Tres mujeres contra la impunidad
La población de la República Democrática del Congo (RDC) lleva más de 20 años aguantando sobre sus carnes todo tipo de violencia y abusos de los derechos humanos. Asesinatos, saqueos y violaciones constituyen el día a día de miles de mujeres y hombres ante la indiferencia del gobierno y de la comunidad internacional. Lo peor es que la mayoría de los responsables de estos crímenes nunca son juzgados. El que estas personas se libren de la justicia tiene como consecuencia, entre otras muchas, que se instale una cultura de impunidad, que se fomente la violencia y las violaciones de los derechos humanos y que, en definitiva, fracase el Estado de derecho.
Mujeres en la RDC. Foto Aljazeera.
En mayo de 2011, un informe dirigido por Amber Peterman fue publicado, en el American Journal of Public Health, con el título de Sexual violence against women in the Democratic Republic of the Congo: Population-based estimates and determinants. En él se dice que más de 1.100 mujeres son violadas cada día en la RDC, lo que hace que la violencia sexual contra mujeres sea 26 veces más común que lo que se pensaba antes del estudio.
Por ejemplo, más de 400.000 mujeres y niñas de 15 a 49 años fueron violadas en el país durante un periodo de 12 meses entre 2006 y 2007. Las estadísticas de Naciones Unidas para ese mismo periodo recogían solo 15.000 casos.
El estudio no tiene en cuenta a las menores de 15 años ni a las mayores de 49, tampoco habla de la violencia sexual contra niños y hombres.
En el informe publicado el 22 de enero de 2012, Human Rights Watch afirma que la situación no ha cambiado y se sigue registrando un gran número de violaciones, cometidas tanto por miembros del ejército como de los grupos insurgentes.
Posiblemente, lo que más duela de esta situación sea la impunidad de los perpetradores. El informe de Human Rights Watch señala que, a pesar de haberse obtenido algún pequeño avance, los autores de crímenes contra la humanidad se mueven con total libertad, con el consentimiento de las autoridades. Por ejemplo, no se ha hecho ningún esfuerzo por detener a los autores de la violación de 387 mujeres, niñas, hombres y niños que tuvieron lugar en Walikale, Kivu Norte, en julio y agosto de 2010. Otro ejemplo: una de las pocas personas que tenía una orden de detención por el crimen contra la humanidad de violación, Ntabo Ntaberi Sheka, se presentó como candidato en las elecciones al Parlamento del pasado 28 de noviembre. Y así sigue la lista de agravios.
Nicole Odia-Kayembe. Foto Amnistía Internacional.
Esta impunidad es la que denuncia Nicole Odia-Kayembe, defensora de los derechos humanos en la República Democrática del Congo. Nicole es una abogada, que tras una dilatada carrera nacional e internacional, en la actualidad dirige la ONG Acción Contra la Impunidad para los Derechos Humanos (ACIDH). La ACIDH es una organización de abogados que trabaja para reformar el sistema de justicia y para conseguir leyes que mejoren la protección de los derechos humanos. Junto a otros grupos ha lanzado la campaña llamada Justicia Ahora en la RDC, que pide al gobierno del país que tome medidas. Amnistía Internacional participa en ella y ha invitado a Nicole a visitar España.
Yo la encuentro en la Casa Encendida de Madrid, donde imparte una conferencia titulada Nosotras exigimos justica ya, organizada por el Grupo de Estudios Africanos de la UAM, con la colaboración de Amnistía Internacional.
Nicole denuncia que la violación es utilizada como un arma de guerra y terror de la que, a pesar de las buenas intenciones de los gobiernos y las organizaciones internacionales, las mujeres no logran escapar. Quiere acabar con la impunidad de que gozan los autores de la violencia sexual en su país y por eso aboga por una reforma legislativa que consiga castigar a estas personas. También lucha para logar una reparación para las mujeres víctimas de este crimen.
Ella es consciente de las dificultades que presenta su sueño. Se han tomado acciones, se han cambiado algunas leyes, se han nombrado a 400 mujeres magistradas, pero no hay dinero para implementarlos. Por otra parte, la RDC está sumida en la violencia, con numerosos grupos armados que desestabilizan continuamente el país. Por eso, mientras no haya una paz total va a ser muy difícil cambiar las cosas. A pesar de querer trabajar con el nuevo gobierno no ve verdadera voluntad en los políticos para terminar con la impunidad de los criminales.
La ley congolesa castiga la violación de los derechos humanos y la violencia sexual, pero los tribunales y los agentes del orden no se toman en serio las denuncias, están mal pagados, ellos mismos sufren violencia y, por eso, la justicia llega tarde, cuando llega. También incide en el tema de que nunca se castiga a los oficiales y responsables militares de estos crímenes.
Por otro lado, hay que contar con el miedo de las mujeres, que son amenazadas por los perpetradores y expuestas a la vergüenza social y su desconocimiento de los pasos a seguir para reclamar una reparación. También incide la pobreza; la justicia en la RDC es cara.
Todos estos elementos ayudan a la impunidad de los autores de la violencia sexual.
Si queréis conocer más sobre Nicole Odia-Kayembe aquí tenéis un reportaje más a fondo sobre ella de Nayra Moreno para Guinguinbali.
Caddy Adzuba. Foto RTVE.
Nicole Odia-Kayembe es un ejemplo de mujer fuerte. Pero no es la única que en su país está trabajando para conseguir el fin de la impunidad. La página de RTVE ofrece estos días un reportaje sobre Caddy Adzuba, periodista de una radio de la ONU e integrante de un grupo de comunicadoras que ha creado la plataforma Un altavoz para el silencio.
Ella ha sido la ganadora del Premio de Periodismo Julio Anguita Parrado de este año. Según el jurado, le ha sido otorgado por “su compromiso en la defensa de los derechos humanos en uno de los conflictos más atroces del mundo y que permanece, sin embargo, silenciado por los medios de comunicación, por el valor personal y la repercusión social de su trabajo desarrollado en condiciones de extrema violencia y como símbolo del coraje de las mujeres africanas y de los periodistas que arriesgan diariamente su vida en África y por su denuncia, desde un periodismo de cercanía como es la radio, de las violaciones de mujeres, la utilización de los menores soldados y la impunidad de todos los responsables del conflicto”. Igualmente destacó la labor mediadora de Adzuba para una cultura de la paz y de integración de los refugiados en lo que constituye un verdadero ejemplo de comunicación para el desarrollo.
Otra mujer fuerte es Masika, superviviente de la violencia sexual y fundadora de Field of Hope. Un lugar donde las mujeres abusadas y los hijos nacidos de las violaciones son acogidas y encuentran apoyo para empezar de nuevo. Al mismo tiempo se les ayuda a sembrar y vender sus cosechas para que puedan independizarse y vivir una vida digna.
El siguiente vídeo nos muestra este proyecto.
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