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Dessange se tira de los pelos

El peluquero se enfrenta a su hijo por el control de la empresa

La historia podría ser la de una bonita saga familiar, tal y como se desprende de la fotografía de Benjamin Dessange con su padre Jacques Dessange, fundador de la firma del mismo nombre, en la web de la empresa. Sería el cuento exitoso de un peluquero trabajador y con ingenio que en medio siglo convirtió su pequeño negocio en un gigante con un millar de franquicias por el mundo. Un fundador que con la edad pasa el relevo a su joven y brillante hijo para dejar el negocio en manos familiares. Pero lo que retratan las revelaciones de las últimas semanas es algo diferente, más similar a otro imperio de la cosmética francés, el de las herederas de L'Oréal, con odios filiales, envidias, traiciones, dinero y fama.

El estilista tuvo que dimitir en 2010 por una maniobra de su heredero

Jacques Dessange abrió su primera peluquería en 1948. En 2008 vendió sus acciones con la intención de permanecer en la empresa como consejero estratégico. Pero en 2010 se vio obligado a dimitir, consecuencia de lo que denuncia como una maniobra orquestada por su hijo menor, Benjamin, presidente de la empresa. Así lo hace saber en su libro Le complot. El hijo ha respondido con una demanda judicial. Esta semana un tribunal de París ha condenado al padre a una indemnización simbólica de un euro por ataques a la vida privada del demandante y a retirar los pasajes relativos al ámbito personal.

"La historia empezó hace casi 45 años, cuando nació Benjamin", relata el peluquero de 85 años en las primeras páginas, dejando claro que las relaciones nunca fueron buenas. "Siempre pretendimos querernos cuando nunca fuimos muy cercanos", explica poco más adelante. Añade que el chico fue educado por su madre, de la que Dessange se separó a los pocos meses de nacer el niño.

Pero el drama estalló en Dubai en 2006, cuando padre e hijo tuvieron la primera bronca abierta. El peluquero le reprochó a su hijo, al que describe como mujeriego y amante del brillo y del dinero, sus malas gestiones empresariales, haberse subido el sueldo hasta 900.000 euros -"más que los dividendos que cobraba yo", escribe- y haber costeado con dinero del grupo, entre otros caprichos, un Ferrari y un Lamborghini. "A partir de ese día, he vivido algunos de los momentos más duros de mi vida".

Jacques colocó a su hijo como director general en 2004. Desde 2006, las relaciones se deterioraron del todo, aunque el padre no imaginaba aún que "la enemistad que me tiene mi hijo era tan antigua y tan profunda", tanto que incluso le echaron de su despacho alegando motivos de seguridad tras una pelea subida de tono. Para su letrado, pese a haber sido condenado por atacar la vida privada del demandante, la decisión del juez ha sido positiva porque no prohíbe ni la publicación del libro, ni que Dessange utilice el nombre de su marca, algo que también le reclamaba su hijo.

Jacques Dessange, ante un tocador.
Jacques Dessange, ante un tocador.ALAIN JOCARD (AFP)

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