La última conquista de Arbeloa
El lateral se gana la confianza de Mourinho por su "concentración y disciplina táctica"
Decía Álvaro Arbeloa en una entrevista a EL PAÍS que ser un jugador comodín tiene sus ventajas -"tienes más opciones de jugar"- y una gran desventaja: "No te encasillan en ningún sitio. Cuando llega la final el jugador comodín no juega...". Pues el jugador comodín, ese que no juega las finales, ha conquistado a José Mourinho. "Es un futbolista con el que un entrenador siempre puede contar", dijo ayer el portugués. Tanto que es el primero que ha conseguido sentar a Sergio Ramos. Nunca, desde que el lateral andaluz llegara al Madrid en el verano de 2005, había visto un partido desde el banquillo. Todos los que se perdió fueron por lesión o por sanción. La semana pasada, en Cornellà, tuvo que ceder su sitio en el once a Arbeloa.
"Acaba entrando en los planes de los técnicos por su constancia", explica Caparrós
"Aunque tenga un mal día no se le nota y compite como el que más", cuenta Lopo
"Es el prototipo de jugador que cada entrenador quiere tener. Por la calidad humana, por la constancia. Y porque es muy listo, sabe lo que cada técnico quiere de él", le define Joaquín Caparrós. Del ahora entrenador del Athletic dice Arbeloa que aprendió "el otro fútbol". Es decir, defender con todas las picardías que Caparrós le iba exigiendo. Coincidieron durante seis meses en el Deportivo. Justo antes de que Arbeloa se marchara a Liverpool. "Es de esos futbolistas que en principio no entra en los planes. Pero termina haciéndolo por su constancia. Sabe cuales son sus condiciones y las explota. Pasó conmigo, con Rafa Benítez, con la selección y ahora con el Madrid de Mourinho...", cuenta Caparrós.
El técnico portugués siempre ha mostrado públicamente su admiración por Cristiano. Por incansable, por trabajador, por competitivo. Nunca lo había hecho con ningún otro jugador del Madrid. O al menos, no a diario. Y si lo hacía, esos piropos luego no tenían reflejo en el campo -como ocurrió con Pedro León en pretemporada o con Granero y Benzema en las últimas semanas-.
Con Mourinho, Arbeloa ha jugado 17 partidos en Liga -30 fueron los que sumó el año pasado a final de temporada con Pellegrini-, 13 de ellos como titular (11 en el lateral derecho y dos en el izquierdo). En Champions y Copa también ha jugado indiferentemente por la derecha y por la izquierda -en Lyon le quitó la titularidad a Marcelo-. Fuera de casa, Mourinho se fía más por su disciplina táctica. "Me gusta mucho Arbeloa porque juegue un minuto o 90 siempre lo hace con la misma concentración. Es un hombre de grupo, siempre está a disposición del técnico y del equipo. Controla su rival directo, nunca se le va. Se gana la confianza de un técnico enseguida", comentó ayer Mourinho. Efectivamente, muy pocas veces se le ha ido un rival a Arbeloa. Al defensa blanco esta temporada le han intentado regatear 55 veces y solo han conseguido superarle siete, el 13%. Ha crecido futbolísticamente respecto al año pasado y recupera más balones (uno cada nueve minutos por uno cada 20 la campaña anterior).
"Era muy raro verle de bajón o que tuviera un mal día", recuerda ahora Lopo, central del Deportivo y pareja en el campo de Arbeloa en sus tiempos gallegos. "Vivíamos en el mismo edificio, yo en el sexto piso y Álvaro en el segundo en el centro de A Coruña. O se bajaba a cenar él o subía yo. Jugábamos a la consola a un juego de preguntas y se las sabía todas porque le gusta estar siempre informado", prosigue Lopo. El defensa del Depor también terminó fascinado por la capacidad de concentración de Arbeloa. "Tiene un nivel de concentración tan alto que aunque tenga un mal día a él no se le nota. Es una virtud que no todos los futbolistas tienen. Compite como el que más en cada entrenamiento, sabe dónde tiene que colocarse en cada situación...", cuenta. De Lopo, precisamente, dice Arbeloa que aprendió a colocarse en el campo. "Tiene mucho mérito porque con el nivel que hay siempre acaba jugando", cuenta Lopo sobre Arbeloa.
Ese algo muy bueno lo explotó Rafa Benítez en el Liverpool. Arbeloa creció en las categorías inferiores del Madrid pero, como tantos otros, no encontró hueco -o no se le dio la oportunidad de buscarlo- en el primer equipo y tuvo que buscar fortuna lejos del Bernabéu. En el Depor duró lo que la estabilidad económica del club. Lendoiro, con graves problemas de liquidez para pagar las nóminas, lo fichó por 1,3 millones y acabó vendiéndolo a los seis meses por cuatro. Hoy el jugador comodín vuelve a A Coruña. No estará Caparrós. Sí Lopo y Mourinho. Un técnico más al que Arbeloa ha terminado por conquistar.
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