores del mismo porque no ha elevado las penas para los violadores— es el resultado de una sociedad movilizada contra los viejos hábitos que vivió con enorme escándalo el suicidio de Amina Filali, la muchacha de 16 años que tuvo que casarse con el hombre que la violó y la maltrató durante el matrimonio. Rechazada por su propia familia, en un ambiente rural que considera impura a una mujer violada, Filali se quitó la vida ingiriendo matarratas para escapar de su infierno.

Esta modificación legislativa es un nuevo paso adelante en el camino emprendido por Marruecos para erradicar tales prácticas y caminar hacia la igualdad. Hace 10 años, por impulso del rey Mohamed VI, se aprobó un código de familia que otorgaba a la mujer una mayor equiparación de derechos situando al país entre los más igualitarios del mundo árabe —junto con Túnez—, si bien las resistencias sociales han impedido la total aplicación de aquellas normas que restringieron la poligamia, aumentaron a los 18 años la edad mínima para casarse y prohibieron los matrimonios forzados. Hace solo unos días, el primer secretario de los socialistas, Driss Lachgar, recibió amenazas de muerte por defender la total abolición de la poligamia.

Con sus luces y sombras, Marruecos, cuyo Gobierno islamista ha lanzado un proyecto de ley para castigar duramente el acoso sexual, es un ejemplo a seguir contra prácticas tribales tan discriminatorias como extendidas que banalizan las agresiones que sufren las mujeres. India es hoy el paradigma de esos excesos. La violación en grupo —y muerte— de una estudiante que salía del cine con su novio a finales de 2012 y el actual caso de una chica ultrajada por el tribunal que la juzgaba por tener un novio de otro pueblo han causado un gran escándalo. El país ha reaccionado de manera superficial castigando severamente a los violadores de los casos más sonados, lo que es totalmente insuficiente. Ni la comunidad internacional ni países considerados emergentes en la escena global deben seguir tolerando tanta crueldad.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Editoriales anteriores

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_