Persianas abiertas y pocos clientes
La mayoría del comercio funcionó pero los compradores evitaron acudir
El batir de las persianas, arriba y abajo, de los comercios del centro de las principales ciudades valencianas se intercaló ayer con las vuvuzelas de los piquetes sindicales y los gritos de "¡Hacía falta ya una huelga general!".
Fue el decorado de una jornada extraña, con poca gente recorriendo los centros urbanos de las capitales -a excepción de centenares de sindicalistas y docenas de coches y agentes policiales- y la gran mayoría de las tiendas y los bancos abiertos -con sus empleados y encargados dentro-. Los grandes almacenes como El Corte Inglés o las cadenas de supermercados como Mercadona y Consum abrieron sus puertas con normalidad.
Lo que faltaron fueron los clientes que, bien por problemas de transporte, bien porque adelantaron o pospusieron sus compras, acudieron en bastante menor medida que otros días.
El martes hubo más ventas de lo habitual, sobre todo en alimentación
Abrieron los grandes almacenes y las tiendas cerraron al paso de los piquetes
"Yo me he relajado más de la cuenta", admitió un zapatero de la calle de Gerona de Alicante que abrió su tienda a las 12, una vez pasaron los delegados sindicales. "Parece un día festivo raro de esos que abren algunos", comentaron dos señoras en la plaza de Calvo Sotelo. En la principal arteria comercial de Alicante, la avenida de Maissonave, donde están las principales cadenas de moda, el único incidente se produjo en las puertas de El Corte Inglés de Federico Soto cuando un grupo de sindicalistas increpó a los clientes con gritos de "fachas, fuera" y el ambiente se caldeó hasta que un sindicalista rompió un escaparate y fue detenido por la policía.
La principal patronal del pequeño comercio, Covaco, aseguró que el 90% de los comercios abrieron sin más incidencias que pegatinas en las puertas y alguna cerradura con silicona. "En los pueblos apenas se ha notado la huelga y en las ciudades no ha habido incidentes", prosiguió el presidente de Covaco, Pedro Reig, que reconoció "la poca presencia de clientes". Según Covaco, "ayer [por el martes] hubo más compras de lo habitual, sobre todo en el sector de la alimentación, en el que hoy [por ayer] solo se han registrado problemas de abastecimiento en las pescaderías del mercado de Alicante por problemas de transporte".
En Elche en el centro comercial Aljub solo cerraron cuando vieron la presencia de piquetes informativos.
En la calle de Juan de Austria de Valencia, Miguel, el encargado de una zapatería confesó: "Creo que hoy haremos menos caja, pero no pasa nada". En esta zapatería, como en otros céntricos comercios de Valencia, la presencia de los piquetes y la falta de clientes hizo que los empleados aprovechasen para limpiar, ordenar o cambiar los escaparates con las persianas cerradas. Una situación que se observó en grado superlativo en los comercios de lujo de la céntrica calle del Marques de Dos Aguas.
La fuerte presencia policial, con agentes de paisano entre los piquetes, garantizó que grandes almacenes y comercios pudiesen mantener la actividad, aunque de manera irregular. "Pueden abrir con tranquilidad", le dijo un policía nacional a Pilar. Aunque se lo dijo después de que la encargada de esta céntrica cafetería optase por echar a la clientela y bajar la persiana mientras los piquetes aplaudían. Diez minutos después, la misma persiana volvía a subir y los clientes exigían de nuevo sus cortados y cafés con leche.
En el mercado central de Valencia los puestos rebosaban de mercancía, aunque con poca clientela: despistados y turistas, fundamentalmente. "Italianos, italianos", graznaba una pareja con su hija como si exhibiese un salvoconducto, mientras dos jóvenes, plano en mano, trataban de orientarse a la puerta de esta catedral de la verdura.
En Castellón el paisaje no era muy distinto. Los vendedores también notaron un bajón en las ventas, aunque algunos comercios se encontraron con nuevos clientes, como una pareja mayor procedente de un pueblo de los alrededores que "mataba el tiempo comprando ropa", ya que los servicios mínimos en el transporte habían ampliado su paréntesis de ocio hasta la salida del próximo autobús.
En general, los sindicatos lograron, sin ejercer apenas presión, una imagen de comercios cerrados. Tiendas y bancos abrieron. Y los clientes adelantaron o pospusieron sus compras.
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