Palabra de Miguel de Molina
La canción popular española de la primera mitad del siglo XX es un filón teatral por explotar. Algún día habrá que glosar en escena figuras como la valenciana María Conesa, musa de la revolución mexicana, que le cortó a Pancho Villa en público los botones de su guerrera; o Anita Delgado, tonadillera ascendida a maharaní de Kapurthala... Sobre Raquel Meller hay un musical reciente que debiera reponerse, y sobre Miguel de Molina, esta exitosa biografía sentimental protagonizada y dirigida por el joven actor catalán Marc Vilavella, donde se interpretan 20 canciones arregladas con gracia por Marc Sambola.
Encarnado por Vilavella, que se da un aire a él sin imitarlo, Miguel de Molina repasa su vida a través de un largo flash back: su trabajo en la mancebía de Pepa La Limpia, su onírica iniciación sexual en el cafetín árabe de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, su apoyo artístico activo a las tropas republicanas durante la Guerra Civil, la venganza de los vencedores, su exilio argentino, plasmado todo ello como una serie de breves estampas dramáticas entre números musicales traídos al hilo, divertidos unos, emotivos otros, y cantados todos ellos con estilo y sabor de época, pero con sello propio.
OJOS VERDES
Dramaturgia y dirección: Marc Vilavella. Dirección musical, guitarra y oboe: Marc Sambola. Piano: Gerard Alonso. Teatro Fernán Gómez, sala 2. Hasta el 2 de octubre.
Vilavella, premio Teatro Musical 2010 al mejor protagonista, imprime a su personaje empaque genuino y maneras personales. Gracia Fernández borda el olvidado cuplé ¿Solo... o con leche? y cautiva cantando Ojos verdes a sotto voce. Cinco años después de estrenarse en Barcelona, hora era de que Ojos verdes hiciese temporada en Madrid. En la segunda función en la sala chica del Fernán Gómez, con el tablado central más atrás de lo debido, ese encuentro de tú a tú entre intérpretes y público que se plantea aquí a la manera de una velada en un colmao quedó algo velado. Bien Nacho Melús en cuantos temas interpreta, pero escaso de tono físico en el discurso didáctico de su falangista apocado. Anaïs López irá a más conforme corran las funciones: brillante su interpretación de La vaselina en Le llaman copla, estupenda sesión golfa con temas musicales de la época que la compañía ofrece solo los viernes, con Elia Corral (redonda su Ay pena, penita, pena) y otros artistas invitados.
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