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Reportaje:

La multa se oculta tras la furgoneta

El Ayuntamiento coloca radares móviles junto a colegios o polideportivos

F. Javier Barroso

Si un conductor pasa junto a una furgoneta perfectamente aparcada, quizá no se percate de que justo detrás hay apostados dos o más agentes de Tráfico del Ayuntamiento. Están listos para denunciar. Desde hace meses, los funcionarios han recibido órdenes de que los tres radares móviles que tienen estén a pleno funcionamiento. Un chirimbolo, una curva cerrada o una cuesta pronunciada son los lugares apropiados para guarecer el cinemómetro y cazar al automovilista que pise el acelerador más de la cuenta.

Entre los conductores ha funcionado el boca a boca y muchos, en especial los profesionales como los taxistas, conocen algunos puntos fijos de estos radares. La llegada de la calle de Méndez Álvaro a la estación de Atocha es un lugar habitual para estos cinemómetros. Igual ocurre en las proximidades de la plaza de toros de Las Ventas y la calle de Antonio Machado, según fuentes sindicales. Se trata, generalmente, de avenidas largas, en las que es difícil mantener los límites de velocidad por la presión del tráfico.

Los cinemómetros 'cazaron' el año pasado a unos 2.000 infractores

En algunas ocasiones, los agentes colocan señales azules que indican que en las proximidades hay un control de velocidad. En otras -las menos-, instalan el trípode justo al lado de la furgoneta de los agentes de Movilidad, rotulada y con las luces azules en el techo. En este caso, unos metros más adelante, hay unos compañeros a los que les notifican los vehículos infractores y los conductores son parados para tramitar la denuncia. Pero lo más habitual es que se escondan y que el automovilista no sepa hasta semanas después cuándo fue detectada la infracción. Solo se enterará cuando le llegue a su domicilio una carta certificada. El importe de las sanciones oscila entre los 100 y los 600 euros, a los que puede sumarse la pérdida de entre dos y seis puntos. Si se paga en el periodo voluntario y sin recurrir, el precio se reduce a la mitad.

La colocación de estos radares no tiene horario. Lo mismo se les puede ver a primera hora de la mañana en un punto que justo antes de que anochezca en cualquier otro lugar alejado. A veces, como ha comprobado este periódico, la distancia entre uno y otro no supera los 500 metros. Uno estaba en la avenida de Pablo Iglesias y otro, en la calle de Raimundo Fernández Villaverde. En el primero, sí se notificaban las denuncias, mientras que en el segundo los conductores permanecían ajenos a las infracciones.

Fuentes de la Dirección General del Movilidad aseguran que el radar "no tiene un fin recaudatorio, como pudieran pensar los ciudadanos". Mantienen que durante el año pasado el número de denuncias impuestas por estos tres cinemómetros no pasaron de las 2.000. "Solo se va a por los conductores que circulan a altas velocidades dentro del casco urbano, que son los que pueden generar un accidente grave. El que se pasa por poco no lo multamos nunca", mantienen estos responsables.

Estas fuentes aseguran que suelen ponerse en zonas donde hay colegios, centros de mayores o polideportivos, para evitar los excesos de velocidad. En algunos casos analizados por este periódico resulta difícil aplicar esta justificación, como la calle de Raimundo Fernández Villaverde, que está regulada por semáforos. En algunas ocasiones, trabajan tras peticiones de asociaciones de vecinos y de colectivos en zonas conflictivas, según mantienen los responsables de Movilidad. "Nuestra función es prevenir, de ahí que los señalicemos. Ponen muchas más multas los radares fijos de la M-30 que los nuestros", concluyen estos mandos. Mientras, el Ayuntamiento no da cifras oficiales.

Dos agentes de tráfico sancionan a los vehículos infractores en la calle de Raimundo Fernández Villaverde.
Dos agentes de tráfico sancionan a los vehículos infractores en la calle de Raimundo Fernández Villaverde.SAMUEL SÁNCHEZ
El radar.
El radar.SAMUEL SÁNCHEZ

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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