Renovables y empleo de verdad
De nuevo las renovables en el ojo del huracán. La crisis obliga a adelgazar las cuentas públicas, la política a mantener baja la tarifa y se vuelve a cuestionar el apoyo a las renovables. Lo primero sería discutir si deben ser las renovables u otras las partidas las puestas a régimen, en el sector energético (por ejemplo, las ayudas al carbón) o en otros sectores (como hacer aflorar esa economía sumergida en la que también somos líderes). Pero hay que volver a discutir ventajas e inconvenientes de las renovables, y el empleo que pueden generar.
Primero una reflexión: el objetivo fundamental de las renovables no es, ni creo que deba ser, crear empleo (aunque a veces se considere así). Su misión principal es contribuir a la sostenibilidad del modelo energético mediante la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes, y mediante la reducción de la dependencia de combustibles escasos, con fecha de caducidad, y volátiles en el precio. Estas son las razones para el apoyo a las renovables; el empleo, si viene, será por añadidura.
El objetivo de las renovables no es dar empleo aunque alguien así lo crea
Los estudios hechos en España, como el de Gabriel Calzada, son poco rigurosos
Y ahora, la cuestión: ¿Generan empleo las renovables? La primera reacción es de Perogrullo: "¡Pues claro!". Hay estimaciones que cifran el empleo en renovables en España entre 90.000 y 110.000 empleos directos, y unos 100.000 indirectos. Esto no es lo que buscamos. No interesan los empleos brutos generados, sino los netos, es decir, los empleos adicionales sobre lo que tendríamos en ausencia de políticas de renovables. Y para determinar este empleo adicional la clave está en un concepto económico llamado coste de oportunidad, el coste en que incurrimos por tomar la opción A en lugar de la B. Al decidir crear empleo en las renovables utilizamos recursos públicos que ya no podremos utilizar en otros sectores (incluso en el energético, como en ahorro y eficiencia).
Además, sustituimos otras fuentes de energía, que también crean empleo. Finalmente, al encarecer la electricidad, afectan al empleo en otros sectores usuarios de la misma. Por tanto, hay que averiguar si el apoyo público a las renovables crea más empleo o no que si lo aplicásemos a otros sectores, y si las renovables crean más o menos empleo que las fuentes a las que sustituyen, incluido su efecto en otros sectores.
Este empleo neto dependerá mucho del tejido industrial y tecnológico del país: los apoyos a las renovables solo crean empleo significativo si hay un sector industrial competitivo y exportador. Un buen ejemplo ha sido la industria eólica en España, y un contraejemplo el de Reino Unido.
Así que no es tan fácil evaluar si el apoyo público a las renovables crean empleo neto. Sobre esto ha habido algunos estudios en España, en general poco rigurosos, como el famoso informe Calzada. Un intento más fiable es el Employ-RES, de la Comisión Europea, que concluye que sí, que las políticas europeas de renovables crean empleo adicional, y lo cifra entre 115.000 y 400.000 puestos de trabajo para 2020 en Europa. Es interesante comparar estos números con los de empleo bruto: entre 2,3 y 2,8 millones (mucho mayor que la de los empleos netos). Sí puede haber creación de empleo neto con renovables.
Pero hay otra derivada: hace falta aclarar qué tipo de empleo queremos. Esto tiene mucha importancia para el número de empleos creados, ya que, como varios se esfuerzan en insistir (y con razón), los empleos al final son costes. Cuanto menos cueste cada empleo, más empleos se generarán con el mismo dinero público. Es decir, tenemos que decidir si queremos empleo cualificado o no para saber cuántos empleos generaremos.
Si el sector renovable tiene una alta productividad por trabajador, entonces sus salarios serán más altos, y el número de empleos para la misma cantidad de dinero público será menor. ¿Debe preocuparnos esto? Vuelvo a mi reflexión inicial: ¿cuál es nuestro objetivo, crear mucho empleo, u otras cosas posiblemente más interesantes? Lo ideal sería tenerlo todo: una fuente de empleo de alta calidad, y a la vez un modelo energético más sostenible.
Afortunadamente, creo que es posible cuadrar, al menos parcialmente, este círculo: crear empleo de calidad, lograr un modelo energético sostenible, y aumentar la productividad de la economía. La clave está no tanto en discutir sobre los objetivos de renovables, sino en concentrar ahora esfuerzos en rentabilizar la apuesta de España en el sector; en no perder nuestro liderazgo en algunos sectores y lograrlo en otros, apropiándonos del valor añadido en tecnología y empleo. En resumen: hay que invertir en innovación.
Para eso hace falta desincentivar las fuentes energéticas no sostenibles, para señalar la dirección adecuada; invertir en educación e investigación, y crear un clima empresarial que absorba y aplique estos avances. Con esto tendremos una economía libre de carbono, productiva y llena de capital humano. Una economía sostenible de verdad.
Pedro Linares es profesor de Organización Industrial de la Universidad Pontificia Comillas.
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