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El panadero que alimenta a Francia

Ridha Khadher, el tunecino que surte al Elíseo y al Ayuntamiento de París, de ‘baguettes’ ha sido elevado por Hollande como ejemplo de integración

Ridha Khadher
Ridha Khadher REUTERS

Se llama Ridha Khadher y se ha convertido en un verdadero modelo de integración en Francia. Nacido en Túnez, emigró de pequeño a la antigua Metrópoli donde ha trabajado desde jovencito en una panadería. Comenzando de la nada, el penúltimo de 11 hermanos, se ha hecho experto en el arte de la baguette, sin duda uno de los mayores símbolos del país vecino, hasta el punto de convertirse en el distribuidor oficial del mismo Elíseo. La semana pasada, el presidente François Hollande no ha dudado en incluirle en el viaje oficial que realizó precisamente a Túnez, junto al cineasta franco-tunecino ganador de la Palma de Oro de Cannes de este año Abdellatif Ketiche.

"Mi pan tiene el sabor de la integración exitosa”, relata el panadero a la revista Paris Match de esta semana. Hijo de campesinos de Susa, en Túnez, su madre hacía pan casero. Cuando llegó a Francia en 1986, entonces con 15 años, se puso a trabajar en la panadería de su hermano mayor. Hace siete años abrió la suya propia y el pasado mes de abril ganó el concurso de Baguette de Oro 2013, premiado con 4.000 euros y con el privilegio de suministrar al palacio presidencial. “No deja de ser el símbolo de Francia, una buena baguette. Entonces, que sea un inmigrante… ¡estoy muy orgulloso!”.

Khadher se impuso así a un total de 152 competidores, que este año se presentaron al concurso anual, celebrado en abril. Estuvo a punto de no participar: según llegó al ayuntamiento donde debía presentar sus productos, estaba lleno y no encontraba para aparcar. Dio media vuelta para volverse a casa y halló de camino un sitio, así que decidió volver. La misma noche recibió una llamada en la que le anunciaban que había ganado. “No me lo podía creer. Pensaba que era una broma”, recuerda.

Desde entonces, entrega cada día 15 baguettes de tipo tradicional al palacio presidencial. Se ha enterado, a través de personal del Elíseo, que al mandatario le gusta el pan bien crujiente. Cada mañana hornea así con un cuidado especial la entrega presidencial. Aunque para este encargo tan especial ha tenido que bajar el precio. "Incluso allí están en crisis, han negociado el precio, les vendo cada una por 1 euro en vez de 1,20 euros”. Eso sí la medalla de Baguette d’or le ha servido de publicidad gratuita para su negocio. Incluso se ha convertido en una verdadera atracción turística y recibe visitas diarias de extranjeros en busca del mejor pan de París.

Hace unas semanas, su local del distrito residencial del XIV arrondissement, Au Paradis du Gourmant, recibió la visita personal del alcalde de París, el socialista Bertrand Delanoë, nacido también en Túnez, cuando era todavía colonia francesa. “Estuvo un buen rato”, relata Khadher. “Llamó al presidente de la República y le dijo: ‘Comes pan de un tunecino. ¡Un tunecino como yo!”, añade. “Espero ser un ejemplo para los jóvenes”, concluye.

El secreto de Khadher lo heredó de su madre: no poner demasiada harina para que el pan aguante más tiempo y evite la humedad, y reposo de la pasta durante 24 horas. El toque especial prefiere no revelarlo. Pero sin duda, el principal factor de su éxito no es otro que el trabajo. Cada día, trabaja 17 horas (de 4 de la mañana a 9 de la noche), a pesar de contar con diez trabajadores, incluida su esposa Isabelle, bióloga de formación. La pareja ya lleva siete años sin haber podido tomarse unas vacaciones juntos. “Es una inversión importante, hace falta tiempo, hay que hacer compromisos…”, dice.

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