Acero español para desafiar la gravedad
ArcelorMittal erige una escultura de 114 metros como símbolo de Londres 2012
Entre el siglo XIX y el XX, la región de Stratfor, al este de Londres, era una comunidad industrial donde predominaban las empresas de plásticos. Hoy, el lugar está tomado por el acero. El motivo es que la zona, pantanosa y contaminada hasta hace unos años, ha sido la elegida para ubicar el parque olímpico de los juegos de 2012. Las obras, que cuestan 7.200 millones de libras (8.400 millones de euros), avanzan a buen ritmo, con más de 12.000 personas empleadas y 200 camiones de material entrando y saliendo cada día del recinto. Ya están listos la mayoría de pabellones y el estadio, la joya de la corona, pero junto a él empieza a destacar la incipiente silueta de una estructura tubular rojo intenso que se retuerce sobre sí misma. Es el Orbit, una excéntrica torre de 114 metros creada por Anish Kaapor y construida por ArcelorMittal que quiere convertirse en el símbolo de las olimpiadas y, con los años, del propio Londres.
El magnate indio Lakshmi Mittal ha dado 22,3 millones para el proyecto
Espera atraer a un millón de visitantes y facturar 11,6 millones al año
Por el momento, ya que apenas ha alcanzado un tercio de su altura, se aprecia la tensión y la angustia del movimiento que obsesionan al artista, pero es difícil imaginar su retorcido final. Cuando esté acabada, sus promotores, el magnate Lakshmi Mittal y la sociedad que gestiona el parque, que han pagado 19,2 millones de libras (22,3 milones de euros) y 3,1 millones (3,6 en euros), esperan dar a Londres su propia Torre Eiffel.
La intervención de Kaapor, que, tras triunfar en la Nacional Gallery en 2005, acapara los mimos de los londinenses, es la clave para superar las diferencias meramente físicas entre ambas, ya que el Orbit, por motivos de presupuesto y de adecuación al entorno, apenas mide poco más que una tercera parte de su homóloga francesa. En cualquier caso, aunque su altura es suficiente para destacar en el paisaje aéreo del parque y elevar al visitante sobre la ciudad, su fuerte es otro: su talla escultural, industrial, asimétrica e incluso imposible no dejará indiferente al visitante.
El francés Pierre Engels, responsable de hacer realidad "el sueño" de Kaapor e interpretar junto a la gente del estudio de ingeniería ARUP los cálculos de Cecil Balmond (Ópera de Sidney o la torre de la televisión de Pekín), que completa el equipo creativo, explica que sin el acero el proyecto no hubiera sido posible. Su estructura tubular, fabricada en parte con material de la planta de ArcelorMittal en Deusto, permite hacer realidad "el desafío a la gravedad que plantea el artista", según explica la arquitecta del proyecto, Kathryn Findlay, quien trabajó en Japón con el valorado Eisaku Ushida.
"El ascenso hasta la plataforma que corona la torre es directo, pero en el interior del mirador destaca la reproducción de un espejo convexo que distorsiona y vuelve la realidad del revés y el eje central abierto tanto por arriba como por abajo que aumenta la sensación de vértigo", describe. El descenso, por el contrario, se realiza por una escalera de caracol de apariencia ligera que envuelve la torre. "Fue diseñada para que el visitante viva libremente lo que se siente al atravesar la arquitectura", abunda antes de abordar su interior. En él, una gran campana suspendida recupera las formas matemáticas puras propias de los trabajos de Kaapor.
El encargo de construir la mayor escultura de Reino Unido de parte de Boris Johnson, alcalde de Londres, le llegó a Lakshmi Mittal en Davos 2008. Un jurado formado por miembros del consistorio y responsables de la Tate Modern o la Serpentine Gallery eligió la obra, que supone una evolución de la pirámide y la torre de Babel que el artista también planteó en su exposición de la National Gallery. Tras la selección, el magnate indio, que hizo suyo el proyecto, ha puesto la mayor parte de los 22,7 millones de libras que cuesta (26,4 millones de euros) y sus 2.000 toneladas de acero, reciclado en un 60%, en un gesto de conciliación con la ciudad en la que vive, pero que le ha criticado sus caprichos. La previsión es que el Orbit, propiedad de la Olympic Park Legacy Company, esté acabado en otoño.
Las proyecciones son que, tras Londres 2012, cuando pasará a una concesionaria, genere unos ingresos de 10 millones de libras anuales (11,6 millones de euros). En cuanto a visitas, aunque confían en que disfrute de la misma atención que la Torre Eiffel recibe de quienes pasan por París, que de hecho es el monumento más visitado del mundo con 6,9 millones de personas, se conforman con un millón de turistas al año.
El desafío del Orbit primero fue artístico, luego arquitectónico y ha acabado siendo industrial. Todos se están superando con éxito. Pero ahora llega el mayor reto: atraer a una parte relevante de los millones de turistas de Londres pese a su lejanía del centro o la competencia de otras atracciones como el Big Ben o el London Eye. Si lo logra, es cuando podrá convertirse en ese símbolo que Johnson y Mittal quieren legar a su ciudad. -
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