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Reportaje:

Postales desde la colonia

Emili Teixidor vuelca en un álbum sus recuerdos sobre los núcleos textiles

Carles Geli

De las madrugadas frías y oscuras, aún en la cama, el niño que fue Emili Teixidor recuerda que oía a las chicas del barrio vecino que pasaban por la carretera gritar a la ventana de la rezagada, que respondía a voces que ya bajaba; también campanadas, que los avezados distinguían cuándo indicaban nacimiento de varón o de hembra, y claro, el runrún de los telares. Todo tenía que ver con las colonias textiles, de las que había tres alrededor de la Roda de Ter natal del futuro escritor.

Cuesta también olvidar la senasación de vacío que provocaba ver cómo, poco a poco, los compañeros iban desapareciendo de la escuela. "Era una guardería o una sala de espera hasta el momento de la llamada al mundo adulto del trabajo marcado". Y rememora al pequeño compañero Miquel Martí i Pol, que un día, a los 14 años, dejó de ir a clase para incorporarse a La Blava como ayudante de escribiente. De esa clase de recuerdos nutre el autor de Pa negre el libro fotográfico Vida de colònia (Angle Editorial), que la experta Rosa Serra complementa en el aspectoo histórico.

Se fletaban autocares que recogían a otras trabajadoras, por ser de fuera envidiadas

La foto de los encargados de Can Riva (Masies de Voltregà) da miedo. Ya avisaba el padrenuestro de Martí i Pol ("perdoneu els nostres pecats / així com nosaltres perdonem / els dels nostres encarregats / i no ens deixeu caure a les mans del director,/ ans advertiu-nos si s'apropa, / amèn"): las colonias tenían siempre un aire entre carcelario y monacal. Tanto que hasta la de Cal Pons (impulsada por Josep Pons, fundador de Caixa Manresa) estaba rodeada por muros: de ahí no salía nadie más tarde de las nueve de la noche.

Desde la primera (Can Rosal, de 1860, cerca de Berga), flotaba en la colonias un aire lúgubre, al que no ayudaba la cantidad de niños de entre siete y nueve años que, hasta 1910, eran mano de obra notable: ponían las tramas para tejer un algodón que provenía de EE UU, Egipto y la India; las mujeres eran mayoría: ocho por cada dos hombres. Fácil de entender: cobraban casi el 60% menos por el mismo trabajo; ellos hacían faenas mejor pagadas (carpinteros, mecánicos...) y ejercían todos los cargos de autoridad y control en las oficinas.

Recuerda Teixidor la figura de la dona de l'escudella, que salía media hora antes de la fábrica para ir a las casas de los trabajadores y echar la pasta a la olla para que sus compañeras la tuvieran a punto. También para asegurar el trabajo femenino aparecieron las guarderías, donde se cuidaba de los niños hasta los 15 meses.

Se trataba, además, de que las colonias fueran autosuficientes, con miras a tener un elevado control social de los trabajadores, aislados de todo mal sindical. Así, había tiendas y economatos, casinos, iglesias, escuelas... Los curas (escogidos por los dueños de la colonia en vez de por los obispos) solían hacer doblete: también ejercían de maestros.

Las torres de los amos eran espectacularmente suntuosas en comparación con los edificios de los obreros. Teixidor habla de pavos reales en el patio de una torre y de que los dueños repartían regalos a los hijos de los trabajadores el día de Reyes, muestra del paternalismo de un sistema donde se alcanzaron jornadas de hasta 11 horas, con fábricas que no paraban y mujeres que se quedaban a dormir junto a la máquina toda la semana.

Y es que la mano de obra llegaba del pueblo próximo, pero también de otros de la comarca. Las empresas fletaban autocares que iban recogiendo a las jóvenes. Eran la envidia de sus colegas de la colonia por el espacio de libertad del que gozaban. Cuenta Teixidor que en las últimas filas del vehículo los chicos aprovechaban para cortejarlas. "Y así se alzaban famas y se bajaban virtudes". Y hasta dio pie a coplas: "Les noies de Folgueroles [pero ahí podía ponerse el nombre de cualquier pueblo] / són maques i ballen bé; / per cinc cèntims s'arremanguen / i per deu s'ho deixen fer". Lo que podía la colonia...

Colonia Viladomiu Nou (Gironella) en 1905, al inaugurarse la torre de los amos.
Colonia Viladomiu Nou (Gironella) en 1905, al inaugurarse la torre de los amos.ANGLE

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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