Palacios de alta mar
Millonarios de todo el mundo buscan un veraneo íntimo a bordo de sus embarcaciones de lujo
¿Se imaginan dos helipuertos, nueve plantas con 24 camarotes, un acuario, un spa privado, un sistema antimisiles y un submarino incorporado para casos de ataque en un barco de 170 metros de eslora? No, no es el transatlántico protagonista de la serie de finales de los setenta Vacaciones en el mar. Es la última adquisición del multimillonario ruso Roman Abramovich. Se llama Eclipse y está valorado en más de 400 millones de euros. Fue construido en los astilleros de Hamburgo y este es el primer verano en que Abramovich podrá disfrutar de él.
Y es que los barcos se convierten durante el verano en mansiones de lujo. Sus propietarios hallan en ellos la privacidad que la vida en tierra no les permite. Allí celebran veladas íntimas, fiestas multitudinarias y hasta hacen negocios en temporada estival. Pero Eclipse no es el único medio de transporte marítimo de Abramovich, que tiene cinco superyates más. Pelorus es el más conocido; se lo compró al jeque de Arabia Saudí Al Sheik Modhassan por más de 92 millones de euros. Abordo de sus 115 metros de eslora, Roman Abramovich ha recorrido puertos tan exclusivos como los de Portofino o Saint Tropez, en la glamurosa Costa Azul.
Cavalli, Abramovich, Briatore y Valentino rivalizan en los puertos con sus barcos
El sultán Bin Abdel Aziz, príncipe heredero, primer ministro de Arabia Saudí e hijo del fallecido rey Fadh, navega en Al Salamah, construido en 1999. La embarcación está en el quinto puesto entre los yates más grandes del mundo. Cuenta con un cine, un pequeño hospital y nada menos que 88 habitaciones para la familia y los invitados.
En las aguas de la costa Esmeralda, al norte de Cerdeña, se va a echar de menos este verano al Force Blue del millonario Flavio Briatore. La policía fiscal de Italia ha requisado el barco al ex jefe del equipo Renault de Fórmula 1 hasta que termine la investigación que se ha abierto sobre un supuesto delito de evasión de impuestos cifrado en cuatro millones de euros. El Force Blue, que cuenta con una sala de cine, peluquería, y un gimnasio con baño turco, sauna y varias bañeras de hidromasajes distribuidas sobre el puente, permanece anclado en Cerdeña hasta que el proceso abierto en pasado mayo esté concluido.
Pero para barco curioso el del diseñador italiano Roberto Cavalli. Su embarcación cambia de color según la intensidad de luz que recibe. Así pasa del morado al verde en un golpe de rayo de sol. The Shark, nombre que recibe por su forma de escualo, le costó al diseñador 28 millones de euros y está valorado ahora en 250 millones. Por este palacio flotante, decorado personalmente por Cavalli con su peculiar estilo -grandes pieles de leopardo y colmillos de elefante-, han pasado desde Sharon Stone hasta Elisabetta Canalis, novia de George Clooney, o el matrimonio Beckham.
Pero de nada sirve tener tantos metros de eslora a tan alto precio y no poder exhibirlos. Eso no le sucede a Valentino, que acostumbra a organizar cada verano grandes fiestas a bordo de su T.M.Blue One, de 46 metros. En su cubierta han sido fotografiadas Rosario Nadal, Elle McPherson, Naty Abascal Claudia Schiffer, Nieves Álvarez y muchas más modelos.
Valentino, que se retiró en 2008 tras 45 años de carrera, tiene varios puertos fetiche para su veraneo. Suele fondear en Cannes y Portofino, aunque en los últimos años también suelen hacer escapadas a las islas Baleares.
El barco más famoso en España es el Fortuna que usa la familia real española, que lo recibió como regalo de los empresarios baleares y cuya propiedad corresponde ahora a Patrimonio Nacional. El Fortuna es víctima de la crisis. El año pasado, los reyes de España decidieron navegar en él en contadas ocasiones por el elevado gasto en combustible que supone ponerlo en marcha.
La crisis también ha hecho mella en el constructor Francisco Hernando El Pocero. Su espectacular barco, el Clarena II, de 72 metros de eslora, amarrado en Calvià (Mallorca), ha sido puesto a la venta. Y para los que quieran y puedan sentirse propietarios de uno de estos palacios de alta mar, Giorgio Armani alquila el suyo, Mariú, por 220.000 euros a la semana. Un lujo al alcance de pocos.
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