El triunfo de lo grotesco y la guasa
Juan Dolores Caballero y el Teatro del Velador muestran 'Las gracias mohosas', de Feliciana Enríquez de Guzmán, primera dramaturga de la historia de España
Esperpento, guasa, feísmo, excesos, extravagancia, distorsión, celebración de la carne, de lo inferior, de lo grotesco... Todo confluye en Las gracias mohosas, un desternillante texto escrito por Feliciana Enríquez de Guzmán, la primera dramaturga española, nacida en Sevilla a finales del siglo XVI. Poco más se sabe de ella, pero sí se conoce que tuvo dos hermanas, monjas del convento de Santa Inés de Sevilla.
Para ellas, y para entretener sus largas horas de clausura, escribió en 1619 esta obra, lo cual no deja de ser chusco dado el argumento. La historia es la de un padre que quiere casar a tres hijas feas y meticonas, unos auténticos loros. Con el fin de elegir el novio oportuno a cada una, el padre convoca una justa donde se han batir los pretendientes. Ellos son seis espantajos, contrahechos, descacharrantes y rijosos a los que ellas no hacen ascos. Al final se concluye que lo mejor para todos es que se casen los seis con las tres (no cada uno con dos, sino las tres con todos) y, así, ser felices. Pocas veces, y menos en textos de hace cuatro siglos, una obra ha celebrado la instauración del amor de manera tan transgresora... Y divertida.
Pocas veces una obra ha celebrado la instauración del amor de esta forma
El montaje no solo pone de relieve la valía de una autora a la que se ha ignorado, ya que algo parecido pasa con el director del espectáculo de Teatro del Velador. Juan Dolores Caballero, profesional brillante, imaginativo y valioso, a quien el centralismo escénico de nuestro país no hubiera dejado oculto en Sevilla si los teatros públicos no miraran tanto hacia Madrid y Barcelona.
"Veo que el teatro está mejor que en otros tiempos pero, para sobrevivir, las compañías tienen que hacer grandísimos esfuerzos", señala Caballero, quien alerta de la imperiosa necesidad de que se considere que el teatro es educación. Al mismo tiempo defiende que los niños sepan que ir al teatro es un ritual: "Si hubiera más teatro habría menos guerras, más educación y menos violencia, pero aquí no se han enterado de que el teatro es industria, tanto como el cine, y las Administraciones creen que son cuatro tíos pegando brincos y que no es rentable. Se están equivocando"
Él, con el Teatro del Velador, se ha planteado desde hace dos décadas la investigación, en el ámbito contemporáneo, como manera de crear y definir un lenguaje propio. Califica su teatro como "bruto", bebiendo y basándose en el "arte bruto", en el que las técnicas y los sistemas de representación proceden de una invención completamente personal. Sus obras siempre esconden una obsesión por el desecho humano, prefiriendo el desequilibrio, el exceso y lo inacabado. Un esperpento personalizado con su estética. Las gracias mohosas es una de sus obras de repertorio. La estrenaron en los años noventa y en esta revisión no se ha cambiado nada: "Éramos mucho más libres en el siglo XVII que ahora, y las mujeres, excepcionales".
Las gracias mohosas (Compañía Nacional de Teatro Clásico) en el teatro Pavón del 3 al 19 de junio.
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